22. Todas esas dudas

101 23 32
                                    

En verdad no sabía qué esperar de ese encuentro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En verdad no sabía qué esperar de ese encuentro. En mi trabajo lo conocían, y Bruno no estuvo allí para impedirle el paso, inventándome alguna reunión. Quise salir corriendo, pero ¿a dónde? ¿Al ascensor? ¿Con todas mis cosas adentro? No iba a ser tan ridícula. Lo único que pensé fue que no podía ser tan malo, y no suponía ningún riesgo. ¿Qué iba a hacerme con tantos testigos?

—¿Podemos hablar? —preguntó mientras yo aún me mantenía en silencio por la sorpresa—. En paz, sin discusiones. ¿Puedes recibirme?

—No tengo mucho tiempo, ya estaba de salida.

—Jen, por favor... —me rogó. Me miró de esa forma que ya le conocía, con sus ojos celestes cristalizados, con ese gesto triste. Contuve la respiración un momento, y solo asentí.

—Vamos, pero no podemos demorar.

—Te prometo que seré breve —asentí otra vez.

Caminé hacia la puerta de mi oficina y le abrí, dejándolo pasar. Fred entró, y fui tras él. No cerré con llave, por si acaso. En realidad quería que Bruno llegara a interrumpirnos.

Fui hacia mi escritorio, y para avanzar con mi huida de la oficina, apagué mi computadora y tomé mi bolso. Me lo colgué en el hombro, lista para irme. Él se puso frente a mí, mientras me miraba, casi sin parpadear. Lo admito, eso empezaba a ponerme nerviosa.

—¿Y bien? —le dije. Fred carraspeó la garganta y dio un paso adelante.

—Lamento mucho lo que ha sucedido en estos días. Mi reacción no fue la mejor, lo sé. Tal vez parecí un acosador insistente, pero solo quiero que sepas que fue porque estuve desesperado... Aún lo estoy... Sí, es eso. Aún no logro asimilar que lo de nosotros se acabó de verdad.

—Pero es una idea a la que tendrás que acostumbrarte.

—Supongo que sí.

—¿Supones?

—No es fácil, entiéndelo.

—No es como si te hubiera tomado por sorpresa, ¿hasta cuando pensaste que iba a seguir aguantando lo que hacías? ¿Ibas a ser un perro infiel, incluso casado conmigo? ¿Siempre estuvo en tus planes tener una doble vida? —le increpé, cruzándome de brazos.

—Es más complicado, lo pintas como si fuera cualquier cosa.

—No hay mucha vuelta que darle: Los dos fuimos infieles, no respetamos la relación. Y yo no te quiero más. Simple, no hay que pensarlo mucho.

—No seas cruel conmigo... —me dijo, bajando la mirada. Te juro que quería reírme en su cara.

—Ay, por favor. No vengas a hacerte la víctima ahora, no te queda.

—Jen...

—¿Terminaste? Porque ya te dije que llevo prisa.

—Solo quiero que sepas que no busco hacerte daño, ni forzarte a nada. Lo de esa noche con tu madre... Bueno, tienes que admitir que fue un poco exagerado llamar al nueve once.

Un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora