Parte 20

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DARK

Particularmente trato de evitar entrar al Second Ring. Si no te controlas aquí puedes perderte entre la lujuria. Para algunos no está nada mal. Pero para los demonios como nosotros, el descontrol es la perdición. El pecado de este sitio te atrapa en sus garras sin dejar escapatoria.
Y eso es exactamente lo que le está ocurriendo a Evangeline en estos momentos. Se deja llevar por sus instintos. Lo percibo en el modo de verme. Aunque para ser honesto... Me pasa igual.
Quisiera perderme entre su suave piel y no dejar ningún espacio sin tocar, sin besar y sin sentir. Diría que el atuendo que lleva es excesivamente ostentoso. Pero no es así. Es perfecto para ella. Se ajusta en los lugares correctos haciendo sobresalir su gran belleza.

—Concéntrate, Lord Dark. O creeré que te estás dejando llevar por el placer —susurro Melior al aproximarse con una sonrisa de complicidad.

—No entiendo de qué hablas —exclame más fuerte de lo que me hubiera gustado. Atrayendo así la atención de las chicas que hablaban a unos metros.
Mientras estemos aquí trataré de alejarme lo más que pueda de Evangeline. No quisiera que ella se vea expuesta a hacer algo de lo que se arrepentirá una vez que pase el efecto de este lugar.

—¿Cómo saldremos del palacio sin que tus súbditos nos vean? —le pregunté a Melior.

—Utilizarán los túneles de escape. Ustedes dos —manifestó señalándome junto con Evangeline— se adelantarán y saldrán a los límites de la fortaleza. Una vez allí los estaremos esperando para cruzarlos a tierras saladas. Isabel y yo..., estaremos con el otro plan.

—¿Plan? —inquirí desencajado. En la cara de ese par se veía de todo menos ganas de planear.

—¿Pero cómo vas a hacer con Isabel? —indagó Evangeline.

—Por suerte a Isabel no la buscan las legiones —agregó Melior—. Estando ella a mi lado puede pasar como una de mis amantes... Acompañante, quise decir —aclaró rápidamente mientras Isabel lo asesinaba con la vista—. Trata de que no los vean —Melior hizo aparecer dos capas con capucha color negro—. Aquí tienen. Esto los ayudará a pasar desapercibido. O bueno, eso es lo que espero.

—¿Estás seguro de esto, Melior? —le reproché entre dientes—. No puedes dejarme solo con ella. No aquí.

—¿Es cobardía lo que oigo? —replicó muy sonriente—. Ambos estarán bien, no hay nada mejor que unas cuantas horas a solas para solucionar cualquier problema.

"¡Esto no es para nada lo que había pensado!"

—¿Y si nos ven? —preguntó Evangeline con inquietud.

—En ese caso... —hablo Melior con seriedad— Dark sabrá qué hacer.

Luego de prestar atención a las indicaciones de Melior. Evangeline y yo decidimos marcharnos según lo planeado. Nuestra meta es llegar a las tierras saladas. Terrenos en los que ni siquiera los Helldog s se atreven a entrar. Los Monstruos que yacen en ese lugar no es comparable con nada que el ojo humano haya visto. Los espectros que existen ahí, nacen de las tinieblas y acechan en la oscuridad. Hasta los demonios le temen.
Será peligroso, pero es la única manera de pasar por otros reinos sin ser detectados. La bruja Talana es la única que puede tener las respuestas para salvar a Evangeline.

—¿Tu "palacio" también es como el de Melior? —pregunto Evangeline a mi lado. Podía notar en sus ojos como se iba apagando la chispa de la vida. No tenemos mucho tiempo antes de que su corazón deje de latir.

—Me temo que no. El mío es más... Aburrido —repuse bajando las escaleras hacia las mazmorras.

—Ya me lo imagino todo gótico como tú —exclamó entre risas. Por más que quise relajarme en ese instante, sería mala idea. Es evidente la tensión que se acumula entre nosotros—. Ellos no se quedaron haciendo planes, ¿cierto?. Me refiero a Melior e Isabel.

—No —comenté sin hacer contacto visual.

—¿Qué te hice? —cuestionó Evangeline al detenerse—. Hace unos minutos estabas bromeando conmigo y ahora ni siquiera me ves a los ojos.

—Quiero que salgamos lo antes posible de este lugar. Sin cometer ninguna estupidez —dije con firmeza.

—¿Estupidez? ¿Te refieres a lo que dijo Melior antes? ¿Acaso me estás evitando?

—Algo así.

—¿Qué? —habló Evangeline con indignación— Nunca me acercaré a ti de esa manera Dark. Si eso es a lo que le temes, puedes estar tranquilo.

Me detuve para mirarla. Y note que a pesar de la poca luz, su cabello resplandecía como fuego.

—Pero yo no temo por mí —le expresé cerrando la distancia con ella. Dejando que mis palabras se deslicen en los labios sin importar las consecuencias—. Temo por ti. Y por lo que yo pueda hacerte estando tan cerca —observe como bajaba su mirada hasta mi boca y luego regresaba a los ojos. Ella intentó dar un paso atrás. Se resistía. Y yo debía hacer lo mismo—. Lo siento —dije levantando el pedazo de madera del suelo que servía como puerta de la próxima salida—, es lo que pasa cuando te desconcentras aquí.

Ella fingió una sonrisa.

—Sí. Ya me doy cuenta —agregó bajando las siguientes escaleras. Caminamos en silencio por algunos minutos dentro de un angosto pasillo. Hasta que nos comenzamos a sentir otra vez intranquilos—. Esta mujer Talana —prosiguió Evangeline— ¿Quién es en realidad? ¿Por qué simplemente no pudiste llamarla como a Melior?

—Ella es una bruja. Pertenece al Ring de la herejía. No puedo sacarla de su lugar de origen sin una invitación. Y si hago eso... Tendría que darle explicaciones a mi hermana Shae, quién es la que reina de esas tierras.

—¿Shae? No sabía qué tenías una hermana —indico con interés.

—En realidad tengo dos. Shae, a quien pertenecen las tierras del Sixth Ring. Y Raven —rodé los ojos con fastidio—, quién es la reina del próximo círculo que veremos.

—¿Ese como se llama? —cuestionó ella entrecerrando los ojos—, el otro círculo.

—El Third Ring. El reino de la Gula.

Evangeline abrió los ojos de par en par. Como si deseara añadir algo más, pero luego cerró la boca con la mirada fija al final del pasillo donde se podía apreciar la brillantez del resplandor. Antes de salir a las afueras del castillo, la ayudé a tapar su rostro con la túnica. Y yo hice lo mismo. No hay nadie aquí que no me conozca. Con suerte, muy pocas almas la reconocerían a ella.

—Trata de no lucir tan sorprendida —le advertí.
Evangeline abrió sus ojos con un gesto de asombro. Adaptándose rápidamente al entorno. Parecía pertenecer a este lugar. Y quizás. Así lo era...

—¡Esto es alucinante! —exclamó maravillada.

Y yo deseaba decirle que no había nada aquí comparado con su belleza.

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