—¿Qué pasó con May?
—¿Dónde demonios pasaste la noche? – preguntó Calum tras haber caminado un par de pasos hasta su auto mientras la miraba fijamente.
—¿Me vas a decir lo que pasa con May o no? – insistió.
—Sus papás la echaron de la casa, Callie.
—¿Qué? ¿Por qué? – Callie no entendió, hasta que todo hizo click en su cabeza tras un par de segundos y el mundo tambaleó bajo sus pies – No puede ser – susurró.
—Puede. Está en mi casa, con una muda de ropa y llorando desde que llegó.
—¿Cuándo pasó esto?
—Anoche, pero no quiso molestarte.
La culpabilidad hizo que su estómago quemara y tuviera nauseas. Era lejos la peor amiga del mundo.
—¿Vamos a tu casa, verdad?
—Primero tengo que romperle la cara a Luke, por ser un irresponsable hijo de puta – Calum abrió ambas puertas y encendió el auto.
—Calum, no vas a hacer eso. Vamos a ir directamente a tu casa.
—¿Crees que me voy a quedar de brazos cruzados? Hizo que la echaran de su casa – aceleró — ¿Te parece una razón de poco peso?
—No, no me lo parece. Te entiendo, pero no es tu asunto Calum. Es asunto de May.
—May es mi amiga, sus asuntos, son mis asuntos.
—¿Podemos solo ir a casa y consolarla? Necesito verla.
—¿Puede ser luego de que arregle cuentas con Luke?
—Que no. Vamos a casa.
—¿Por qué demonios no? ¿Por qué es amigo de tu noviecito?
—¿De mí qué?
—Callie, es obvio que Ashton y tú tienen algo. No me gusta, pero sé que es así. No soy imbécil.
El estómago de Callie se contrajo y a lo único que atinó fue a apartar la mirada.
—¿No dices nada? – la presionó.
—¿Qué quieres que te diga?
—¿No lo vas a negar?
—No.
—Suficiente para mí.
Y Calum no dijo nada en todo el camino a su casa. Para cuando llegaron, Callie saltó del auto y entró por la puerta trasera, se deslizó por las escaleras hasta llegar a la habitación de Calum.
May estaba hecha un ovillo, cubierta por una manta en completo silencio. Callie sintió un nudo apretarse en su garganta y se acercó tratando de hacer el menor ruido posible, se sentó en el borde de la cama y depositó suavemente su mano en el hombro de su amiga.
—¿May? – murmuró en voz baja.
Esta solo se sentó en la cama, la abrazó y sollozó en respuesta.
—¿Qué pasó?
May negó con la cabeza, y la abrazó más fuerte, Callie le correspondió el abrazo cerrando sus ojos con fuerza. Detestaba verla así, detestaba que sus padres le hicieran pasar eso. ¿Qué tipo de padres le daban la espalda a su hija cuando más los necesitaba?
Calum se sentó en la cama junto a ellas, y se unió al abrazo.
—Vamos a estar bien – les susurró, y por alguna razón Callie le creyó.
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