26. Una única cosa

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Jen

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Jen


—Lo que pasa es que a ti te gusta destruir tu vida, y... —concluyó Bruno. Antes de que terminara, le arrojé lo primero que encontré en mi camino. Nada letal, por si te lo preguntas—. ¡Estúpida! ¿Qué es? ¿Orégano? ¡Te odio! ¡Esto con Liza no sucedería!

—Uy, ahora sí te pasaste de rata —añadió Bárbara, mientras yo tenía la boca abierta de la impresión, y las demás chicas se carcajeaban. Como venganza, esta le arrojó más orégano, ahora en el cabello.

—¡No! ¿Qué haces? ¡Me hice un tratamiento el fin de semana!

—¡Pues ni se nota! —le grité yo antes de echarle en la cara las migajas de mi pizza—. Y además, te lo mereces.

Ya sabes que era un día complicado, y nada mejor para terminar la desgracia de esta vida que con un poco de pizza antes de la salida de la oficina. En realidad, fue Kelly la que nos avisó que había una oferta, y aunque teoría todas en el área de Latam vivimos a dieta, a nadie le importó y nos pedimos como cinco. No preguntes, mi panza y yo no aceptamos críticas.

El primer día de mi menstruación no suele ser tan dramático, así que bien podía aguantarme un rato con tal de distraerme con las chicas en la oficina, y de paso bajarle la intensidad al drama. Brooklynn ya lucía más tranquila, pero aun así la notaba algo cohibida conmigo. Lo entendía, después de todo, la situación fue bochornosa. Así que, para distraer a mi equipo de trabajo, empecé a contarles un poco del drama de mi vida. Incluida la parte en que al fin reconocí a la chica del escándalo en el Walmart con los paños húmedos.

—Es que realmente —continuó Bruno—, ¿quién sale con un actor famoso y no lo stalkea bien?

—¡Que sí hice mi trabajo de stalker! Por eso dije que su cara me parecía familiar, es que en el Walmart no estaba muy reconocible, ¿sabes?

—Es cierto —intervino Brooklynn—. Me hubiera dado cuenta, supongo que los artistas de vez en cuando se pueden camuflar bien.

—Ay, jefa —me dijo Kelly—. ¿Pero no marcó territorio o algo así?

—¿Qué querían? ¿Que lo meara? —pregunté muy seria, cosa que hizo reír a todos—. Además, no es que llegara en plan agresivo, ni discutimos, ni nada. Tienen un tema que tratar, pero no parecía ser de "ese tipo", ¿me entienden?

—¿Entonces no es un drama del tipo "La nueva actriz sensación de Marvel me quiere bajar al novio?" Ummm... le quitas lo divertido a esta tarde de pizza, ¿sabes? —me reclamó Bruno.

—Primero, mi vida no es un drama para tu entretenimiento, ¿si? A mí me da ansiedad esas cosas. Y segundo, ni se te ocurra decir que Harvey es mi novio. Aunque la estúpida de Liza cree que lo sabe todo, no quiero que ustedes vayan por allí confirmando chismes.

—¿Cómo se te ocurre? Tenemos principios —respondió él, muy indignado—. Y el primer mandamiento es no hablar pestes de nuestra jefa.

—Seguro que intentarán interrogarnos, lo veo venir —añadió Bárbara—. Pero le juro que no diré nada. No vi nada, no sé nada. Yo solo vengo a trabajar, soy una pobre explotada laboral que no tiene tiempo para chismes y así, ¿está bien?

Un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora