Capítulo 14

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...olvídate del pasado, tú presente soy yo...

💔

A L E J A N D R O

Jueves 16 de marzo del 2023

Toqué al timbre del piso de Ikram suspirando. Minutos antes me había llamado con un ataque de ansiedad encima, por suerte no estaba haciendo nada. Día de descanso, así lo denominó Ansu, el cual, llevaba raro un par de días. Decidí ignorar a mi amigo y centrarme en Ikram, ambos me sacaban de quicio, pero en los momentos de bajón ella era mucho más tolerante que Ansu. Antes de llegar a su casa, paré por el supermercado y le compré sus helados favoritos, los típicos sándwiches de cookies con helado de vainilla por dentro. Eran su perdición. Y aparte, me gustaba mirarla mientras se los comía porque sus caras de placer era de lo más divertido.

-¿Quieres meter el coche en el garaje?-me preguntó y yo asentí.

-¿Cabe?-me tapé los ojos con la mano debido al sol.

-Sí, no te preocupes por eso, la cochera es grande, cabe tu coche al lado del mío-gritó y yo me reprimí la risa.

-Vale, baja y dame las llaves.

No me contestó, suspiré y me apoyé en la pared. Miré el móvil y me encontré con más de diez mensajes de Ansu. La mayoría de los mensajes eran sobre la relación que teníamos Ikram y yo, nunca pensé en lo que éramos,preferí vivir al límite y no ponernos etiquetas. Solo ella y yo nos entendíamos, a ninguno de los dos nos supuso un problema, los dos estábamos cómodos y con eso nos bastaba.

-Perdona-dijo ella abriendo la puerta.

-No te preocupes-mis ojos recorrieron su cuerpo, más bien, sus piernas.

Llevaba una camiseta larga, el pelo recogido en un moño alto y en los pies llevaba unas chanclas muy feas, pero que seguro que tenían que costar una pasta.

Caminamos juntos hasta el coche, en silencio, dimos la vuelta a la manzana y entramos en el garaje. Aunque el silencio reinaba, no fue para nada incómodo, disfrutamos de la compañía. Teníamos mucho de lo que hablar, pero supimos ver que en aquel momento no era conveniente. Lo mejor fue esperar a estar en su piso los dos solos, ella estaba algo alterada e inquieta, movía su pierna derecha y se pellizcaba los labios mientras miraba a un punto fijo todo el tiempo.

Una vez que el coche estaba a salvo en la cochera, pasé mi brazo por su hombro y la abracé. Ella se aferró con fuerza a mí y allí en medio de la nada nos dimos uno de los abrazos más sinceros. Aquel abrazó duró tanto que se apagó la luz y ni siquiera nos importó. Yo era su salvación, conmigo se sentía a salvo y aunque nunca me gustó que dependiera de mí, aquello era un duelo que poco a poco estaba superando y que en los momentos de bajón solo quería estar conmigo y yo no dudé nunca en estar ahí con ella. Ni en la peor de las batallas la dejé sola.

-Ahora te cuento-se separó de mí y me agarró la mano-. Estaba bien hasta que hace unas horas mi padre me ha llamado para decirme una cosa.

-¿Es fuerte?-le pregunté debido a qué su cara se transformó en cuestión de segundos.

-Sí, mis sospechas se han confirmado-me miró a los ojos y pude ver la rabia y la ira acumulada, ya no sentía pena ni dolor, solo enfado.

Con mi pulgar acaricié el dorso de su mano mientras caminábamos juntos. Llegamos al ascensor y la miré para deleitarme de su belleza. A cara lavada, pero radiante. Fue de las primeras veces que la vi radiante y brillante sin maquillaje. Su cara desprendía luz, esa luz que estuvo apagada durante dos meses enteros. Ya no había ojeras, ya no tenía los ojos rojos por haberse pasado las noches llorando, su piel relucía, pero sus labios sí lucían algo cortados debido al frío.

Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora