Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDE

Capítulo 43

...si no me hubiera ido y no te hubiera dejado volar ahora mismo tú y yo no estaríamos brillando...

❤️‍🩹

Miércoles 19 de junio del 2024

-Ay mamá-me quejé en cuanto me dio el cuarto beso consecutivo-. Me estás agobiando.

-De verdad, Ikram eres más sosa-se quejó ella-. ¡Que llevo mucho tiempo sin verte!-exclamó con dramatismo.

-No ha pasado tanto tiempo-puse cara de asco y me separé.

Agradecí que viniera ella sola al aeropuerto. No estaba para recibir a tantas personas, aunque era plenamente consciente que al llegar al piso iba a tener que estar rodeada de familiares y amigos. Mi madre organizó una cena informal para celebrar mi vuelta a España. Por desgracia a mí no me apetecía en absoluto y tuve que fingir estar bien cuando por dentro solo quería tumbarme en la cama y descansar.

-¿Estará Alejandro?-pregunté en cuanto me subí al coche.

-Sí, lo que no sé es si ya está allí o vendrá más tarde. Ya sabes-hizo referencia a los entrenamientos y asentí.

Estaba casi recuperado de la lesión, por suerte fue menos de lo que esperaba y pudo volver a entrenar con el equipo. Tenía muchas ganas de verlo, quizás al que más. Estuve contando los días para poder fundirme en su pecho y quedarme toda la noche abrazada a él. Supongo que ese deseo de querer estar bien fue fruto de querer que todo estuviera normal con él, estaba a menos de un mes de dar a luz y aunque por dentro me moría por verle la carita a Ahlam, a la misma vez sentía un miedo atroz a todo lo que pudiera pasar después.

Para mí era imprescindible que Alejandro y yo nos lleváramos bien, no quise malos rollos y siempre traté de evitar discutir con él. Fue una persona tan importante en mi vida que me negaba a perderla, una vez sentí que lo perdí y me ahogué al imaginar que ya no lo iba a volver a ver.

Volver a Barcelona supuso un alivio, conocía los miedos de mi madre, sobre todo cuando me hizo saber que tendría que volver a la psicóloga. No me negué, es más, acepté sin reproches. Ir a terapia me vino muy bien para afrontar mi vida y acepté que la ayuda mental es mucho más necesaria de lo que imaginamos. Entendí que mi madre estaba preocupada, su único miedo fue verme recaer en la última recta del embarazo, pero por suerte eso no pasó. Conseguí cerrar el círculo y aunque seguía doliendo, pero aquello nunca lo olvidaría, aprendí a vivir con el dolor. Sobre todo me di cuenta de que aquello que duele deja de tener importancia cuando todo en tu vida es bonito. Aquella vivencia se vio camuflada por todos los buenos momentos que viví después. Y aunque suene fatal, siempre pensé que me tuvo que ocurrir algo así para que Alejandro y yo nos conociéramos. Por suerte o por desgracia aquel era nuestro destino y ya no había marcha atrás.

‐¿Es necesario todo este paripé?-pregunté en cuanto mi madre aparcó. Eché la cabeza hacia atrás y fruncí el ceño.

-Ikram, no empecemos-quitó la llave del contacto y me miró-. ¿Todo bien?

-Sí, si no es por eso es porque me agobia la gente. No soporto a nadie‐suspiré-. Podríamos haberlo hecho mañana o quizás otro día, pero hoy.-hice una mueca de desaprobación-. Solo me apetecía estar con vosotros-hice pucheros en un intento de ablandarla, pero no lo conseguí.

-Es lo que hay, te vendrá bien estar rodeada de los tuyos. Has estado esta semana sola, disfruta de la compañía-sonrió, me agarró de la mano y le dio un apretón-. Saludas, finges que te alegras y te vas a un rincón a hablar con Alejandro. Así de sencillo.

-¿Viene la novia de papá?-pregunté bajándome del coche.

-Por suerte, no. Bueno que no la he invitado y le he dicho a tu padre que si ella venía él no entraba-reprimí la risa y asentí.