Enjuago el pincel en un vaso con agua y me limpio la pintura de los dedos en el delantal que utilizo para desconectar de la realidad frente a un lienzo en blanco. Me detengo unos segundos delante del caballete, contemplo esa mezcla de colores que no representa nada y después me asomo a la ventana del dormitorio, que da al interior de la urbanización, con un cigarro entre los labios. Me lo enciendo mientras descanso los brazos en el marco de la ventana. Aspiro con fuerza, la noche está preciosa. Luego, suelto despacio con la vista en el manto de estrellas que despunta más allá de la altura de estos edificios.
El sonido metálico de una puerta capta mi atención y bajo la mirada a los jardines, donde diviso la espalda de Asher, que está sentado en el césped probablemente reflexionando sobre las cosas que no debería de haber hecho anoche y que, de igual manera, ha hecho. Porque lo conozco. Se queja de que a veces actúo como un padre, pero debería agradecer que lo haga, porque el nuestro nunca se ha preocupado por nosotros de verdad. Tiene predilección por Asher, que solo se centra en él mismo, que destaca en los estudios porque es como un robot sin emociones al que le importa bien poco cualquier otra cosa que pase a su alrededor. A mí mi padre me desterró hace mucho de la familia por darles sentido a las emociones, por darles vida a través del arte. Por disfrutar de los placeres.
Doy una calada y exhalo.
Los labios se me amplían cuando veo a esa chica sentarse a su lado. Tengo que apartarme el cigarrillo para poder reírme sin que se me caiga e incendie el piso. ¿Cómo es posible que siempre tenga una bolsa de basura preparada para cuando mi hermano baja? Es la maleducada del otro día. Últimamente la he visto mil veces pasear por los corredores de la urbanización e incluso la he visto esperar a «alguien» en las gradas distrayéndose con su móvil hasta que escucha una puerta abrirse y pega un bote sobresaltada. Es fácil detectarla, su melena cobriza resalta en los jardines verdes, en las gradas grisáceas. Y muchas veces el tiempo se me ha escapado de las manos mientras la contemplo desde mi ático como si fuese un concierto de colores en vivo. Me avergüenzo al recordar que no me pude resistir y terminé pintando su perfil desconsolado en mi terraza. Estaba preciosa, incluso llorando. Me pregunto si está tan colada por Asher como para acecharlo de esa manera.
De repente, veo que intenta levantarse y Asher le tiende una mano. No la aceptes, no la aceptes. Me siento mal porque sé que esa misma mano le va a romper el corazón en cualquier momento, pero no es de mi incumbencia. Este chico tiene un buen repertorio de corazones destrozados y apuesto lo que sea a que seguirá haciéndolo aquí y en Alemania. Y a que la siguiente será esa chica que está a su lado. Porque él no entiende las emociones y, por mucho que me esfuerce en enseñarle lo que nuestro padre no hizo, ni siquiera se da cuenta de estas cosas.
Asher ha ido tras ella y no puedo verlos porque los corredores, aunque sean exteriores, están techados por los propios edificios. Sabrá Dios lo que se le ha pasado por la cabeza. Mi móvil suena taladrándome los oídos e irrumpiendo en el silencio que me acompaña. Es domingo y no debo ir a trabajar, aunque tendré que hacer una excepción por la baja repentina de mi compañero Simon. Suelto el humo, cierro la ventana y cojo del escritorio las llaves del coche.
ESTÁS LEYENDO
©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)
Romance🧡FINALISTA WATTYS2023🧡 Anya Holloway ha estado enamorada de Asher en secreto durante más de un año. Sin embargo, cuando empiezan a correr los rumores de que Asher ha roto la relación con su famosa novia, la mejor amiga de Anya organiza una quedada...