Parte 8

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Siguen pasando los días sin saber nada de Dark. Y después de mi nada agradable encuentro con Neftaly, preferí dejar de ir al lago y olvidar todo lo relacionado con ellos. Mi vida se pone de cabeza cada vez que aparecen.
Había llegado el momento de dejar eso en el pasado y disfrutar del presente con las personas que me aman.

Además ya comenzaba a sentir que todo regresaba a su lugar. Liam volvió a hacer el mismo niño feliz de siempre, y aunque Isabel sigue distante evadiendo nuestro encuentro cada vez que salimos de clases, decidí darle su espacio. "Cada quien procesa de manera diferente un evento como ese", fueron las palabras de mi madre unos días atrás, y quizás tiene razón.

Por otro lado, la relación entre Stephen y yo se ha vuelto más fuerte, y aunque sigue con la dudas de quien es Dark, ya con el tiempo se le pasará.

El Día de mi cumpleaños llegó sin pena ni gloria, en una situación normal, Isabel hubiera tumbado mi puerta a la medianoche con un pastel en la mano y un escándalo levantando a todos los vecinos. Solo para desearme feliz cumpleaños.
Pero este año no fue así...

"Cumpleaños Feliz, te deseamos a ti, cumpleaños Evangeline, cumpleaños feliz...". Mis padres entraron muy temprano con un pequeño pastel, que tenía trozos quemados a los lados.

—Pedí que no lo hicieran —les reproché al abrazarlos.

—No todos los días se cumplen dieciocho —exclamó mi madre, feliz.

—Ahora sí tienes mi permiso para salir con el muchacho —dijo papá entre bromas.

Les agradecí al abrazarlos nuevamente con fuerza. Aunque he tenido bajas y altas con ellos, siempre han querido lo mejor para mí.

—¿Y entonces, en esa cena que tienes hoy con el muchacho aquel en su casa —preguntó papá con interés—, ¿estarán sus padres?

—¡Por supuesto que no papá! —exclamé con cara de fastidio. Su quijada casi se cae al piso.
Y yo moría por reírme, pero me aguanté.

—No se te ocurra decir nada —replicó mi madre—, acabas de dar permiso para que ella saliera con Stephen, así que no hay vuelta atrás.

Mi padre cerró su boca, mientras mi madre lo sacaba de mi habitación con pequeños empujones.
"Mucho cuidado", decía bajando las escaleras con el pastel.

—No le hagas caso. Cree que Steve te pedirá matrimonio hoy, ja, ja, qué tontería. Le dije que aún están muy jóvenes —mi mamá me hablaba doblando las sábanas encima de la cama.

—¡Qué exagerado! Apenas es nuestra primera cena y ya me está cansando.

—Lo mismo le dije. Mínimo Steve esperará a que te gradúes de la Academia. Él sabe que eso es muy importante para ti.

—Hay mamá, por favor, quizás ni siquiera estemos juntos en ese tiempo. No es como si se fuera a vivir a California. Stephen fue aceptado en Harvard Crimson desde hace mucho, yo misma le entregué los papeles.

Mi mamá me sonrió con ternura.

—Uno nunca sabe... —agregó volviendo a doblar las colchas—. ¿Te ayudo a elegir el vestido para hoy? —preguntó.

Antes de responder papá llamó a mi puerta. Entrando a la habitación con dos cajas blancas en sus brazos.

—Llegó este paquete para ti, hija.

Todos nos sorprendimos.

—¿Para mí?, ¿quién lo envió? —pregunté curiosa al acercarme.

—La tarjeta dice Sr. y Sra. Miller.

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