Parte 11

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"Incluso el infierno tiene sus héroes"
-Anónimo.

DARK

Me encuentro constantemente en pelea con mi alma. Ella no está de acuerdo con su absurdo destino. Es tan obstinada que se niega a dar un paso atrás. Si tan solo entendiera que no hay más opciones, que es la única forma de controlar las legiones. O de lo contrario seguirán escudriñando el otro plano, dejando solo muerte a su paso.
Si eso solo lo hacen un par Helldog's, entonces, ¿qué podrían hacer hordas completas?

De pie frente al espejo, en esta ostentosa habitación, replica barata de la creación, aun no puedo entender por qué mi hermano Eros insiste en vivir rodeado de mal gusto.

—Oh. Aquí estás mi querido Dark —Melior entró a la habitación con un sombrero de terciopelo color rojo en la cabeza. Haciendo juego con su atuendo. Con su estilo sutil y relajado pareciera que nada lo perturbaba. Quedamos frente a frente viéndonos vestidos ridículamente elegantes—. No sabía que disfrutabas tanto el hogar de Eros. ¡Vamos! Las grandes habitaciones cubiertas de oro por doquier... Es tan..., antiguo!

—Lo mismo pienso —sonreí al verme de nuevo al espejo. Este traje es particularmente incómodo.

—¡Déjate ya el cuello! El traje te queda a la perfección —dijo Melior sentándose en la cama—. Tu preocupación es ella, ¿cierto?

Intenté ignorar sus palabras. Pero duró poco.

—¿Ella estará bien? — pregunté escondiendo los nervios tras la fachada de un rostro sin expresión.

—Si, bueno. A ella no le pasará nada. Puede que por ser luna nueva tenga algunas pesadillas. Pero en el momento que se rompa el vínculo contigo, olvidará todo lo que vivió junto a ti estas últimas semanas. No recordará absolutamente nada.

¿No me recordará? Pensar en eso es una cruel agonía. Tampoco es como si fuera algo nuevo para mí. Ella nunca me ha recordado en ninguna de sus vidas. Solo sucedió en esta.

—¿Le dolerá?... A la hora de romper el vínculo..., ¿va a sentirlo? —Melior notó la inseguridad de mi voz.

—Dark. Ella no sentirá ningún dolor mientras se encuentre en su plano. Mañana al despertar sentirá un vacío en su pecho. Como que algo le faltara. Pero vivirá con eso y estará bien. Cualquier cosa es mejor que vivir encadenado a este infierno.

—Eso no es exactamente "estar bien" —respondí con ironía.

—Es hora de que la dejes ir. Tu destino le pertenece a Neftaly. Siempre fue así. No, le puedes ganar, Dark. Lo sabes, no a él.

—¿Qué es lo que ocurre? —mi tono de fastidio es evidente—. No creo que tu interrupción sea solo para repetirme, al igual que todos los demás cuál es mi destino.

—No. Por supuesto que no. Me temo que mi presencia significa malas noticias. Súbditos de todos los Rings se han posicionado en las afueras del primer palacio. Quieren ser testigos de tu unión.

—¡Eros!... —gruñí entre dientes.

—Sí, ya lo sabes. Típico de Eros. Quiso hacer de esto un espectáculo. Y al parecer lo logró. Lo que quiero sabes es... ¿Todo estará bien? O, ¿preparó el plan b? —se notaba la tensión en los hombros de Melior.

—No te preocupes, Melior. Hoy acabará todo.

— O comenzará. Uno nunca sabe...

Di unos pasos hacia él mirándolo fijamente.

—Quizás sabes algo que yo no —repliqué.

—Dark. No es como si no te dieras cuenta del peligro que se acerca. Cada gota de mi maldita sangre me está advirtiendo que necesitaremos un plan b.

—¿Qué puede pasar? ¿Las legiones? —hablé con firmeza apartando de mi camino un mueble de fina madera—. Una vez que concrete el vínculo, todo terminará.

—¿Seguro? —expresó Melior con preocupación—. Por milenios los rumores han corroído los corazones de los súbditos. Muchos piensan que de ellos debería ser el paraíso destinado para los hijos del hombre. Y quizás tengan razón. No es como si la diferencia con el infierno fuera desproporcionada. La maldad que existe en ese plano se ha acelerado. Las líneas de tiempo del destino están borrosas en mi memoria.

—Crees que condenar al hijo del hombre por cumplir un destino que ya fue escrito para él, ¿es justo?.

—Dark. Yo no soy tu enemigo. Mi opinión hacia lo que me preguntas es más que evidente. Por eso estoy a tu lado. Puede que tu unión con Neftaly aplaque un poco la tensión. Pero las legiones seguirán avanzando en el otro plano. Siguen reportándose más desapariciones. Sin contar los rescatistas que aún no aparecen.

—No te preocupes. Yo me encargare. Pero tienes razón —dije al darle la espalda y caminar a la salida de la habitación—, prepara el plan b. Yo también percibo el cambio...

Melior caminó a mi lado y salimos del cuarto para llegar al gran salón. Solo una puerta nos separa de la capilla, donde romperé el viejo vínculo y crearé uno nuevo con Neftaly. Tal sortilegio solo se puede hacer a través del dominio. Cuatro presencias que dominen a la perfección los elementos. Melior domina el aire, Eros el agua, Neftaly la tierra, y yo, el fuego. El gran libro contiene las palabras exactas para eliminar cualquier promesa o maldición del pasado. Pero el miedo de no sentirla a ella nunca más crece en mi pecho. Observé a Neftaly con su vestido gris al lado de Eros. Su estampa segura hacía temblar hasta al más fuerte. En su mirada violeta, reina la violencia. Haciéndole honor a su respectiva casa.
Ella me miró con esperanza. Como si creyera que yo pudiera salvarla de su infierno.

—Querido Hermano —exclamó Eros al acercarse con una falsa sonrisa. Yo más que nadie imagino la satisfacción que tiene en estos momentos. Por fin el destino me doblegó—. Qué elegante te ves hoy. Déjame informarte que los reinos se juntaron en las afueras de mi castillo junto con las legiones. Que rápido se corrió la voz. Todos esperando la unión prometida. Es como un cuento de...

—¡Cállate Eros! No perdamos tiempo. Es hora de comenzar.

Los ojos de Eros repasaron el vestuario de Neftaly y luego me miró con un brillo de envidia en ellos.

—Lo que usted diga mi lord —agregó en tono de burla.

Ni siquiera sabíamos si funcionaria. Romper la unión de las almas es una cosa, pero impregnarme a otra por obligación, aún está por verse.

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