38. Definitivo

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Jen

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Jen


Aquella tarde no pasé mucho rato despierta. Después de la visita de Belén, y de quedar con ella en todos los puntos para la declaración de la mañana siguiente, llegó la enfermera a entregar la insípida cena. Luego me dieron medicación, y dormí hasta la mañana siguiente.

Y así empezaba un nuevo día de desventuras. La primera persona en entrar fue la doctora que estuvo a cargo de mi cirugía. Yo apenas le prestaba atención, y sé que era importante. La doctora Pierce fue muy delicada para decirme que quedé hecha mierda.

Por supuesto que me puse a disociar mientras me decía que eran necesarias varias intervenciones para reconstruir mi rostro, pero que no sería posible devolverme lo que perdí. Y claro que ya sabía eso, me habían arruinado, ¿crees que quería escuchar el suplicio que sería volver a tener un rostro decente?

El resto fue una rutina hospitalaria a la que luego me acostumbré. Me llevaron a ducharme, me revisaron la herida y me cambiaron las vendas. Me dieron la medicación, y el desayuno. Supuse que ya estaba lista para recibir visitas, mamá no dejaba de hablar de eso, como si esperara que la idea de ver gente me animara. ¿Qué crees? Lo único que deseaba era esconderme y no ver a nadie nunca más. No me sentía preparada para notar que todos me miraban con lástima.

Como podrás imaginar, tampoco tenía celular. Y mejor, porque de seguro que me iba a poner a buscar información, o a leer mensajes que solo me estresarían. Por un momento pensé si tal vez lo que me sucedió salió en los medios. 

Spoiler: Si. 

No lo supe hasta varios días después, pero la noticia saltó no solo porque me hice conocida con tanto escándalo, también porque estaba ligada a Harvey. Y claro, por Fred y su maldita familia. ¿Hubo gente que se solidarizó conmigo? Si, eso me dijeron después. Otros se burlaron, como era de esperarse.

Eran casi las once cuando al fin dejaron pasar a la primera visita del día: Harvey.

Quería verlo, y a la vez no. No se trataba de si lo extrañaba, o si lo necesitaba, ¡por supuesto que lo hacía! Pero tenía miedo de su mirada, de que acabara horrorizado por mi nuevo aspecto, de causarle pena. Cuando mamá me dijo que ya estaba subiendo, empecé a sentirme ansiosa. Ella salió para dejarnos a solas, y cuando él entró, yo ya me había quebrado.

—Jen... —escuché su voz desde la puerta, y eso solo me provocó más lágrimas.

—No pases, por favor. No quiero, no quiero... —Lloraba con los ojos cerrados.

—Pero, Jen...

—¡No quiero que me mires! ¡No, por favor! ¡Vete!

En ese momento, mientras gritaba y lloraba, me vinieron a la mente las palabras de Fred antes de cortarme. "Veremos si el hijo de puta te sigue queriendo ahora". Para eso lo hizo, para separarme del hombre que amaba, para que me sintiera horrenda a sus ojos.

Un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora