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El día siguiente, fue agotador, y por agotador era decir poco. Había tenido prueba de biología, había ensayado para una presentación y había tenido entrenamiento hasta las ocho. Aún así, había tenido tiempo para hablar con Calum, y el resto de sus amigos, incluso había ido a ver a May a su casa, pero por increíble que pareciera, no había cruzado palabra con Ashton, ni siquiera se había molestado en saludarla.
Y desde que había llegado a su casa, estaba encerrada en su habitación, y no hacía más que dar vueltas. Lo único que estaba en su mente, era los labios de Ashton y como ese beso se había sentido. Como hoy la había ignorado, y no le había dedicado ni siquiera una sonrisa.
Su teléfono comenzó a sonar en su bolsillo, y con el corazón latiendo a mil lo contestó sin ver quién era, esperando que fuera él.
— Hola.
— Hola Riley — dijo sonriendo.
— ¿Cómo estás?
— Cansada, pero bien, ¿y tú?
— ¿Puedo contarte un secreto?
— Uh, claro, ¿Qué paso? — se sentó en su sofá blanco y se recostó en él.
— Se trata de Ashton...
— Ah... ¿Qué hizo?
— No lo sé, hoy... creo que hoy quería decirme algo importante.
— ¿Importante como qué?
— Importante, algo como que quería algo más serio entre ambos.
— ¿Te besó? — preguntó con su corazón latiendo cada vez más rápido.
— No... pero yo lo hice.
Cerró los ojos por una centésima de segundo, y luego los abrió tratando de poner en orden sus pensamientos. Quería cortar y dejar de escuchar, pero no podía.
— ¿Sabes cómo es Ashton, verdad?
— Lo sé, pero sinceramente creo que...
— Habla con él, lo mejor es decir las cosas a la cara.
— ¿Tú crees?
— Yo creo.
— ¿Y crees que me daría una oportunidad? De verdad me gusta. Es lindo, y ¿lo has visto sin camiseta?
Callie quiso gritarle que el físico no era lo único que importaba, que Ashton era mucho más que eso, pero se mordió el labio y pensó bien su respuesta.
— No lo sé Riley, para serte honesta no conozco a Ashton lo suficiente para contestar eso.
— Bueno, gracias Callie, eres la mejor.
— Adiós Riley, suerte.
— Gracias.
— De nada.
Y cortó el teléfono con el corazón latiendo más que rápido y con unas ganas de saber qué demonios pasaba por la mente de Ashton, la suya se estaba volviendo loca pensando en el beso que este le había dado. ¿Por qué le había hecho eso?
Calum tenía razón, no era igual al resto. Ni de cerca.
Se tiró en la cama, y se tapó la cara con la almohada, y ahogo una exclamación. ¿Por qué le hacía esto?
Tomó el teléfono, y busco el número de Ashton en sus contactos, y antes de que se le fuera el coraje y la valentía le envió un mensaje:
''Cuando sepas lo que quieres, dímelo. ''