16 - Anya Holloway

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Los labios de Asher presionan los míos primero con cierta delicadeza, luego con más fuerza hasta que nuestras lenguas se encuentran y me rindo a su beso, que termina antes de lo que me gustaría. Disimulo la falta de aliento, las ganas de suspirar porque tengo el corazón encogido. Frío en el cuerpo y calor en mi cara. Me arde cada parte del rostro donde sus dedos me han acariciado. Me arden los labios al separarnos y abrir los ojos. Tengo su mirada clavada en mis pupilas. Y el sabor a chocolate con menta esparcido por toda mi boca. No quiero que acabe, creo que se lo transmito de alguna manera, y creo que él tampoco quiere que acabe. Como aquel día en la estación. Su mano en mi barbilla no se aparta, sino que va hasta mi espalda y me atrae hacia él para que nuestras bocas vuelvan a fundirse.

Su lengua busca la mía. Nos besamos sin que nos importen los vecinos que nos observan cuando van de un lado a otro volviendo del trabajo o saliendo a hacer deporte. Ahora mismo no me importa nada más que nuestras bocas enredadas en besos que no entiendo si son lentos o rápidos, románticos o frenéticos, pero que encajan a la perfección a pesar de que en ningún momento dejo de pensar en si lo estaré haciendo bien o mal. Y, aunque pierdo la noción de las veces que nos hemos besado y de los minutos que han pasado, me parece demasiado fugaz cuando se aparta con una expresión taciturna difícil de descifrar.

—El curry también me gusta —dice divertido. Se me había olvidado lo que había cenado hasta que su comentario me lo recuerda y me pongo rígida como una tabla—. Gracias por el bombón.

Sin esperar una respuesta, Asher Harper se da media vuelta y se encamina a la puerta de su edificio mientras contemplo, absorta en mi sueño hecho realidad, cómo desaparece. No ha mirado atrás para despedirse, aunque creo que de la felicidad se me ha curado la lesión del pie de golpe. Me llevo la mano al pecho. Debería de ir al médico a verme el corazón, porque no lo siento. Asher se lo debe de haber llevado consigo tras el beso.

Solo puedo pensar en que su hermano mayor es Dios por haberme aconsejado que le regalase un bombón de menta.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora