Parte 12

45 3 0
                                    

"El camino del infierno parece un cielo."
F.Q

✦ ✦ ✦

El golpe de la caída hizo crujir cada parte de mi cuerpo mientras el dolor de cabeza era tan fuerte que hacía imposible incorporarme. Me encontré con Isabel acostada al lado e intenté despertarla con el movimiento de mi mano, pero bastó solo un par de segundos para que el ardor en el pecho me dejara sin respirar. Haciéndome quedar inmóvil en el frío piso. Percibí lo caliente de la sangre brotar de la nariz, y el sabor a hierro al llegar a mis labios. Deseaba gritar tanto como pudiera, sin embargo, la agonía del dolor quedaba atrapada en la garganta.

"¿Qué demonios ocurre? ¿Dónde estoy?" murmure entre dientes.
Entretanto, podia notar en lo borroso de mi visión una figura acercarse.

—Evangeline, ¿está bien? —Melior colocó su mano encima de mi pecho enviando bocanadas de aire a los pulmones a través de su dominio. Note el desconcierto que había en su rostro—, así que tú eres el cambio... —exclamó con una sonrisa en su rostro antes de sumergirme nuevamente en la oscuridad.

✦ ✦ ✦

Abrí los ojos en una habitación que no era la mía. Mis pulmones aún ardían y sentía dificultad al respirar. Me levanté de inmediato visualizando el lugar donde me encontraba.
En el interior, había muebles elegantes tallados en madera, cubiertos de una tela azul cielo con bordados de hilos dorados en forma de rosas. La pared cubierta de papel tapiz blanco presentaba unas espirales en forma desordenada.
Pensé en lo fuera de lugar que se veía en un cuarto tan elegante.
Pude apreciar como las columnas y techos altos siguen el patrón renacentista. Sin duda es aristocracia. Parece de la realeza. El enorme candelabro de cristal en medio del cuarto alumbraba con calidez.
Ver eso me hizo extrañar a Stephen. Debo regresar a casa.
Un gran espejo refleja mi cuerpo en una de las paredes. Tan ridículamente grande que reflejaba todo alrededor. Mi delgada figura está cubierta por una tela blanca, sin rastro del harapo lleno de lodo que cargaba en la montaña.
"Seda", dije al tocarla. Un vestido de seda y mangas largas con bordados. Ajustado cómodamente. Sus patrones dorados eran en forma de pétalos. Bellísimo, pensé.

Visualice como mi reflejo se distorsionaba antes de que Eros saliera a través del espejo. Di un paso atrás por el impacto que me causó ver tal imagen. Su forma de vestir lo hacía ver elegante y siniestro. Un traje azul oscuro con corbata del mismo color. Finamente planchado y bien arreglado. Su cabello peinado despejaba el atractivo rostro. Revelando con una sonrisa uno de sus colmillos.

—¡Qué manera tan hermosa de recordarte! —dijo quedando frente a mí haciendo un ademán en sus manos bastante dramático.

—¿Dónde estoy? ¿Dónde está Isabel, Eros? —pregunté ignorando sus palabras.

—Tu amiga se encuentra con Melior. No te preocupes por ella. Él también ha vivido mucho tiempo entre los hijos del hombre, así que mejor que nadie sabe como tratar a un mundano —respondió al sentarse con las piernas cruzadas en uno de los elegantes muebles—. ¿Fue la Obsidiana la que te trajo hasta aquí?

Asentí tocando el guardapelo.

—Lo puedo percibir —manifestó Eros, y vi como su rostro se iluminaba con vileza. Definitivamente, todo rastro de paz y amor se había esfumado—. Te noto, confundida mi palomita. Por si te preguntas dónde estás, pues te encuentras en mis tierras. Entraste con tu amiga sin invitación, interrumpiendo una ceremonia muy importante. Por eso el consejo ha pedido la cabeza de ambas.

CLARO DE LUNA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora