Dragones

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Al día siguiente, la primera en despertarse fue Leah. Charlie lo hizo sólo porque ella estaba dando saltos en la cama.

- Leah, no crees que es demasiado temprano como para estar saltando, si mal lo recuerdo estos últimos dos días solo has estado saltando - le comentó Charlie

- Papi, papi, papi... - fue la defensa de Leah

- Como quieras, vamos a desayunar - y tomó a Leah y con ella bajo a la cocina a preparar cualquier cosa que cayera en el estómago -. Leah, no soy el mejor cocinero del mundo, pero trataré de prepararte algo que talvez te pueda gustar

Cómo Charlie no conocía los hechizos de cocina (o al menos no todos), tuvo que hacer un puré de frutas para Leah con sus manos. Gracias a que Leah lo despertó más temprano de lo que el hubiese querido, tuvieron tiempo de sobra para arreglarse y jugar un rato, ya que Leah se negaba a que Charlie le pusiera poción bloqueadora para el sol.

- Leah, vas a terminar como camarón si no te lo pones, y vas a estar llorando y yo, no voy a hacer nada - le advirtió Charlie a Leah, pero en cuestión de segundos cambio de idea -... No, como crees que haría eso, si verte llorar es los que menos me gusta - dijo Charlie imaginándose así de malvado

Después de que Leah accediera a que Charlie le pusiera la viscosa poción color azul cielo, tomaron las cosas necesarias y se fueron al lugar en el que Charlie cuidaba a sus dragones.

Cuando llegaron a la carpa que se encontraba cerca de la jaula gigante de los dragones, Charlie puso una silla desplegable para sentar a Leah ahí, y también le puso una mesita con grageas y un minilaberinto mágico para que se entretuviera.

- Leah, sé niña buena y quédate aquí, papá tiene que trabajar, si me necesitas grita Charlie, sí?

- Sí - contestó Leah

- Buena niña - le dio un beso en la mejilla y se fue con los dragones

A los segundos llegó un amigo de Charlie que trabajaba con él.

- Hola, pequeña, como te llamas? - le preguntó el amigo

- Leah Weasley - le contestó la niña probando una gragea sabor chocolate amargo, hizo un gesto bastante divertido

- Como no lo pensé, ni que fuera común ver personas pelirrojas aquí - dijo el chico entre risas por el gesto que hizo Leah -. Bien, me tengo que ir, no puedo dejar a tu padre sólo con los dragones, hasta luego bebé Weasley

- Hasta luego - repitió Leah

Y con la mirada vio como el chico avanzaba hacia la jaula.

Leah estuvo un momento ocupada en el laberinto cuando hubo un sonido que le llamó la atención. A lo lejos, vio que un ser bastante grande color negro avanzaba hacia su dirección. Cuando el ser se acercó lo más que le permitía la jaula, Leah vio que era un dragón, claro, ella no sabía que era un dragón.

A los minutos de contemplarlo, el dragón lanzó fuego en la dirección de Leah, ella más que asustarse comenzó a aplaudir.

- Ota vez, ota vez... - decía ella, el dragón solo la miraba con sus ojos amarillos

Después vio a alguien acercarse al dragón.

- Leah, a quien aplaudes? - era su padre que la miraba confundido, pues no sé hallaba nadie cerca, más que los magos que custodiaban los alrededores

- Eso, bonito, fuego - dijo Leah señalando al dragón

- Se llaman Dragones, amor

- Dwadones - trató de repetir

Leah Charlotte Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora