La Segunda Guerra Mágica

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- Leah, vamos con la tía Muriel - dijo Charlie con aspecto terrible. Esa tarde había recibido una carta que avisaba que necesitaban refuerzos para la guerra contra Voldemort en Hogwarts

Charlie tomó a su hija y una mochila con sus cosas. Ese día Leah llevaba puesto el collar de Fred, este se lo había prestado a Leah en la boda de Bill y olvidó dársela de regreso.

Se aparecieron frente a una casa que parecía ser tranquila. Pero Charlie esperaba que su tía supiera cuidar a su hija.

- Tía - Charlie tocó tímidamente la puerta -. Tía, ¿se encuentra en casa?

La puerta se abrió lentamente. Una mujer chaparrita y gordita, con el cabello canoso y el rastro de un cabello que antes era pelirrojo los recibió.

- ¿Ron? - la mujer apenas podía enfocar con sus gruesos lentes

- No, tia - dijo Charlie sonriendo con dificultad -. Soy Charlie...

- ¡Charles! - exclamó la mujer tomando el rostro de Charlie entre sus manos y la lleno de besos -. ¿Es esta niña Ginevra? Se ve muy pequeña desde la boda de William

La mueca de Leah era idéntica a la suya cuando su madre le sugirió casarse.

- No, tía, ella es Leah, mi hija...

- Una bebé - la tía Muriel abrió los ojos con asombro -. Hasta que tienes hijos, ya me estaba preocupando. Pasa, pasa

- Gracias - dijo Charlie pensando en las preocupaciones de su tía

La casa era pequeña a comparación de La Madriguera. Pero era bastante cálida y acogedora, y estaba llena de tazas y teteras.

- ¿Donde está tu familia? - preguntó tía Muriel a Charlie

- En la guerra - contestó con evidente esfuerzo

La tía Muriel abrió los ojos de par en par y Charlie leyó la angustia en ellos.

- ¿Qué?

- Necesito que cuide de Leah mientras no estoy. Voy a la guerra también - dijo con la voz quebrada. Leah lo miraba sin comprender nada -. Necesito que cuide a mi hija mientras no estoy, o por si no vuelvo...

Ya no pudo más, Charlie rompió a llorar y escondió su rostro en el cuerpo de Leah que también había comenzado a llorar, esa última frase la había entendido perfectamente bien. Charlie no sabía lo que era perder a sus padres, pero ya había visto esa situación en Harry, y él no quería ese futuro para Leah, el consideraba que la ausencia de su madre era más que suficiente.

- Claro, yo la cuido - aceptó la tía Muriel con los ojos brillantes -. Ven, Leah, querida

- No!

Leah se aferró con fuerza al cuello de su padre. Leah no sabía lo que era una guerra de verdad, pero no quería quedarse sin su papá. Charlie se esforzaba demasiado en no mostrarse débil frente a su hija, trató de soltar las manitas de su bebé de su cuello.

- Leah, no llores - le pidió Charlie con las lágrimas cayendo por su rostro -. Papá no se va para siempre, será solo un rato. Prometo regresar y te llevo a la casa de la abuela para que te prepare pasteles, y después te llevo a la tienda de tus tíos para que juegues con ellos, y le puedes regresar su collar a Fred - le prometió -. Hasta luego

- Papi, no - rogó Leah ya sin fuerzas

Charlie desapareció dejando a Leah con la tía Muriel.

- Ven, Leah - dijo la tía Muriel tomando la manita de Leah para llevarsela a la habitación de huéspedes. Leah aún miraba el punto en el que Charlie había desaparecido

La tía Muriel había llevado a Leah a la tina y después la vistió con un vestido gris. Leah se negó a cenar, por más que Muriel le insistió.

- Te va a hacer daño no cenar, Leah - le dijo la tía un poco frustrada -. Estás peor que Ginevra cuando se enfermaba

Un rato después de mucho llanto, Leah se durmió. Pero fue cuestión de horas hasta que se despertara gritando.

