Parte 4

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Desperté agitada en la cama de mi habitación. Perdí la noción del tiempo, para encontrarme otra vez con la confusión en mi cabeza. Observé la ropa cubierta de lodo e inmediatamente recordé con detalles lo ocurrido. Salí de la cama para tomar una ducha rápida, y reunirme con mis padres en el lugar de la búsqueda.

Confío en que Dark cumpla su palabra.

Un momento después, agarré lo primero que encontré en el closet. Casi al mismo tiempo que el teléfono de la casa comenzó a sonar. Los nervios aparecieron, no deseaba escuchar malas noticias. Bajé corriendo por las escaleras, y dude antes de contestar.

—¿Hola?... —pregunte al levantar el auricular.

—Hija, ¡Lo encontraron! —Mi madre al otro lado de la línea lloraba de felicidad. Sentí un inmenso alivio de saber que Liam ya estaba a salvo—. Las autoridades dicen que se quedó dormido en una banca del Parque Moonlight, pero se encuentra bien, hija, está, vivo.

—Mamá, no sabes lo feliz que me hace escuchar esas palabras —lágrimas brotaban de mis ojos sin parar—. ¿Isabel ya se encontró con él?

—Sí, sí. No se ha separado de su hermanito ni por un momento.

—¡Qué alivio! ¿Stephen está con ustedes?

—Sí, estuvo esperando por ti, pero tu padre le dijo que te diera algo de espacio. Ya me tengo que ir, alguien más necesita el teléfono. Nos vemos en un rato. Te amo hija.

—Yo también te amo, gracias por avisarme.

Me despedí con una inmensa tranquilidad. Hasta que un estruendo que se originó en el sótano, cargó mi cuerpo de tensión.

¿Dark?, pensé.

Caminé hacia los gabinetes de la cocina, y saqué de nuevo el cuchillo de papa. Tomé el pomo de la puerta del sótano y me dispuse a bajar los escalones con cautela.
Escuché voces murmurando, y la Obsidiana ya comenzaba a quemar mi escote cada vez más fuerte.

"¿Dark?", exclamé antes de llegar al último escalón. Y en ese momento las voces cesaron.

—Evangeline... —un susurro llegó desde el sofá, y sin pensarlo dos veces, me acerqué.

Dark, se encontraba recostado en el viejo mueble, con una gran herida que cruzaba su pecho, con sangre brotando de manera descontrolada del corte, y desde mi posición pude ver parte de sus costillas. Sentí pánico al verlo y las manos ya me sudaban de los nervios. Todo su cuerpo se encuentra cubierto del líquido negro viscoso con mal olor, que observé en esa negra habitación donde estaba Liam. Luché para no vomitar, ahogando a propósito el grito de horror.

—¡Oh por Dios...! —exclamé nerviosa— ¿Cómo te ayudo?.

—Primero, baja ese cuchillo, ya te dije que no va contigo —se esforzaba por sonreír, entre tanto un hilo de sangre brotaba de su boca.

Coloque el cuchillo en el piso y corrí en búsqueda del botiquín de primero auxilio bajo el lavabo de la cocina. Para después subir al dormitorio a tomar sábanas limpias y algunas toallas. Regresando con una rapidez olímpica.

—Listo aquí estoy —comenté al colocarme a su lado.

No tenía idea de como proceder, me arrodille frente a él y con la toalla intenté limpiarlo. "No te duermas, por favor", le repetía entre dientes, una y otra vez. Pero vi como se desvanecía en la inconsciencia.
¡Tampoco te mueras por favor!, dije mientras levantaba el botiquín buscando cualquier medicamento que pudiera ayudarlo. Aunque en el fondo presentía que no sería suficiente, para..., un Demonio.

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