"No hubo señales que indicaran el desastre que estaba por venir".
Mi mente aún inquieta por lo que acababa de recordar, pedía a gritos salir del sótano.
¡No estoy a salvo! Ni yo, ni mi familia y muchos menos mis amistades. De ser así, ¿por qué Dark insiste en enviar a Melior a la biblioteca? ¿O por qué Eros se disfrazó de paloma blanca y fue a verme al lago hace rato?
Algo en todo esto simplemente no encaja.—¿Todo bien allá abajo? —la voz de mi madre llegó desde arriba— Ya está muy tarde, sube a cambiarte. Stephen y tu papá pronto llegarán.
Suspiro antes de subir las escaleras. Entré a la cocina con el broche de abeja cerrado en el puño. Para este punto no me importaba ninguna cena. En Paradise, Dark me había preguntado si mi madre me había hablado de mi dominio. Por supuesto que en ese momento negué la implicación de ella. Pero dentro de mí sé muy bien que sabe más de lo que dice. Y ya estoy cansada de sus mentiras.
—¿Mamá? —pregunté mientras me sentaba en la mesa con la vista fija en ella.
—No te sientes. Sube a cambiarte. Quiero que todo salga bien hoy. Tu padre ha estado bastante estresado —exclamó entre risas viendo el fregadero. Una risa que escondía un gran pesar en los hombros.
—Sí. Ahorita subo. Oye mamá, ¿por qué no me habías dicho nada del broche?
—¿Broche? ¿Qué broche? —dijo dándose la vuelta quedando recostada del lavabo. Cuando vio el broche, algo en su postura cambió. Intentó ponerse a la defensiva, pero inmediatamente detuvo su avance.
—Mamá ya no. Por favor. No quiero discutir, solo deseo saber qué está pasando —exclamé calmadamente. No sé qué pasaba por su cabeza en ese momento, pero en los ojos corrían chispas de terror.
—No lo entiendes Evangeline —comentó con una expresión ensombrecida—. Tu abuela me juro que este día nunca llegaría —se lamentó para sí misma.
—Mamá, ¿qué ocurre? —pregunte sintiendo miedo a su respuesta. Ella dudó en hablar, pero luego se dio por vencida.
—Por dónde comienzo... —suspiró.
—Supongo que por el principio —dije en broma, intentando suavizar la tensión. Ella quedó a medio sonreír.
—Sabes muy bien que tu abuela tuvo esta clase de visiones durante toda su vida. Unas buenas y otras..., digamos que no tanto. En consecuencia de eso, ella siempre estuvo en contacto con lo oscuro. Una magia que muchos conocen pero pocos comprenden. ¡La hechicería! O brujería como quieras llamarlo. Lo cierto es que todas esas experiencias la ayudaron a adentrarse más allá. Trato con demonios en muchas ocasiones. Ella solo fue una intermediaria entre las vidas miserables que necesitaban ayuda. Vaya usted a saber qué tratos hacían aquellas personas, pero no era algo que nos incumbiera —mama, agarro un vaso de vidrio, lo llenó de agua y se lo tomó de un sorbo. Le costaba rememorar aquellos días. Era evidente—. Como ya sabes, tu abuela te vio venir con muchos años de antelación, dijo que un demonio mayor se lo mostró en una visión. Pero aquel demonio también le mostró tu futuro. Y ella no pudo vivir con ese miedo. Jamás nos dijo de que se trataba. Pero debía ser algo aterrador. Desde entonces se volvió ermitaña, metida en el sótano día y noche sin salir de casa. Sin atender a nadie. Y para colmo mi padre también se le uniría en su locura. Ella aseguraba que tu alma venía ligada a otro pasado. Un pasado donde antiguos demonios tienen cuentas pendientes. En un principio me rehusé a creer en sus palabras. Pero todo cambió. Con el paso del tiempo comprendí que eran ciertas —hizo una pausa para servir nuevamente agua que tomo hasta vaciar el vaso. Por otro lado, yo estaba atenta a cada palabra que salía de su boca. Encajando las piezas en mi mente, silenciosa—. La noche de tu nacimiento fue... ¡Agotador! Recuerdo que era luna nueva. El cielo estaba tan negro que verlo te causaba escalofrío. Sin contar que el calor que hacía era insoportable. No te tocaba nacer para esa fecha, pero el parto se adelantó en casa. Cuando rompí la fuente, vi por la ventana como ráfagas de aires comenzaban a mover los árboles con ferocidad. Se aproximaba una tormenta de la nada. Haciendo imposible mi trasladó al hospital. Tus abuelos llegaron a la casa minutos después de haber comenzado la labor de parto. Te juro que escuchaba como en Paradise eran arrancados los árboles de raíz. Y aun así, tus abuelos tocaron la puerta. En ese momento lo sentí como un milagro, pues tu abuela trajo a docenas de niños al mundo quién mejor que ella para estar a mi lado. Nunca me detuve a pensar que su llegada no fue casualidad.
Naciste como ella lo dijo, una niña blanca tocada por el fuego. Parecías entender todo a tu alrededor y recuerdo muy bien que no reías, pero llorabas sin parar. No por hambre, por supuesto. Tu abuela solía decir que era porque te molestaban las almas condenadas a este plano —hizo una pausa y luego prosiguió apretando la mandíbula con rabia—. Reconozco ese broche porque estaba en tu cuna la primera noche de tu nacimiento. No sé cómo lo tienes, pues lo bote en el inodoro en el momento que lo conseguí. Tenía la certeza de que había sido él, el responsable de ese regalo —reprocho entre dientes.
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CLARO DE LUNA
Fantasy✦ ✦ ✦ Evangeline, una chica de 17 años con una vida complicada y misteriosa desde su nacimiento. Que de pronto se ve envuelta en extraños acontecimientos gracias a un encuentro que no estaba destinado a suceder. Desatando así, el verdadero Infiern...