Parte 29

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Una vez que las invitaciones del baile fueron enviadas, Melior e Isabel debieron partir a las tierras de la lujuria para preparar el acontecimiento. Deben recibir a los demonios mayores. Las horas de espera se hacían interminables y Talana no se movió de mi lado en ningún momento. Ambas nos encontramos en una habitación del palacio de Eros.
Sentada en la cama, pensé en regresar a mi plano y vivir lo que me quede de tiempo al lado de mi familia y Stephen.
¿Quedaría como cobarde? ¡Sin duda!
¿Pero en qué momento caí al fondo de la maraña del infierno? Me cuestionaba.

—De nada sirve lamentarse por el pasado —habló la bruja quien parecía leer mis pensamientos. Ella hallaba serena, como si nada le alarmara. Por otro lado, yo no dejaba de temblar de los nervios—. Si entra a ese baile, con esas inseguridades, será un desastre —agregó.

—¡Tienes razón! —respondí— ¿Ya habías estado en estos bailes? —pregunté para cambiar la conversación. Ella asintió— ¿Y qué tal?

—Bueno... Hay mucho libertinaje —anunció riendo—, ¡mucho!... Pero más allá de eso, las decisiones que se toman allí, son cruciales. Usted debe ser firme. Y por nada de lo que le digan, baje su rostro. No todos son tan buenos como Lord Melior, o Lord Eros. Algunos son despiadados. Malvados realmente. Tratarán de burlarse y minimizar su existencia. Al final, usted sigue siendo un híbrido. Mitad humana, mitad demonio. Hay quienes piensan que no es digna de gobernar. No se deje. Usted es Lilith. La diosa del infierno.

"Como pase de ser una simple estudiante de secundaria con malas calificaciones, a ser la infame Lilith. Diosa del infierno"

—¿Se encuentra bien? —inquirió Talana tocando mis mejillas— Está hirviendo en fiebre —añadió caminando hacia la mesa. Y sin perder tiempo coloco en mis manos una taza con Solárium—. Tómelo por favor. Su energía vital se desvanece con más rapidez.

—¿Cuánto me queda de vida? —mi pregunta le cayó de sorpresa a la bruja. La cual se quedó inmóvil sin emitir sonido. Tomé un sorbo de la bebida y me recosté en la suave almohada. Percibía la debilidad con la que latía mi corazón.
¡Estoy muriendo! Lo sé.

—No creo que sea necesario...

—¡Dímelo! —exigí saber.

—Días... —terminó por decir— Mientras más usas el domino, se desvanece la manera de controlarlo, teniendo que usar más energía vital. En tu condición de salud actual, es como envenenarte un poco, cada vez que lo utilizas. Terminarás muriendo en cualquier momento.

—Entiendo... Aunque no creo que necesite tanto tiempo para acabar con Neftaly.
La bruja intentó hablar, pero luego cerró la boca.

Al pasar unos minutos en donde ninguna de las dos volvió hablar, una voz masculina nos interrumpió desde el otro lado de la puerta.

—Lord Eros —dijo Talana al abrir.

Me levante de la cama y pude apreciar a Eros. Parece un príncipe. Pero de esos que te apuñalan por la espalda. Lleva un traje blanco con diseños en azul claro en las mangas. Sus ojos azules refulgían vivamente. No había duda de que Adam fue un ángel más.

—Mi querida Lilith. Te ves impresionante —insinuó al verme—. Pero hasta para mí, es un vestido algo atrevido. Supongo que va en tu sangre —apuntó tomando mis brazos y apretando hasta que se hizo presente en el la negra sangre recorriendo mis torrentes.

—¿Nos vamos? —exclamé al soltarme de su agarre.

—Recuerda que debemos hacer amigos. No, enemigos. Así que por favor compórtate —cotorreo, mirando mis pechos más de lo habitual.

—¿Te gusta lo que ves? —dije sonriendo con picardía. Eso pareció incomodarlo. Una cucharada de su propia medicina. Pensé.

—¡Ja! Quisieras tú —dijo sarcásticamente antes de que desapareciéramos.

Al instante, surgimos en un largo pasillo lleno de telas que caían del techo de diferentes colores. Señal de que estábamos en las tierras de la lujuria. Una gran puerta color rojo intenso se alzaba delante de nosotros. Esperando para ser abierta.

—¿Preparada? —preguntó Eros, que por más que quiso ocultar su inquietud le fue imposible.

—¡Lo estoy! —respondí al momento de que las grandes puertas se abrieran para nosotros.

