Parte 30

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EVANGELINE
Una vez que todos permanecieron en silencio, un escalofrío brotó por mi cuello. El peligro se extendía en cualquier sentido. En uno de los tronos se hallaba una robusta mujer de gran boca y dientes pequeños, pero afilados, la cual me miraba como si fuera un dulce manjar para su paladar. Melior la saludo como Raven, reina de la gula. Ella se notaba impaciente. Exigía conocer la identidad de mi persona. Aunque deduzco que ya sabía esa respuesta.
Al lado de Melior había un hombre de complexión flaca, mal encarado y vestido con un traje de cuadros color negro y rojo. Se presentó como Belfegor, el rey de la ira y la pereza. Ni siquiera se dignó a verme, cuando inmediatamente bostezo pidiendo que me largara.
Contemplé como los puños de Dark se tornaban blancos, los presionaba con fuerza. Neftaly al escuchar las palabras sonrió con arrogancia. Es evidente que ese demonio es su aliado.

—Y entonces, ¿quién eres? —cuestionó Shae. Reina de la herejía. Su hermoso vestido amarillo me recordaba mucho a Talana. Ella habló con curiosidad. Manifestando gran interés en mis palabras.

"Ahora invitamos a los hijos del hombre a nuestro paraíso". Exclamó un hombre alto, de flacas mejillas y una cicatriz de tres garras que acicalaba su rostro. El individuo arribó a espalda de nosotros. El atuendo completo de su vestimenta parecía estar compuesto por una piel de serpiente de tonalidad verde.

—Bienvenido a mis tierras, Astor. El rey de la estafa —dijo Melior en tono burlesco. A lo que el demonio lo divisó asqueado. Como si Melior no fuera más que una vil basura. Sin duda, este tampoco sería nuestro aliado.

—El rey de la avaricia no estará presente —señaló Astor al pasar por mi lado, sentándose en su trono, al lado de Raven—. Dijo que tienes cosas más importantes que hacer, que un absurdo baile —prosiguió.

—No es nada raro en él —añadió Melior—. No sabe lo que se va a perder —expresó con una sonrisa. Esa era su señal de que ya podía comenzar con mi elaborada presentación.

Eros me soltó la mano y se acercó al oído —. Recuerda que eres Lilith, la diosa del infierno. Y antes de alejarse beso mi mejilla. En el salón hubo un grito ahogado de los súbditos, seguidos por murmullos.

—¡Cállense ya! —grito Dark golpeando su trono hasta hacer temblar el piso bajo nuestros pies. Apagando cada sonido en el salón.
Eros se sentó al lado de Belfegor, e inmediatamente, este comenzó hablar.

—Qué bajo has caído, Eros. Pensé que eras más inteligente. Traer a una mortal y colocarla en nuestras narices, ¡es un insulto!

—Si querías traer una puta del otro plano, debiste elegir una mejor —añadió Astor.
El demonio no terminó su pronunciación, pues Dark sin quitarme la mirada de encima, lo arrojó contra una de las columnas con un chasquido. Todos se quedaron de boca abierta. Al parecer no era necesario que yo hablara para que ellos se eliminarán entre sí.
Astor se levantó sacudiendo su traje con ira, pero sin decir nada. Se colocó frente a Dark y le hizo una inclinación.

—Discúlpate en este momento, Astor —indicó Dark con una amarga expresión.

—No es necesario que me defiendas —aclare—, yo misma puedo hacerlo.

Dark sonrió al escucharme y Astor me miró de arriba abajo con furia, para luego regresar a su asiento.

—Dime, hija del hombre. ¿Qué haces aquí? —inquirió Raven, relamiendo sus labios con lujuria.

—Me presento —hablé haciendo una breve reverencia grotesca y dramática— Mi nombre es Lilith, Diosa del infierno. Legítima heredera del infierno. Creada a imagen y semejanza del hombre. Responsable del pecado original. Mia es esta creación.

La mayoría de los presentes rieron como si fuera broma. A excepción de los que claramente sabían que no era así.

—No eres más que una humana con algún toque del creador. Tus aires de grandeza no me interesan. ¿Qué es lo que quieres? —preguntó Belfegor rodando los ojos.

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