1 - Anya Holloway

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En la actualidad.

Estoy de muy mal humor.

Es la última semana de mayo; cada vez llevo peor el tema de graduarme porque mis padres no asimilan mi decisión de entrar en una universidad de arte y, además, no me ha sonado la alarma del móvil. Conclusión: me he quedado dormida. Pero muy dormida, tanto que me he saltado las dos primeras horas de clase. Y lo peor no es que haya faltado a un examen importante (que también) o que haya tenido que salir de casa con el primer chándal de verano que he cogido del armario, una coleta y sin maquillar. Lo peor es que he perdido el tren de las siete y cuarto de la mañana, el único momento que puedo compartir con él. Aunque sea a distancia, porque no tiene ni idea de que existo ni sabe que llevo todo el curso prendada de él. Y, si supiese que lo observo de reojo durante el trayecto imaginando distintas escenas románticas entre nosotros, dudo mucho que quisiese conocerme.

Alguien cierra la puerta de la taquilla en mis narices y la ola de aire caliente me empeora de forma considerable el malhumor. Fulmino con la mirada a mi mejor amiga, que me enseña los dientes con travesura mientras se ríe.

—Bajando a Anya Holloway de las nubes —se burla Verona llevándose la mano a la boca para simular que tiene un walkie talkie—. ¿Sigues pensando en que no has podido ver a tu amorcito?

—Ojalá fuese mi amorcito —mascullo.

—¡Vamos, tía! Anima esa cara de muermo, que tengo noticias sobre lo que hablamos.

Los ojos me vuelan a la expresión de Vero tratando de descifrar si está mofándose de mí y las esperanzas hacen que mi corazón me lata muy rápido. ¿Habla en serio? ¿Ha conseguido...?

—Este viernes —susurra ella.

No recuerdo cuándo fue la última vez que sonreí como lo estoy haciendo. Hace unos meses que Verona empezó a salir con Jeff Wain, el mejor atleta del instituto y el mejor amigo de Asher Harper, aunque han mantenido la relación en secreto porque ella también es atleta y no quieren arriesgarse a que eso afecte a sus becas. Sin embargo, cuando me lo contó a mí, vi la oportunidad perfecta para conocer a Asher servida en bandeja. ¿Era cosa del destino? Siento mariposas en el corazón.

—No es por nada, digo yo que no tiene ni de lejos la misma importancia, pero ¿no deberías de preocuparte más por el examen al que has faltado que por Asher Harper? —dice Sammy poniendo los ojos en blanco.

—Ya lo repetiré en recuperaciones. —Apoyo la espalda en el taquillero con un montón de libros entre los brazos (y pajaritos en la cabeza) y una sonrisa de lado a lado.

—¡Anda, mírala qué engreída! Y yo preocupadísimo por si podré aprobar Historia, que la profesora me tiene enfilado desde que...

Mis oídos dejan de prestarle atención a Sammy cuando suena la sirena de cambio de clase porque sé que Asher Harper aparecerá en cualquier momento. Las taquillas de nuestro curso, segundo de bachillerato, se clasifican según la inicial del primer apellido, aunque nos dan la opción de intercambiárnoslas entre nosotros como queramos. Ambos compartimos la «H», era obvio que iba a sacar provecho de eso y ni los bufidos de Verona ni los chantajes emocionales de Sammy me pudieron convencer de que me moviese de este sitio.

De repente, Vero me da un leve codazo en el costado que entiendo al instante. Varias chicas susurran por el pasillo. Asher Harper aparece acompañado de Jeff Wain, que comparte un guiño seductor con mi mejor amiga, y clavo mis ojos en el rostro impasible de Asher con la esperanza de que nuestras miradas se encuentren, pero pasa de largo y eso jamás ocurre.

No importa, Anya. Este viernes lo conocerás por fin, me convenzo. Quién sabe si podría ser el inicio de una bonita relación, de que mis fantasías se hagan realidad y pueda corresponder a mis sentimientos, aunque ahora me rompa a pedazos darme cuenta de lo invisible que soy para él. Por no hablar de que hasta hace poco tenía novia.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora