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La lluvia cesó al comenzar la mañana, pero el cielo no demostraba nada bueno, el ambiente se sentía triste, cubierto por el rencor.

Astrid dormía en el pecho de su novio, quien la había llevado a su "cama" para al menos ponerla cómoda. Dentro de ella aún deseaba que esto fuera un sueño, no la realidad. Toda su vida era felicidad, con algunas adversidades dolorosas como la muerte de su padre. Fue difícil aceptar que ya no lo volvería a ver, que no estaría nunca más en este mundo, pero al fin y al cabo supo cargar con ese dolor y seguir adelante por él. Sin embargo, ahora su felicidad se había convertido en una pesadilla, un oscuro hoyo de engaños y falsedades.

Quería borrar lo que había visto, con sus propios ojos presenció todo. Su cerebro no ayudó, cada imagen se presentaba en su mente, poniéndola triste y furiosa. ¿Cómo pudo? Ni sabía cuánto tiempo le había mentido, su madre podía ser libre, conseguir a alguien más para ser feliz, lo único que Lagertha tenía que hacer era habérselo dicho. Verlos allí: Disfrutando del momento pensando que estaban solos, nada ni nadie que los interrumpiera, ni el propio perrito que estaba en el veterinario. Sentía rabia, pero dentro de todo eso sentía algo, no estaba del todo bien, un mal presentimiento se apoderó de su cuerpo, mente y alma.

La vida da sorpresas y, en este caso, no fueron las mejores. Tenía que hablar con ella, seriamente, porque de seguro ni trabajaba, solo la pasaba con ese hombre que la había maravillado. Fue así como su mente recordó. ¡Odín! Es el mismo hombre que la miró de reojo cuándo iba camino a la escuela, algo definitivamente no marchaba bien, ¿Por qué la miraba? Era novio secreto de su madre, no tenía derecho de seguirla, ni que fuera su padre. Malos presentimientos tenía y parece que pagaría caro. Esperaba que no, que sea una maldita pesadilla y que todo lo que sucedió se vaya de una vez a la mierda.

-Shhh, tranquila, no llores.- inconscientemente, unas lágrimas empezaron a caer desde sus ojos, Hiccup notó eso- Estoy aquí.- susurró y ella abrió los ojos, por desgracia todo era real, sí había escapado de casa.

-Buenos días.- saludó entre la tristeza y la pereza.

-¿Ya estás mejor?- preguntó él acariciando suavemente su mejilla.

-No, no era un sueño.- murmuró escondiendo su rostro en su pecho.

-¿Qué pasó, cariño? Tienes que estar en tu casa.- contestó preocupado.

-No quiero volver.- empezó a llorar y fue suficiente para que el castaño se enderezara sobre su colchón logrando que ella también se siente y ambos terminaron frente a frente.

-¿Qué sucedió, Astrid?- volvió a interrogar ya con más seriedad.

-Mi mamá estaba… Teniendo sexo con un hombre ayer.- reveló desviando su mirada molesta de los penetrantes ojos verdes de su novio.

-Mi Lady, los adultos hacen eso cuando se aman, no veo la razón de enojarse.- dijo él con una sonrisa de lado y relajándose.

-Yo sé eso, pero el punto es que no sabía que tenía novio.- refutó la ojiazul volviendo a mirarlo.

-Yo no sé qué decir.- Haddock tartamudeó un poco, no entendía completamente la molestia de su chica.

-No es necesario.- lo tranquilizó de inmediato- Pero es que me mintió, y hasta me enteré de que ni trabajaba.- añadió cruzando sus brazos sobre su pecho.

-¿Y el viaje que tuvo?- él alzó una ceja.

-Mintió para estar con él. Babe, si quiere tener a su lado a un hombre que la ame está bien, pero que me mienta es otra cosa.- bramó arrugando la nariz.

-Amor, deberías volver, preocuparás a tu madre. Sabes que aquí no es seguro para ti, aunque seas mi novia.- le pidió con sutileza colocando sus manos sobre sus muslos y acariciarlos delicadamente, aprovechando que ella tenía las piernas cruzadas y su cercanía.

† DESTINO DIVINO †Donde viven las historias. Descúbrelo ahora