Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDE

Capítulo 29

...el fuego ardía fuera, pero por dentro la tempestad me acabó matando...

🫀

Sábado 24 de junio del 2023

-Alejandro-mencioné su nombre mientras entraba dentro de la habitación del hotel.

-¡En el baño!-gritó él.

Agarré una camiseta suya y me la puse mientras caminaba. Nos habíamos ido de vacaciones a Hawaii. Fue él el que había reservado el viaje y en el aeropuerto me dio la sorpresa. Fue como si se hubiera visto todos mis vídeos de tiktok para conocerme mejor. En un vídeo dije que era el viaje de mis sueños y aunque no se lo mencioné nunca, él se encargó de cumplir ese sueño por mí. Lo tenía todo reservado desde marzo, fue una locura pensar que si no volvíamos a estar juntos el viaje se iba a perder.

-¿Te apetece que cenemos fuera?-le pregunté y él se encogió de hombros.

-Pensaba que querías ir al restaurante-dejó de peinarse y me miró a los ojos.

-Quería, tú lo has dicho, pero creo que he cambiado de opinión, no sé, me apetece más cenar en la terraza, viendo el mar y estando solos tú y yo. Quiero contarte una cosa y quiero hacerlo en la intimidad-miré al suelo con timidez.

Estaba dispuesta a contarle que estaba escribiendo un libro contando como me sentía yo al respecto durante aquellos siete meses. Me abrí en canal y conté todo acerca de la violación, sentía que para cerrar el ciclo debía hacerlo, todavía no estaba segura si lo acabaría haciendo público, pero escribir me ayudó a desahogarme y a sentir que no estaba tan sola como a veces sentía. Me sirvió para entender mi duelo y comprender que yo no hubiera podido salir del bucle sin Alejandro. Lo tuve presente siempre, fui consciente, pero hasta que no eché la vista atrás y pensé en todo lo habíamos vivido y como me había cambiado la vida a su lado, no fui capaz de admitirlo. Él sin pretenderlo me curó, hizo que el dolor fuera inexistente cuando él estaba presente. Alejandro me enseñó que la vida puede ser bonita si la vivimos como queremos. Me enseñó a querer y me dio el empujón para quererme a mí misma. Autoestima nunca me faltó, siempre fui una chica muy segura de mí misma, pero con el paso del tiempo creía que esa chica se había marchado para siempre, pero solo estaba esperando a que dejara de llover para poder brillar.

-Como quieras, a mí también me apetece estar a solas contigo-se acercó a mí y juntó su boca con la mía.

Alejandro colocó sus manos en mis caderas, yo rodeé su cuello con mis brazos y me dejé llevar. Intenté avivar de nuevo la llama, intenté que todo fuera como al principio, busqué la ilusión, las ganas y sobre todo el amor que sentía hacia él. Pero no lo encontré, se fueron el día que faltó a mi confianza. Por alguna extraña razón yo ya no estaba sintiendo lo mismo, lo quería muchísimo y estaba segura que él era el hombre de mi vida, pero en aquel momento sentí que quizás no estábamos bien por mucho que dijéramos que sí. Lo quería y no me imaginaba una vida a su lado, pero ya no sentía que se me iba la vida cuando él no estaba, supuse que la dependienta se fue y no lo necesité tanto como pensaba, pero aun así el miedo me invadió. Porque no quise hacerle daño y sabía que con el paso de los días acabaríamos sufriendo. Mi gran problema fue haberle dado una segunda oportunidad porque siempre juré que si me hacían daño una vez, ya no habría marcha atrás. Con él sufrí, pero también accedí a volver a intentarlo aun sabiendo que nunca fui de segundas oportunidades.

-¿Estás bien?-me preguntó apoyando su frente sobre la mía.

-Sí-musité.

-Llevas una semana rara-me dio un beso muy tierno en la nariz.