Capítulo 5

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...quédate y no te vayas, todavía nos quedan muchos sueños por cumplir...

💔

Lunes 30 de enero del 2023

Me levanté agitada, sudando y al borde del ataque de pánico. Me levanté de la cama y descalza caminé hasta el baño. Encendí la luz y fui directa hacia el lavabo. Le refresqué la cara y me miré al espejo. Mi rostro lucía con algo más de vida que los días anteriores. Quizás fue ese ímpetu a lo desconocido lo que me devolvió la luz. Las ojeras seguían ahí, clavadas debajo de mi ojos demostrando una vez más que no lograba descansar por las noches. Me recogí el pelo en una trenza mal hecha y caminé de vuelta a la cama. Agarré el móvil y vi que marcaban las cinco y media. Apenas quedaba media hora para que sonara la alarma por lo que ni siquiera me volví a dormir. Abrí el blog y suspiré, la idea de retomarlo rondó por mi cabeza tras la charla que me dio mi madre. Lo dejé apartado y hasta me sentía bien, ni siquiera sentí esa presión de estar actualizándolo constantemente. Me había tomado un descanso, así lo dejé ver. No tenía muchos seguidores, pero sí los suficientes como para tener a unas cuantas personas preguntando por mi ausencia en redes. Un breve comunicado, nada excesivo, claro y conciso, bastó para calmar las aguas. Subí una de las fotos que me hizo mi madre a las historias y entonces se me iluminó la bombilla. Hasta entonces no me había parado a buscar a Alejandro en redes. Fue algo que se me pasó por completo. Busqué su nombre y no tardé en toparme con su perfil, uno estrictamente profesional que no me dejaba ver más allá. Suspiré ante la falta de información y le di a seguir, dando el paso y no reprimiéndome. Me metí en tiktok y pasé el rato hasta que sonó la alarma. Desde pequeña mi madre me acostumbró a tomarme la vida con calma, por lo que solía madrugar bastante y hacer las cosas con tranquilidad y sin prisas. Me volví a meter en el baño, me miré de nuevo en el espejo y suspiré. Negué con la cabeza al verme así de mal, no me gustaba verme tan demacrada. Se notaba que no lo estaba pasando bien y a mí lo último que me gustaba era dar explicaciones. Nunca fui de ir contando mi vida abiertamente, era bastante cerrada y muy mía. Me dejaba conocer, pero a mi justa medida. Mis problemas personales muy pocas personas los conocían.

Salí del baño apagando la luz y caminé hasta la cocina. La última reforma que le hicieron al piso lo hizo muchísimo más llevadero. Lo arreglaron según mis gustos, para disgusto de mi padre, pero no le quedó más remedio que aceptar mi propuesta. Se componía de un amplio salón con un inmenso balcón, la cocina estaba separada de él, ya que no me gustaba tener toda la cosa oliendo a comida. Un pequeño aseo para cuando vinieran invitados, una pequeña habitación de invitados con su correspondiente baño y mi paraíso. Así denominé a mi habitación "mi paraíso", quizás algo más grande que lo normal, un baño propio, un pequeño vestidor y una pequeña terraza con una mesa y dos sillones. Aquel piso era perfecto para mí, ni muy grande, ni muy pequeño.

Fui hasta la cocina y me preparé un desayuno rápido. Un yogur de soja sabor vainilla con unos cereales de chocolate y avellanas. Desayuné mientras revisaba todas las tareas pendientes de la universidad. Por desgracia mis padres se vieron en la obligación de comunicarles mi situación y en todo momento trataron de ayudarme. No quise que me trataran con pena, si hubiera sido por mí ni siquiera lo habría contado. Pero tenía que justificar mi ausencia y mis padres creyeron que era lo más conveniente. Siempre pedí discreción, más que nada porque no quise que me trataran de forma diferente. La sociedad tendía a sentir pena y yo no quise que me miraran diferente, a pesar de todo seguía siendo la misma.

Terminé de desayunar, dejé el plato y el vaso en el fregadero y fui directa a lavarme los dientes y la cara. Me maquillé en exceso, no quise que mi rostro diera alguna evidencia de lo mal que lo estaba pasando. No quise hacerlo tan obvio. Me vestí y me peiné en tiempo récord, pasé demasiado tiempo viendo tiktok en el desayuno que me consumió la mayoría del tiempo. Me vestí básica, pero siempre siendo fiel a mi estilo. Me puse una falda larga vaquera y un jersey finito de punto en blanco. Me recogí la parte de delante del cabello y me puse unos aritos en las orejas. Quedé satisfecha con el outfit, siempre fui muy de faldas largas y si eran vaqueras más todavía.

Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora