Capítulo 26

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...empeñaste tu última voluntad rompiendo los altares de mi lealtad...

🫀

Viernes 9 de junio del 2023

-¿A dónde has ido?-la voz medio ronca de Alejandro me asustó.

Levanté la mirada y allí lo vi, apoyado sobre el marco de la puerta de la habitación de invitados, solamente vestía unos boxers blancos y bostezaba debido al cansancio.

-He ido a desayunar con una amiga-dejé el bolso sobre la mesa de madera que recién me había llegado y que yo sola monté un domingo lluvioso-. ¿Pasa algo?-me giré para encararlo, él negó con la cabeza haciendo una mueca de dolor.

-Me pasé bebiendo-se quejó, escuché sus pasos caminar hacia mí.

Anoche él se empeñó en dormir conmigo, pero me negué. Acabo durmiendo en el cuarto de invitados muy a su pesar. No estaba dispuesta a ceder a la primera de cambio, teníamos que hablar y aclarar todos los conflictos que fueron surgiendo poco a poco a lo largo de esos días y buscar una solución. Mientras tanto preferí mantenerme alejada o al menos intentarlo, no quise caer otra vez en su juego porque yo a su lado era débil y estaba a menos de dos meses de separarme de él durante un periodo de tiempo. Y no supe como mi cuerpo iba a reaccionar al respecto. Había estado bien sin él, pero los últimos días, los primeros no tuvieron sentido y me estuve cuestionando que habíamos estado haciendo mal. Quizás estuve demasiado pendiente buscando respuestas que ni yo misma podía darme. Y ante la incertidumbre opté por el rechazo.

-Voy a prepararte un zumo que me preparaba mi madre siempre que llegaba de fiesta-caminé hasta la cocina justo en el momento en el que lo sentí justo detrás mía.

-¿Estás huyendo de mí?-negué con la cabeza, ni siquiera me atreví a mirarlo a la cara-. Vamos, Ikram, te conozco.

-Bueno sí, pero es que si te miro a la cara todo lo que tengo en la cabeza va a dejar de tener sentido y no quiero sentirme mal-cerré fuerte la nevera y le di la espalda.

-¿Por qué no dejas de pensar un poquito y te dejas llevar?-apoyó sus manos en la mesa de la cocina, justo delante de mí-. No es tan difícil dejar el orgullo a un lado.

-Ojalá fuera orgullo lo que siento en estos momentos, pero siento dolor y angustia-acabé confesando.

-Mírame-me ordenó y yo negué-, por favor-suplicó-. ¡Ikram!

-¡Qué no me grites!-golpeé la mesa y entonces fue cuando lo miré a los ojos-. ¡¿Qué?! ¡Alejandro, ¿qué?!

El futbolista apretó los labios guardando silencio, me crucé de brazos dándome la vuelta. Me apoyé en la mesa y cerré los ojos conteniendo el llanto. En aquel instante no supe explicarme, sentí una sensación de agobio horrible y sentí que me faltaba el aire. Fue como si de la nada todo se hubiera desmoronado y recaer a lo mismo de siempre. Tenía mis traumas superados o al menos ya no pensaba en ellos con tanta frecuencia, pero cuando sentía dolor todo en mí volvía y lo que un día me causó dolor volvió para quedarse.

-No podemos seguir así-las yemas de sus dedos acariciaron la piel de mis brazos y con sutileza me agarró de la barbilla y se fue acercando poco a poco hasta que su respiración chocó con la mía-. Lo siento, he sido un imbécil todos estos días.

Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora