La Academia

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No sé si recuerden aquel capitulo donde puse que cumplía 17 años... Pues el lunes acabo de cumplir 20. Cómo pasa el tiempo

* * * * *

Leah se despertó de un salto y se arregló para verse decente. Estaba muy emocionada, se iba a especializar en algo a lo que se había dedicado toda su vida. Cuando salió de su habitación chocó con su padre que tenía una sonrisa en el rostro y mucho globos en sus manos.

—Pero todavía no me gradúo —dijo Leah mientras su padre la envolvía en un abrazo y de paso le amarraba un globo en el cabello, cuando se separó de ella, su cabello se elevó y se echó a perder su esfuerzo por mantener su cabello a raya—. ¡Papá! ¡Me veía fabulosa!

—Te ves fabulosa como sea, cariño.

—Ya sé, gracias. Pero hoy me tenía que ver mejor que eso —protestó, aunque tampoco hizo el intento por quitarse el globo—. ¿Ethan ya está listo? Ayer estaba llorando porque no podía creer que había sido admitido en la academia de aurores.

—Ese muchacho llora con todo —espetó Charlie—. Pero sí, ya está listo, tuve que darle una charla motivacional hace rato que salió de su habitación, estaba temblando de nervios.

—Mira quien lo dice. Vamos a desayunar. Mamá dijo que haría jugo de manzana para llevar.

—A mi solo me hacía tortas —refunfuñó Charlie y Leah lo miró—. Claramente tiene favoritos.

—No seas envidioso. Te voy a regalar de mi jugo.

—Bien ¿como me dijiste que funciona esta academia? Porque veo que llevas muy poca ropa en tu baúl.

—El primer año son bimestres intensivos. El coordinador dijo que esto era para poner a prueba a los alumnos y calificar qué tan competentes eran. Este año serán cuatro bimestres, con un mes de vacaciones entre cada uno...

—Pobre de mi Leah. Te van a machacar —interrumpió Charlie—. Pero nadie te mandó que te inscribieras a esa academia...

—Los profesores tienen un muy buen curriculum y las reseñas de sus ex alumnos son fabulosas —explicó Leah—, me verás enterita en dos meses.

—Quiero ver si en un año aún tienes cabello —susurró Charlie y Leah le puso mala cara.

—Como sea, ya puse en mi baúl los tres frascos de café que me regaló mi tío Percy, está encantado de que esté animada por los cursos intensivos.

—Percy es un raro y tú solo lo animas a seguir siéndolo.

—Sí, sí. No me distraigas, estoy buscando el boleto que me dieron para...

—¿Irás en tren?

—La entrada es por chimenea, hay una entrada especial, tengo que tirar los polvos y el boleto al mismo tiempo —explicó Leah mirando a su padre con en entrecejo fruncido—, allá me darán mi identificación para que pueda entrar y salir con libertad ¡Te lo expliqué la semana pasada!

—Es que no me acuerdo, cielo.

—Ni siquiera me escuchaste.

—No te enojes conmigo, bonita, me hace daño.

Nota de autor: Lo de arriba es exactamente lo que mi papá dice para que no le digamos nada.

—Es muy temprano para tus dramas —Charlie la miró ofendido mientras Leah revisaba su baúl y se aseguraba de que no le faltaba nada—. Ya está, vamos a desayunar.

—Qué hermosa te ves ignorando a tu padre.

—Me están rugiendo las tripas. Te espero allá.

Salió de su habitación con su padre detrás de ella murmurando indignado.

Leah Charlotte Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora