Por surrealista que parezca, este es el momento más tranquilo del día. Esta terraza me está devolviendo la paz que me arrebató el baile. Con mucho cuidado, para que no se dé cuenta, le echo un vistazo a Kai, que descansa la espalda en el sofá mientras se fuma el cigarrillo con la vista al cielo oscuro.
Verona flipará cuando le cuente todo esto.
Le doy un sorbo a la copa que sabe a naranja dulce y respiro hondo. He sacado dos conclusiones en lo que va de noche: que mi faceta rebelde me divierte y que Kai parece un buen tío.
Eso no quita que me siga pareciendo irritante, pero también siento una especie de adrenalina adictiva cuando discutimos. Además, que me haya defendido del idiota de recepción le ha hecho ganar puntos. Ya le queda menos para salir del fondo de la lista negra. A decir verdad, nunca estuvo en el fondo porque ese lugar se lo reservo a Jeff.
Kai se ha abierto la camisa vaquera a juego con sus tejanos oscuros mostrando una camiseta interior blanca que se ajusta a sus abdominales y pectorales contorneados. Del cuello le cuelga una cadena de acero con una placa del mismo material. Hay momentos en los que la brisa le despeina el cabello castaño y gruñe en bajito porque algunos mechones se interponen entre sus ojos avellanados y el cielo sin estrellas.
—¿Cuántos años tienes? —le pregunto curiosa.
—Más que tú.
—¿Cuántos años son esos?
—Veinticuatro hasta noviembre.
—O sea, veinticinco.
—¿Es noviembre y no me he enterado? —inquiere atravesándome con sus ojos afilados.
Como pensaba, me divierte fastidiarlo. Alzo la copa y le insto a brindar.
—Hagamos un hidalgo —le propongo.
—Te queda suficiente copa como para bebértela de una.
—Quiero hacerlo —insisto—. Y voy a hacerlo contigo o sin ti.
—No pienso cuidar de ti toda la noche.
—Sé cuidarme solita.
Brindamos y bebemos hasta vaciar la copa. Suelo ser cautelosa, hoy no. Quiero hacer todo lo que me apetece a cada instante. Me limpio las comisuras con el dorso de la mano y sonrío. Kai enarca una ceja.
—Espero que tengas en cuenta que soy un tío y no tu padre.
—¿Acaso vas a aprovecharte de una chica borracha?
Suelta una carcajada melodiosa que me gusta. La sonrisa se le mantiene unos segundos mientras niega en silencio y se inclina hacia delante con la copa entre las manos. Puede que sea la copa o algún tipo de click instantáneo que ha ocurrido de forma desapercibida, pero por fin parece que estamos en sintonía.
—Quiero otra —le pido.
—¿Igual?
Afirmo con un sube y baja de mentón y él se levanta para complacer mi petición. Lo veo caminar hasta la barra más cercana, se apoya en ella y charla con la camarera alternando su mirada entre ella y esta zona apartada. Sería gracioso si pensara que voy a escabullirme en cualquier momento. Me acomodo en el sofá contemplando cómo una joven alta y morena abraza a Kai desde la espalda con una sonrisa gigante, le despeina la melena y él la detiene con una expresión de molestia que me resulta bastante graciosa. Aún no comprendo por qué me ha rescatado de la colina, estoy segura de que seguiría llorando allí a oscuras de no ser por él y, aunque he sido bastante desagradable desde el primer día en que lo conocí, me alegro de que siempre haya aparecido de la nada con sus clínex salvavidas.
Cuando se desquita de la chica, coge las copas y vuelve al reservado sin pararse a hablar con los camareros que levantan el brazo para saludarlo. Enseguida cojo el móvil para disimular que estuviese analizándolo desde aquí. Cero llamadas. Me sorprende que Vero o Sammy no hayan notado mi ausencia en el baile.
—Tus amigos deben de estar preocupados por ti —comenta al llegar.
Apago la pantalla para dejar el móvil en el sofá y acepto la copa que me ofrece.
—Ni siquiera saben que me he escapado.
—¿No les mandaste tu ubicación?
—Era un farol.
—Se preocuparán cuando lo descubran.
Pensé que me regañaría, pero tiene razón, no es mi padre. Se limita a darle un gran trago a la bebida y yo hago lo mismo.
—Me da igual todo ahora mismo. He esperado dos años al baile para celebrar que me graduaba y... mírame —le cuento, derrotada.
Es la verdad. Estoy decepcionada, conmigo, con mis expectativas, con todo lo que había soñado para este gran día. Kai posa la copa en la mesa, se relame los labios y me tiende una mano.
—¿Bailarías con alguien siete años mayor que tú?
La música en la terraza es entre chillout y pop, han bajado el ritmo a medida que se acerca la hora de recogida, aunque el cielo aún está teñido por el color que mejor comprendo: el negro. Hoy sería capaz de pintar mil cuadros de negro y puede que alguno tuviese una diminuta mota blanca que representase a Kai por haberme salvado del pozo de lágrimas. Me incorporo después de beber y acepto. No me vendrá mal un baile siempre y cuando Kai me sostenga bien, porque ya empiezo a notar el placentero mareo del alcohol. Una vez cerca el uno del otro, descansa la otra mano en la parte superior de mi espalda desnuda y me acerca a él.
Siento cómo la temperatura en mis mofletes aumenta fruto de la vergüenza. Por descarada que haya sido con él, no deja de darme vergüenza estar tan cerca de un chico. De Kai, que no quita la mirada de mí. Aparto la vista a un lado mientras permito que sea él quien guíe mis pasos en un baile lento que, de algún modo, encaja con la música de fondo. Cierro los ojos, me centro en mis pies, en el olor a cítricos y a tabaco que desprende Kai. Sin embargo, aunque intento relajarme, en la oscuridad me atormentan las imágenes de Rose y Asher. Las cosas que me decían Vero y Sammy cuando me advertían de que Asher podría estar jugando conmigo. Del beso que nos dimos, del «un clavo saca otro clavo». ¿Era yo el clavo que saca otro clavo para Asher? ¿Debería hacer lo mismo para olvidarme de él?
—Estás apretando los labios —susurra Kai—. ¿Contra qué luchas cuando cierras los ojos?
—Contra mí misma —respondo encontrándome con su mirada. Es alto, incluso parece más apuesto que al principio de la noche.
—No te reproches cosas que escapan de tu control —me dice, y me encantaría de verdad poder hacerlo.
Mis pensamientos acallan cuando distingo un gesto de preocupación en su cara. Me gusta saber que alguien trata de salvarme del abismo en el que se convierte mi cabeza. No tengo sentimientos hacia él, pero es lo suficientemente guapo para que cualquier chica quisiese abalanzarse a sus brazos como ocurrió antes en la barra. Echo la cabeza hacia atrás, suelto su mano y le rodeo el cuello con los brazos para mantener mi equilibrio. Kai me sujeta de la cintura mientras bailamos.
Me gusta este mareo.
Me gusta no pensar.
Vuelvo a perderme en sus ojos avellanados, él ríe probablemente porque se ha dado cuenta de que el alcohol ha empezado a surtirme efecto. Por un instante, me olvido de que Kai es un Harper más. Bajo la vista a sus labios y no me detengo.
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©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)
Romance🧡FINALISTA WATTYS2023🧡 Anya Holloway ha estado enamorada de Asher en secreto durante más de un año. Sin embargo, cuando empiezan a correr los rumores de que Asher ha roto la relación con su famosa novia, la mejor amiga de Anya organiza una quedada...