II

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—De PurpleSnow, Nate —pronunció el anciano.

El muchacho pasó al frente, sonriendo al ver el rostro molesto de sus primos... No era su culpa que ellos hubiesen perdido contra una alfa.

—Oficialmente, eres reconocido como un alfa ahora, y poseedor de las tierras que has ganado.

—Gracias, pero no todo esto es mío. Estos territorios son de mis primos —pronunció dejando dos plumas sobre la mesa—. Los tres los conseguimos juntos, y aunque conozco las reglas, no sería ético de mi parte quedarme con ellas. Flack, Zack, esto es de ustedes —sonrió, antes de bajarse.

Y antes de poder acercarse a su familia, un tipo de cabello negro y ojos celestes, lo llamó. Nate lo observó, y vio que era de Wildwolf. Junto a él, estaba Milena.

—Felicidades por tu triunfo, mi clan no sólo te cederá las tierras que justamente le ganaste a mi hermanita, sino también, nuestra gratitud —sonrió.

Una sonrisa tan falsa, como la gratitud que estaba profesando.

—Yo intenté llegar a un acuerdo con ella, pero se negó —le dijo serio Nate.

—Claro que sí, nosotros no buscamos la misericordia de nadie. Al contrario —rio—. A nosotros siempre nos imploran por ella.

—En fin ¿A qué viene esta charla?

—Humillaste a mí hermanita, Nate —sonrió—. Y eso es algo inaceptable.

Nate observó a Milena, frunciendo el ceño.

—Darte la posibilidad de continuar en competencia ¿Fue humillarte?

—Hablas conmigo, no con ella —le dijo—. Y yo que tú, no me confiaría mucho de esos territorios. Dicen que en cierta época del año se incendian muy seguido ¿No es así, Mile?

—Al diablo con ustedes —gruñó dirigiéndose a su familia.

Al él le importaba por muy poco las amenazas, después de todo, él solo quería ese territorio para explotar sus recursos, no pensaba vivir allí.

🌘🌘🌘

—Pst.

Se giró al escuchar que alguien intentaba captar su atención, y se encontró con aquel muchacho entre los árboles. Observó preocupada hacia atrás, y al ver que no había nadie, se dirigió hasta él.

—¿Qué haces aquí? —le murmuró preocupada.

—Quería verte. Mira, gané la competencia de alfas —sonrió, enseñándole una piedrita conmemorativa por su hazaña.

—Está muy bonita, Nate, pero no deberías estar aquí. Sabes que mi padre no quiere que vengas.

—Es del color de tu cabello.

Cala observó la piedrita naranja y luego a él.

—Nate.

La tomó del rostro y la besó, tomándola por sorpresa.

—¡¿Qué haces?! —chilló avergonzada, alejándola de él, con el rostro rojo.

—Eres tan bonita —sonrió divertido.

—Nate, yo... Voy a comprometerme la próxima luna con Bennett —murmuró mirando hacia abajo.

La sonrisa de Nate se borró al escuchar aquello.

—¿Qué? Pero tú me dijiste-

—No puedo ir en contra de mi papá, yo se lo prometí.

—¿Y nosotros?

—Es lo mejor para ambos, tú también debes cumplir con tus obligaciones, y unirte con la muchacha de Woods.

—Ella, y mis "obligaciones" me importan una mierda. Yo no voy a arriesgar mi felicidad por capricho de otros.

—Pero yo ya tomé mi decisión, Nate. Me voy a unir a Bennett.

—Cala —pronunció bajo, en un tono lastimero.

—Lo siento —le dijo con lágrimas en los ojos—. Es lo correcto.

—No, lo correcto es que estemos juntos —le dijo tomándola de la mano, apoyándola contra su pecho—. Mi corazón late por ti, y tú lo estás hiriendo.

—No digas eso —le pidió derramando algunas lágrimas—. Porque sabes que a mí también me hiere.

—Elígeme entonces, prometo hacerte feliz, nunca te hará falta nada.

—N-No puedo, Nate.

—Entré a la competencia por nosotros —pronunció derramando sus primeras lágrimas—. Conseguí dos territorios, uno en Wildwolf y el otro en Sunrock. Y también recursos, no nos hará falta nada, lo prometo.

—Nate n-no insistas, por favor.

—Cala no me hagas esto —le pidió suplicante—. Tú dijiste que vendrías conmigo. Estuve sólo casi dos semanas, para... Poder conseguir esto por nosotros, y ahora me estás rechazando.

—Lo siento, en serio Nate, lo lamento —sollozó.

La miró a los ojos, y le fue imposible no llorar.

—Pero... Tú me lo prometiste, no es justo.

Intentó quitar su mano de su pecho, y él se negó a soltarla.

—S-Suéltame, Nate, y vete.

—Yo no voy a tomar a nadie más, si tú no serás mi compañera, entonces nadie más lo será.

—No digas estupideces, tú-

—¿Mi amor es una estupidez? ¿Mi lealtad a ti lo es? —le inquirió frustrado—. Cuatro años llevo esperando este momento para poder estar juntos, y tú... Tú simplemente me desprecias, aún sabiendo todo lo que hice.

—Lo lamento —sollozó.

—No, no lo haces —murmuró, antes de darle la espalda.

¿Quién dijo que los omegas no eran peligrosos? ¿Qué no dañaban? North debería estar muy orgulloso de su hija.

...

NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora