25. Dividido

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Harvey

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Harvey


¿Te ha pasado que, cuando crees que todo al fin empieza a ir de maravilla, suceden cosas que arruinan esas ilusiones que alguna vez tuviste? A veces te arrepientes de haber pensado eso, pues tiempo después descubres que en realidad no era tan malo. O que no era malo en absoluto.

Ese fin de semana con Jen lo pasé de maravilla, y me dije muy convencido que de verdad estaba enamorado de ella como un loco, y que daría lo que sea para que eso jamás acabara. Quería ser feliz a su lado, y quería llevar alegría a su vida. Era la mujer que amaba, sí, al fin podía decírmelo. Y pensé que con el asunto de Fred casi terminado, solo sería cuestión de tener un poco de paciencia para oficializar las cosas. Y todo cambió con una visita, el que de pronto tenía asuntos por resolver era yo.

Hacía unos días eso no sería en problema, es más, ¡no debería serlo! Ella desapareció de mi vida, y fuimos muy claros la última vez cuando nos vimos: No había marcha atrás. Cierto que tuvimos deslices, pero eso ya estaba en el pasado. ¿Era algo tonto tal vez? ¿No lo vi venir por ningún lado? Te juro que no, ni siquiera lo sospechaba.

En mi mente, Alexandra quería que hablemos de lo nuestro, de algún rumor, o problema que pude causarle desde nuestro último encuentro. Si era así, pensaba dejar muy claras las cosas, no quería que lo que tuvimos afectara lo mío con Jen. Estaba seguro de que Alexandra era parte de mi pasado.

Así que, decidido a acabar con ese asunto de una vez por todas, hablé con ella por Instagram y pactamos un encuentro. Aunque propuse vernos en un café donde solíamos encontrarnos, Alexandra insistió en ir a mi apartamento, a lo que acepté de mala gana al inicio. Luego lo entendí, y con "luego" me refiero a la próxima media hora después de nuestra conversación. Si, yo empezaba a ser algo famoso, pero ella ya lo era. Alexandra sí tenía paparazzi siguiéndola de vez en cuando, sabían donde vivía, y si nos veían juntos en cualquier lado se podría armar un drama con eso. Ella dijo que no la siguieron el domingo cuando fue a verme, así que podría burlarlos otra vez.

A la hora pactada, Alexandra tocó el timbre del apartamento y la dejé pasar de inmediato. Ajá, sí, yo también tenía vecinos chismosos, y acá ninguno de los dos quería rumores.

—¿Tuviste problemas para llegar? ¿O te siguieron? —pregunté luego de los saludos, al tiempo que tomábamos asiento.

—No pasó nada, tranquilo. Tomé un desvío por si acaso, supongo que hay otros artistas más importantes para seguir. En fin... —respiró hondo, y me miró—. Acá estoy, quería que hablemos tranquilos, y no quiero más retrasos.

—Yo tampoco. Me dices que es urgente, así que te escucho.

—Bien... —tomó su bolso y sacó un sobre doblado en dos. Mientras lo hacía, noté que sus manos temblaban—. No sé como decírtelo. Ni siquiera debería estar aquí, ya había tomado una decisión. Fue mi hermana la que insistió en que era lo mejor, por eso que busqué.

Un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora