Capítulo 12

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...derrama la miel en mis labios y sabrás lo que es tocar el cielo...

🫀

Miércoles 22 de febrero del 2023

-Shhh que está mi prima durmiendo-le tapé la boca y él comenzó a chuparme la mano.

-Eres un guarro-hice una mueca de asco y me limpié la mano en su brazo.

Alejandro comenzó a reírse y yo rodé los ojos. Le pedí que se quedara a dormir, dormía mejor si él estaba conmigo y lo extrañé mucho. El sábado apenas pudimos vernos. Fueron diez minutos contados y, aunque fueron muy reparadores, quise pasar más tiempo a su lado. Tener a Violeta conmigo suponía centrar mí atención en ella y dejar a un lado mis quedadas con el futbolista. A él no le importó, es más, estuvo súper centrado en su deporte, pero los días sin él se volvieron muy monótonos. Al final me acostumbré a su compañía y no tenerlo conmigo fue algo muy raro.

-Tengo hambre-me quejé mirando la hora.

-Son las diez y media y no has querido cenar, es normal-pestañeó muy rápido y yo me reprimí la risa.

-Voy a por miel-dije y él alzó las cejas-, ¿algún problema?-le pregunté, pero él negó con la cabeza mientras sonreía.

Me levanté de la cama y caminé descalza hasta la cocina. Alejandro y mi prima cenaron mientras yo me dedicaba a mirarlos. Estuvieron hablando y me encantó ver que habían encajado y se llevaban aparentemente bien. Mi prima supo comportarse, por suerte no le dio por hacerle preguntas raras al pobre Alejandro. Conocía demasiado bien a Violeta y cuando parecía mostrar interés en algún chico ella se dedicaba a interrogarlos. Según ella era para saber si pasaban la prueba, pero yo siempre fui más fiel a creer que lo hacía por el morbo y por el cotilleo.

Volví a la habitación relamiendo la cuchara. Encontré al futbolista sentado sobre el borde de la cama y mirando el móvil. Parecía concentrado, no quise incomodarlo por lo que me apoyé en la puerta y me dediqué a comerme la miel a cucharadas mientras lo observaba. Me di cuenta de que me encantaba mirarlo sin que él se diera cuenta, me hacía bien.

-Me vas a desgastar de tanto mirarme-dijo bloqueando el móvil y apoyando las manos sobre el colchón.

-Parecías muy concentrado-chupé la cuchara mientras él intentaba no mirarme.

-Lo estaba, hasta que he visto que me estabas mirando fijamente y encima chupando esa maldita cuchara-alzó la una ceja y yo aparté la mirada sonriendo nerviosa.

-Bueno, digamos que no quería incomodarte-me encogí de hombros y caminé hasta la cama.

Me senté a su lado y cerré el bote de miel. Agarré la botella de agua y bebí mientras él me miraba. Me retiró el pelo de la cara y me dio un beso muy tierno en la mejilla.

-Que bien hueles-se volvió a acercar y hundió su cara en mi cuello.

Cerré los ojos por instinto, tenerlo tan cerca me ponía nerviosa y más si era de noche. Por alguna extraña razón, Alejandro y yo nos volvíamos más pastelosos por la noche, ya fuera en mi casa o en la suya. Lo cierto era que hasta el momento no nos habíamos vuelto a besar y para que mentir, a mí me entraban unas ganas tremendas de besarlo cada vez que lo veía. La tensión estaba, se podía palpar en el ambiente. Ambos queríamos lo mismo, nos mirábamos de la misma forma y siempre me dio la sensación de que ambos tuvimos los mismos miedos. No fue fácil, porque actuábamos según el devenir de los acontecimientos y no como realmente queríamos.

Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora