† DESTINO DIVINO †

† 32 †

-La quiero ver, no podría vivir con la idea de que la lastimaron por mi culpa.- le confesó el castaño a su padre una vez que estuvo a solas con él. Estaba aterrado, preocupado y desesperado; tanto así, que sus ojos ya estaban cristalizados.

-Te prometo que la rescataremos.- le aseguró Estoico manteniendo la calma por él.

-Pero que sea ahora, no quiero esperar hasta mañana. ¡No se puede!- exclamó frustrado, abriendo todo lo posible las palmas de sus manos, mientras estiraba sus brazos a sus costados.

Fue allí, cuando su primera lágrima furtiva rodó por su mejilla.

-Entiendo que estés desesperado, pero todo tiene que hacerse con legalidad.- le recordó el pelirrojo acercándose a él discretamente.

-No lo entiendes, jamás te sentiste así por salvar a la chica que amas, a la que te cambió por completo. Nunca sucedió eso con mamá.- refunfuñó Hiccup sin saber lo equivocado que estaba.

-En realidad, antes de hacernos novios y casarnos, sí sucedió algo parecido.- le corrigió el mayor sintiendo un nudo en la garganta al recordar aquellos sucesos del pasado. Sin embargo, tragó grueso al ver que la expresión de su hijo se volvía más seria.

-Eso no servirá conmigo, conozco tus mentiras.- dijo con una voz más gutural.

-No, sólo estás aún con dolor en tú corazón.- refutó Estoico tranquilo, mientras lo tomaba del hombro y sintió su cuerpo tensarse por su contacto- Cuando nos conocimos, ella tenía novio...- empezó a relatar, pero Hiccup lo interrumpió.

-No mientas.- bramó el muchacho alejándose de él.

-Su novio no vivía en la calle, pero era de una clase baja...- el policía siguió contando.

-Ya no sigas.- gruñó Hiccup por lo bajo, fulminándolo con la mirada.

-Era drogadicto, internó a tu madre en ese mundo...- Estoico no estaba dispuesto a deternse.

-¡Ya basta!- el ojiverde empezó a gritar.

-Una vez nos vimos y en ese momento me enamoré, yo era un simple novato en la comisaría...- a pesar de los reclamos de su hijo, el pelirrojo no paró su relato.

-¡Escucha de una vez! ¡No más mentiras!- gritó Hiccup con hartazgo, mientras se acercaba amenazante hacia su padre y tensaba la mandíbula.

-¡No son mentiras! ¡Pregúntaselo a tu madre!- le devolvió el grito, sólo porque no había nadie más en los alrededores, sólo estaban ellos dos- Nos veíamos seguido, salíamos juntos y yo le insistía que dejara esa mala vida. Después de tiempo en convencerla me dió la razón, quería dejar ese mundo. Su novio se enteró y la secuestró, yo tenía que pagar un monto totalmente alto si la quería viva.- siguió relatando e Hiccup se calmó.

El muchacho pudo ver, a través de los ojos desdichados de su progenitor, que no estaba mintiendo. Inhaló y exhaló profundamente y se sentó en una de las sillas que se encontraban en la vacía recepción, su padre se sentó a su lado.

-¿Y qué pasó?- se animó a preguntar, casi en un hilo de voz y mirando a un punto muerto en el piso.

-A casi una semana la rescatamos sin pagar el monto, tuve ayuda. Sabes, Hiccup, también tuve que esperar para rescatarla, tenían que hacer un plan preciso para arrestarlo. En ese lapso de tiempo, me sentía desesperado, alterado, no quería esperar… Pero, poco a poco, fui entendiendo que si lo hacía sin pensar en un plan, todo saldría mal. Por eso entiendo cómo te sientes, y por esa razón estamos haciéndolo rápido, gracias a algunas pistas que ustedes han brindado.- le contó pausada y calmadamente, quería que entienda a la perfección.