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La comida no era la gran cosa, de hecho, Patán se había encargado de "comprar" todos los ingredientes para el almuerzo. Mientras disfrutaban de tan delicioso almuerzo, hablaron sobre las cosas más chistosas que habían presenciado. Las risas no paraban al oír aquellas locas historias de ambos. Hiccup no podía estar más agradecido, en su vida nunca se imaginó enamorarse de alguien, pensaba que enamorarse de alguien no traía nada bueno y que solo era para perder el tiempo, pero su "teoría" cambió al conocerla. No podía dejar de verla ni por un día, y algo le decía que tenía que estar pendiente a cada rato, malos presentimientos a veces invadían su cabeza.

-¿En serio? Jaja... -reía Astrid, mientras el castaño le contaba una historia que había ocurrido con su amigo pelinegro.

-Tuvo la cara rasguñada por semanas. ¡Estaba deforme!- exclamó él entre risas.

-Pobre, que lástima por él.- comentó la chica bajando la intensidad en sus carcajeos.

-Sí, debiste ver su…- el Haddock fue interrumpido por cierta personita que se encontraba detrás suyo.

-¿Su qué? ¿Cara?- preguntó Patán enojado, al parecer tenía buen tiempo escuchando. Por otro lado, Patapez, quien se hallaba detrás de él, mordía su mano para que no se le escape la risa.

-¡Patán!… Hola, amigo- le saludó el ojiverde nervioso.

-Muy chistoso, cabeza de carnero.- arremetió el ojiazul, fulminándolo con la mirada. Sin embargo, al observar a la rubia, su semblante cambió a uno mucho más amigable y le sonrió- ¿Quién es la damisela?- preguntó tratando de olvidar el tema y enfocarse en la chica.

-Cierto.- murmuró, antes de carraspear- Ella es Astrid. Mi Lady, ellos son Patán y Patapez.- los presentó y la ojiazul alzó una ceja con gracia al escuchar tan peculiares nombres.

-¿Mi Lady?- preguntó el rubio con picardía mirando a su mejor amigo, quien se sonrojó levemente.

-Qué bueno conocerlos.- intervino la Hofferson para evitar el tema- Hiccup me dijo muchas cosas respecto a ustedes.- añadió con una amable sonrisa.

-Y a nosotros sobre usted.- sonrió el Jorgenson maliciosamente, tomaría venganza por lo que había dicho el castaño- Hiccup me ha dicho que usted es una chica muy hermosa y ya veo que no se equivoca.- eso hizo que el Haddock se sonrojara con más intensidad.

"Nota: Jamás le digas algo a Patán." anotó mentalmente, recordando lo que había dicho en la noche anterior.

† † †

Después de haberse despedido de Astrid y salir, literalmente, disparado, fue en busca de un poco de dinero y algunas cosas que al menos no enojarían a su jefe. Llegó casi a la media noche a su "hogar", más bien era un pequeño rinconcito con un colchón viejo y fundas de basura como sábanas. La lluvia en esa noche estaba un poco fuerte y hacía que temblara, al acomodarse vió que todos estaban ya en su quinto sueño, menos alguien.

-Llegaste y, otra vez, tardaste.- le reclamó el Ingerman, quién todavía estaba despierto.

-Lo siento, esta vez se me hizo más complicado.- se disculpó rápidamente.

-Sabes que no te creo, ¿verdad?- su amigo lo miró con suspicacia.

-No te estoy pidiendo que lo hagas.- se sentó en su colchón e iba a recostarse, pero se le ocurrió algo- Oye, Patapez… ¿Me podrías hacer un favor?- cuestionó y el rubio suspiró con pesadez.

-Suéltalo ya, Hiccup.- contestó.

-Mañana puedes conseguirme ingredientes para hacer un almuerzo, algo simple; dos platos, vasos y un mantel como decoración.- pidió, mientras hacía gestos con sus manos para "una mejor explicación".

† DESTINO DIVINO †Donde viven las historias. Descúbrelo ahora