37 - Anya Holloway

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Me temo que no me había visto venir esta encerrona para nada.

Vero, que está sentada en el comedor enseñándole algo del móvil a mi madre, levanta la cabeza al oír la puerta y ensancha la boca en una sonrisa que me advierte de lo peor. Abre los ojos, yo los abro más, y se piensa qué hacer con el móvil antes de dárselo a mi madre para saltar hacia mí como si fuese un cavernícola abalanzándose sobre un animal que le dará de comer a toda una aldea. Menos mal que he soltado las bolsas al entrar.

—Conque tenías cosas que hacer —ríe, traviesa, demostrando que mi mentira tiene las patas más cortas de la historia. Y agrega en voz alta para hacer partícipe a mi madre—: Me ha dicho mi suegra que deberías salir a divertirte más a menudo, que para algo se han terminado los exámenes y te has graduado con una de las mejores notas. ¿Tú qué opinas?

—Ya quisieras que fuese tu suegra —murmuro hincándole el dedo índice en las costillas para que deje de aferrarse a mi cuello.

—Eso es lo que querría ella —me contesta en bajito señalándola con la mirada—. ¿Vienes o qué?

—Tengo planes.

Levanta las cejas, vacilona, y ladea la cabeza poniendo los brazos en jarra.

—¿Tu hija tiene planes? —le pregunta a mi madre, que nos está dedicando una sonrisilla genuina fuera de contexto.

Y lo niega. Niega en silencio con otra sonrisilla porque me acaba de desenmascarar mientras se dirige a la entrada a por las bolsas. Pongo los ojos en blanco, qué remedio.

—Vale. Te seré sincera —confieso cruzándome de brazos—: no me apetece.

Las comisuras de Vero pierden el ánimo y se curvan hacia abajo.

—Annalysse —me llama mi madre por mi nombre completo, el que odio mencionar porque es demasiado largo y extraño, en modo regañina—, tu mejor amiga se va a Estados Unidos en dos semanas.

Y ahí está de nuevo, recordándome la gran desgracia del año que, de alguna manera, he querido obviar en estas últimas semanas. La oigo traquetear en los muebles de la cocina mientras Vero me acecha con una mirada de corderito que contrasta con el aspecto de chica mala que ha elegido para su cita de hoy: dos coquitos recogidos en lo alto de su melena suelta, eyeliner violeta, mucho rímel y un mono corto de color negro con un escote bastante pronunciado.

—Tienes nombre de futura pintora bohemia —comenta cambiando de tema porque su técnica de chantaje no le funciona.

Alzo una ceja con los brazos cruzados.

—De esas que mueren vírgenes —suspiro.

No debería de haber dicho eso. Kai me sacude los pensamientos, sus dedos y... Nunca había sentido ese placer. Zarandeo la cabeza.

—Annalysse —repite mi mejor amiga—, puede que este sea de los últimos planes que hagamos antes de que me vaya.

—No digas eso.

—Es la realidad.

—¿Y Sammy?

—Haremos otro plan con él en la ecuación, pero hoy quería pasar el día contigo.

¿No podemos sacar a Jeff y a Asher de la ecuación de hoy?

—¿Qué hay de Jeff y Asher? —pregunto exhausta de esta conversación que ya estoy viendo cómo va a terminar.

—El plan lo propuso Jeff —dice encogiéndose de hombros y camina hasta el espejo para retocarse el peinado.

Se ve tan coqueta y vívida que me asusta lo apagada que me puedo ver yo. No entiendo en qué parte de mis planes entraba ir hoy a un parque de atracciones con terroríficas montañas rusas y un Asher que no quiero ver ni en pintura. Además, de forma literal, porque he escondido todos los dibujos que había hecho de él y su endemoniada carita de ángel.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora