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Lo que tan cerca estuvieron por hacer aquel día antes de separarse por semanas, esta vez dió un cambio, sí se llevó a cabo.

Se fueron acercando hasta que sus labios chocaron, formando un dulce y suave beso. Estaban tan perdidos de la realidad, ahora era otro mundo, un mundo solo de los dos. No era un sueño, lo estaban viviendo, experimentando por primera vez el sentimiento del amor. Aquel beso demostraba todo lo que sentían. Las palabras no existían para ellos, aquella cosa que alguna vez les pareció asqueroso o tan ajeno a ellos, ahora ya no lo era, ahora sabían cómo se sentía. Era como si no hubiese un mañana, como si el mundo se fueran acabar pronto.

No querían parar, por fin se habían demostrado su amor en un hermoso beso. Los labios de ella tenían un dulce sabor a vainilla, un montón de recetas caseras combinadas que lo hacían sentir felicidad. Los labios de él, eran una droga, droga que no hacía daño; pero conservando su adicción. Droga que la hacía querer estar cerda de él y no separase nunca. Sin embargo, todo tiene su límite, nuestro organismo tiene reglas respecto al oxígeno, y por ellos no se haría una excepción. Lentamente se fueron separando, tenían que respirar, pero, al rehusarse a separarse más de lo necesario, juntaron sus frentes y rozaban ligeramente sus narices.

-Te amo.- entre respiros agitados que trataban de regular su respiración, habló Hiccup, su cara demostraba felicidad al cien por ciento.

-Yo también te amo y mucho.- ella dulcemente le contestó, volviendo a besarlo rápidamente con un poco más de intensidad para luego separarse y acariciar su mejilla- Nunca me dejes, por favor.- pidió en un suspiro cerrando sus ojos.

-Jamás lo haré, ahora significas mucho para mí. No sería capaz de dejarte.- confesó abrazándola por la cintura y ella se permitió descansar su cabeza en el fuerte pecho del Haddock.

-Yo igual, sólo quiero estar contigo y disfrutar de ello lo más que pueda.- musitó Astrid en voz baja, pero lo suficiente para que él la escuche y sonría.

-Y ser felices juntos.- dijo él, antes de depositar un casto beso en su coronilla.

Los temores y las inseguridades a veces impiden decir lo que uno quiere, Astrid se prometió no volver a sentir que aquellos temores e inseguridades sean más fuertes que ella. Al principio se dejó derrotar, pero con esfuerzo logró levantarse y olvidarse de las cosas que la debilitan. Su miedo se fue, ya no había ninguna pisca de temor en su cuerpo. Fue reemplazado por el amor, todo su corazón latía diferente, por el nuevo sentimiento. Es verdad que es difícil creer en el amor de un ladrón con su víctima, ella está viviendo ese caso, y quedó feliz al saber que él sí la amaba.

-¡Oh, no!- se separó con velocidad del chico haciendo que éste la soltar y la mirara desconcertado; ella había recordado a su madre.

-¿Qué sucede, Mi Lady?- se atrevió a preguntar el ojiverde temiendo por un nuevo rechazo.

-Mi mamá hoy llega de su viaje, si se entera de que mi novio es un ladrón, juro por todos los dioses que me matará.- contestó de inmediato.

-Tranquila, yo podría hablar con ella.- propuso son una ingenua sonrisa.

-No te escuchará, mamá es muy dura en esos temas desde que papa murió.- reveló con un tono de voz más tenue.

-Lo siento.- musitó Hiccup por lo bajo tomando con delicadeza una de sus manos- ¿Hay algo que pueda hacer?- preguntó, no quería sentirse inútil en la situación y dejarle toda la preocupación y responsabilidad solo a ella.

-No lo creo, creo que tendrás que irte, llega esta noche.- dijo ella con un suspiro lamentero, un segundo después, su teléfono empezó a sonar.

-Deberías contestar, debe ser importante.- habló el ladrón soltando su mano para alejarse dos pasos y darle algo de privacidad, mientras ella veía quién la llamaba.

† DESTINO DIVINO †Donde viven las historias. Descúbrelo ahora