Dentro del salón todo se detuvo. Incluyendo las voces. Eros tomó mi mano y comenzamos a caminar.
Como si de reyes se tratara, frente a nosotros había una fila de tronos los cuales estaban parcialmente llenos. Fue imposible que mi mirada no se fuera hacia Dark. Con su imponente estampa en medio de todos. Vistiendo un traje negro de gran capa. Veo que, por primera vez en mucho tiempo, arregló sus cabellos. Su frente despejada por el peinado, lo hace ver más dominante. Pero sin dudas, prefiero sus lindos rizos cayendo en su rostro.
Observe como Neftaly se removía incómoda a su lado. Lleva un vestido blanco con dorado, que la hace parecer Afrodita. Tomó de la mano a Dark, quien inmediatamente la soltó con rudeza. Pero esto no pareció molestarle, al contrario, con una gran sonrisa se acercó nuevamente a él, susurrando quién sabe qué cosa en su oído. Ese gesto hizo que me sobresaltara de la rabia, y Eros lo notó.

—Cálmate, palomita —opinó Eros entre dientes—. O ella notará tu debilidad.

—¡La mataré! —dije. Sientiendo como la furia burbujea en el estómago.

—Y no espero menos de ti. Pero si acabas con Neftaly, aquí, todos moriremos. Incluida tu amiga mortal.

En ese momento miré a Isabel de pie al lado de Melior. Él jamás dejaría que algo le pase.

DARK

A pesar de que sabía que estaba en buenas manos, no había tenido noticias de ella. Pero era evidente que su siguiente paso sería este. Un baile en busca de alianzas.
¡Es tan típico de Eros!...
Quisiera hablarle. Decirle que nada de esto importa si ella... Si ella muere. Sé que jamás me perdonará. Pero prefiero que viva sin perdonarme. A que muera por mi culpa.
La admiré al entrar con su largo vestido color rojo, haciendo contraste con su piel blanca. Hermosa no es una palabra que describa la pura belleza de su imagen. Su esbelta figura se transparentaba a través de la clara tela. Luciendo despampanante ante todos. Sus ojos y cabellos ardían como el fuego. Siempre tan segura de sí misma. No hay duda de que pertenece a este lugar.
Ella es la encarnación de la Diosa del Infierno. No temerá ante nadie. Y Neftaly a mi lado, lo sabe muy bien. Pues escuché cómo su respiración se entrecortaba al ver llegar a Evangeline.
Observe como Eros la tomó de la mano con su rostro de satisfacción. Sé muy bien que solo me está provocando. Y qué bien le salió la jugada. Porque en ningún momento aparte la vista de ellos dos.
Mientras mis hermanas y hermanos murmuraban a mi alrededor. Yo solo podía pensar en la manera de borrarle la risa a Eros de un puñetazo.

¿Estás bien? —preguntó Melior a mi lado, luciendo incómodo y bastante preocupado. Pues era en sus tierras, donde posiblemente se alce la guerra. No respondí a su pregunta, en cambio, aviste a Eros con furia—. Sabías que esto iba a pasar —me reprocho Melior en un susurro.

—¡Lo mataré! —exclamé cerrando los puños.

—Cuidado con lo que dices, querido —Neftaly intentó tomar mi mano pero al instante la retiré. Y luego, acercándose a mi oído con una dulce, pero terrible, sonrisa, prosiguió—. O pensaré que me estás dando la espalda.

La miré con repulsión. Los rumores de que tenía al chico Stephen encerrado en sus tierras, era bien sabido. No tenía duda de que fuera así. Pero no podía interferir. No sabía bajo qué condiciones habían pactado. Pero hoy mismo lo averiguaré.
Sonreí ocultando mis sospechas. Neftaly es una bomba de tiempo. Provocarla en este momento sería comenzar una guerra necesaria.

—¡Qué tonterías! —hablé evitando mirarla.

Eros se detuvo frente a todos, demostrando su respeto al hacer una leve inclinación.

—¡Como siempre, llegando tarde! —recalco mi hermana Shae con una expresión de fastidio al lado de Neftaly.

—Mi querida y amada hermana Shae. Mi bruja preferida —replicó Eros con un guiño. Shae sonrió, ella es una potente aliada de Eros. Pues su afinidad con él ha trascendido milenios.

—¡Basta de palabrería! —exclamó Raven desde el otro extremo— Quiero que me presentes a la hija del hombre que traes a tu lado —exigió saber la gobernante del reino de la gula.

Todos en la sala callaron los susurros. Ahora, todas las miradas estaban puestas en Evangeline.

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