- ¿Ahora que tienes? - preguntó Muriel un poco molesta cuando llegó a la habitación en la que estaba Leah

Leah decidió no contestar, pero en lo más profundo de su alma sintió un dolor que no auguriaba nada bueno.

Pasaron horas. Y Charlie no llegaba. El terror hacía que Leah llorara en silencio para no molestar a su tía.

Amanecía y Charlie no aparecía. Leah decidió no dormir hasta que su padre llegara. Tía Muriel despertó y obligó a Leah a desayunar. Está se resistió todo lo que pudo pero luego terminó desayunando. Después de eso pasaron aún más horas, hasta que tocaron la puerta. El corazón de Leah se aceleró hasta que ella estuvo segura que la tía Muriel desde su habitación lo escuchaba.

- ¡Ya voy!¡espera! - gritó Muriel mientras iba hacia la puerta - ¿Quién es?

- Charlie - respondió desde el otro lado de la puerta

- ¡Oh, Charles! - exclamó Muriel casi sin voz -. Han... ¿Han ganado?

- Sí - dijo Charlie. Pero cuando volvió a hablar su voz estaba quebrada -. Pe... Pero... perdimos... a... Fred - dijo finalmente

La tía Muriel se llevó las manos al rostro, incapaz de contener las lágrimas.

- Oh, ese tonto - sollozaba -. Era muy, muy joven

Leah se quedó en total confusión con la noticia. Ella estaba segura de que sería una broma y que cuando fuera a la madriguera se iba a en entrar a su abuela Molly dándole escobazos a Fred por haberles hecho una broma así mientras él se reía y George en venganza le daría una ración de pastillas vomitivas para la cena. No le creyó a Charlie.

- Leah - Charlie se acercó a ella y la abrazó -. Ya se acabó, al fin todo ha terminado. Ayudamos a Harry a terminar con el mal. Ya no hay nada que temer

Leah abrazo a su padre contenta de verlo de nuevo. Cuando se separaron, Leah vio el aspecto de su padre: estaba verdaderamente triste, pero parecía haberse librado de una enorme carga, se notaba en su mirada que había un problema que ya estaba arreglado. Tenía casi toda la ropa chamuscada y algunos nuevos rasguños en el cuerpo. Su rostro estaba lleno de polvo y tenía la varita enredada en el cabello, como de costumbre.

- A casa - dijo Leah. Charlie entendió que Leah se refería a La Madriguera

- Tía Muriel... En serio, muchas gracias. ¿Vendrá con...?

- Está vez no, Charles - respondió Muriel -. Cuando regrese a esa casa, me aseguraré de que no sean días trágicos

- Claro, nos...

- Adelante. Vayan con su familia - se apartó de la chimenea y le dió a Charlie polvos flu

- ¡A La Madriguera! - gritó con voz fuerte y clara. Desaparecieron de la casa de Muriel y aparecieron en la chimenea de los Weasley

Leah inmediatamente bajo de los brazos de Charlie para comprobar por sí misma que Fred estaba ahí. Pero cuando llegó a la sala, la verdad cayó sobre ella como el peso del cielo para el titán Atlas. Todos estaban ahí, incluso Harry y Hermione. Pero faltaba un Weasley ahí: Fred.

Charlie llego detrás de ella mientras a Leah se le llenaban los ojos de lágrimas. Todos los Weasleys presentes la vieron y comprendieron que Leah entendió todo.

- Leah - George fue el primero en hablar cuando vio el collar de Leah -... Fred no va a volver - terminó de decir cuando se acercó a ella -. Se terminaron los gemelos Weasley. Solo es George

- ¿Fred? - volvió a preguntar Leah en un susurro, se negaba a creer que Fred de verdad se había ido

- Ya no está - aclaró George en un susurro

La primer reacción de Leah fue pararse de puntitas para abrazar a su tío. Ambos terminaron llorando juntos, hasta que Leah se durmió, tantas horas esperando a su padre y apenas había comido, la dejaron exhausta.

Leah Charlotte Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora