33. Injusticias

71 17 31
                                    

Harvey

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Harvey


Mamá estaba decidida a volver, en especial después de las últimas noticias. Le pedí que no lo hiciera, no quería preocuparla y menos que los periodistas la acosaran a ella también. Pero lady Miller no quería escuchar ni una palabra que se oponga a una decisión que ya había tomado, y en el fondo yo sabía que la necesitaba. Porque de verdad, ya no daba más.

No solo tenía la preocupación por el bienestar de Alexandra y mi hija, que por suerte ya se encontraba estable. Hay que admitirlo, la estrategia de quitarle todo acceso a medios de comunicación fue brillante. Y adivina quién se encargaba de eso. Ajá, sí. La pesada de Ariana. Para variar, algo que agradecerle a esa insoportable. Podrías decir que era un problema menos, pero no era del todo cierto.

Cuando Jen me dijo que esa Mariana era una psicópata maldita, no estuvo tan equivocada. Esa mujer era un demonio, y aquello que hizo solo acabó por precipitar todas las cosas, dañando a la persona que amaba.

Me enteré de lo que pasó cuando esa tarde Bruno me escribió para decirme que Jen no estaba nada bien. Y cuanto vi los vídeos, casi colapso. No me importó si me seguían, o si la gente me fotografiaba. Ya habíamos sido expuestos, de nada valió la discreción. Así que fui de inmediato a su oficina para abrazarla fuerte, y decirle que todo iba a estar bien. ¿Mentía? Tal vez, en realidad, parecía ir de mal en peor.

Odiaba la situación como no tienes una idea. Odiaba verla llorar, sintiendo ansiedad, y miedo. Bruno hizo bien en quitarle el celular, pero sabía que tarde o temprano iba a ver los comentarios, o las notas de TMZ.

¿Era mejor no decir nada? ¿Dejar que la gente lo olvide y pasaran a otro tema más jugoso? Mi agente dijo que no debíamos darle de comer al monstruo, y cualquier declaración solo encendería más el fuego. Era fácil decirlo, cuando lo único que quería era gritarles a todos que dejaran en paz a Jennifer, que ella era la más inocente en ese asunto.

La tarde en que nos enteramos, me quedé con ella. Alba también estaba en casa, así que entre los dos intentamos calmarla y distraerla, una labor casi titánica.

—Las cosas en Internet parecen más grandes de lo que en verdad son —le decía Alba. Jen estaba recostada en mi pecho, tenía el rostro aún húmedo por las lágrimas—. Yo sé que parece que todo el mundo está hablando de eso, pero no es cierto. Son solo unos pocos, y son personas que jamás te vas a cruzar.

—Eso no lo sabes —respondió sin mirarla—. Mucha gente que conozco vio los vídeos. Mi familia, los de la oficina, hasta mis jefes. Eso para mí ya es suficiente.

—Se van a olvidar, así como se olvidaron de la novedad del bebé en camino. Esa Mariana tuvo que sacarse esto de la manga y colgarse de otra noticia para ser relevante, porque en verdad a nadie le importa. No van a reconocer tu cara en cada esquina, no te atacarán en la calle.

Un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora