Parte 26

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"El infierno y sus matices".

Desperté tras descansar un par de horas, en las que Isabel no se separó de mí, en ningún momento. Permaneció despierta conversando con Talana. Ambas estaban sentadas en el suelo, bebiendo de una taza de algo similar a té de manzanillas con menta. Lo sé porque, al incorporarme, Talana me alcanzó un poco. Con el frío que hacía en la pequeña casucha, la bebida caliente caía como anillo al dedo.

—¿Te sientes mejor? —me consulto Isabel un poco más tranquila— Talana me explicó todo con detalle.

—¿Y qué piensas? —quise saber.

Isabel movió la cabeza en negación; —¡Es una puta locura! Ni siquiera sé cómo debo tratarte ahora.

—¿De qué hablas? —le reproche— Sigo siendo Evangeline. Tu mejor amiga con mal gusto para vestirse.

Isabel sonrió y me dio un fuerte abrazo. Se notaba que aún estaba procesando lo que sucedía.

—No podemos perder más tiempo lady. Lilith. Debemos iniciar con su entrenamiento.

—¿Entrenamiento?

—Tú misma lo dijiste. Te encuentras en desventaja.
Asentí. Ella tenía razón.

—¿Qué es lo primero que haremos? —pregunté.

—Lo primero que hay que hacer es salir de aquí. Es importante que conozca sus tierras.
Talana se adelantó y abrió la puerta, al momento de que una ráfaga de viento helado entrara al lugar.
Cuando salí, me encontré con un paraje de hielo, tan inmenso que se perdía mi vista en el horizonte.
Inmediatamente, supe donde nos encontrábamos.
¡Mi paraíso convertido en hielo!
No es una casucha. Es la cabaña donde pasé tantas noches con él. Con Lucifer.

!La tierra prometida enterrada en el infierno!

A unos metros se hallaba el Sauce cubierto de por una manta dé nieve. Las ramas caían de formas filosas. Era como ver dientes agudos.

—¡Qué tierras tan horribles! —exclamó Isabel entre risas. No me quedo de otra que reír. Pues también pensé lo mismo.

—¿Cómo conoces este lugar, Talana?

—Porque yo se lo mostré. Diosa Lilith —expresó Melior surgiendo frente a mí haciendo una reverencia. Llevando una capa color púrpura hasta el suelo y un sombrero de ala corta de la misma tonalidad. Cuando vio a Isabel a salvo, sus ojos destellaron. Ella se apresuró hacia él, besándolo con ternura en los labios. Melior la mantuvo en sus brazos como si no deseaba separarse jamás—. Perdóname por no decirte la verdad —agregó mirándome.

—Lord Melior —saludo Talana— Gracias por venir.

—¿Fuiste tú quien lo llamaste? —pregunté a la bruja con improperio.

—Yo no tengo las habilidades para enseñarle a utilizar su dominio, Lady. En cambio, Lord Melior, sí.

Divise a Melior. Por supuesto que necesito ayuda. De lo contrario, solo sigo siendo una humana a punto de morir.
—Está bien —exclamé con serenidad—. ¿Comenzamos?
Vi como los hombros de Melior se relajaban, a pesar de que intentó ocultarlo. Él hizo aparecer en sus manos el delgado libro que hace unos días mi madre me había mostrado. Donde hablan de cómo dominar la mente.

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