Capítulo 22

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...de todos los artes yo quería amarte y acabé por odiarte...

🫀

A L E J A N D R O

Viernes 5 de mayo del 2023

Descendí mi dedo por la piel de su espalda sintiendo como un escalofrío invadía su cuerpo. Me acerqué a ella, con cuidado de no hacerle daño, le retiré el pelo y le di un beso en la mejilla. Ikram sonrió con los ojos cerrados, su mano buscó mi rostro y cuando lo encontró, lo acarició. Era muy temprano, estaba amaneciendo y nosotros nos habíamos tirado toda la noche en vela demostrándonos que el amor no tenía límites. Aquella escapada afianzó más todavía la relación y si ya estaba enamorado, aquel viaje me sirvió para darme cuenta que con ella ya había encontrado a la mujer de mi vida. Aunque el desenlace acabó siendo nuestra peor pesadilla.

No fueron tantas chicas las que pasaron por mi vida, pero sí unas cuantas. Era joven y tampoco tenía mucha experiencia en la vida como para saber que se sentía en una relación. Con todas sentí lo mismo, menos con ella, con Ikram todo fue muy distinto. Desde que la primera vez sentí una conexión especial, tuve miedo a que lo que estaba sintiendo por mí fuera fruto de mis intentos de ayudarla a olvidar. Pero una vez más el miedo no sirvió para nada porque ella supo ver más allá y sé que aunque lo admitió tarde, a ella le pasó exactamente lo mismo que a mí. Y no voy a mentir, yo no lo admití por miedo al rechazo, ella era bastante inestable y un día quería una cosa y al otro otra.

Me di cuenta de que aquello dejó de ser una amistad cuando al abrazarnos todo cambiaba. Ella se convirtió en mi refugio, estar sobre su pecho, que me acariciara la cabeza mientras que el tiempo pasaba y no nos importaba, sus besos, sus miradas, la forma en la que sonreía cuando soltaba alguna gilipollez. Era la única que me reía las gracias, a veces lo hacía por compromiso, pero el caso era que se esforzaba por verme bien. Se preocupaba de mí como la que más, a veces de forma excesiva, pero descubrí que tenía un miedo atroz a perder a las personas importantes para ella y de la noche a la mañana yo fui su mayor apoyo. Por mí aprendió sobre fútbol, me veía jugar y se ponía mis camisetas, venía al Camp Nou como una aficionada más y gritaba cuando me hacían falta. Se adaptó a mí y no le importó entrar en mi mundo, ella solo quería tenerme consigo.

Al igual que ella me necesitaba, yo la necesité a ella a cada rato. Fuera dependencia o no, aunque no la viera durante el día, sentía la necesidad de llamarla para escuchar su voz. Con eso me valía, saber que estaba bien y que ya nada quedaba de aquella Ikram rota y desolada. Su desasosiego poco a poco se fue disipando. Tenía carencias afectivas y ella supo suplirlas sin ser consciente de que me estaba ayudando.

-Buenos días-con la voz medio ronca se giró y me acarició la cara, seguía con los ojos cerrados, pero la sonrisa era permanente-. Creo que he cogido frío.

-Ahora nos damos un baño caliente-junté mi frente con la suya y sonreí.

-Buscas cualquier excusa para verme desnuda-bromeó.

-Ahora mismo te tengo desnuda-nuestras pieles se rozaban, Ikram sonrió sobre mis labios.

-Eres imbécil que lo sepas.

-Y tú una creída.

Se dedo pulgar acarició mis labios mientras que sus ojos se perdían en ellos. Se mordió el labio inferior provocando que mi piel se erizara. Bastaba aquel simple gesto para activar todos mis sentidos.

Bendito Castigo ▪︎ ALEJANDRO BALDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora