XXVI

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—Mañana tengo que ir a hacerme los análisis de sangre y orina, e ir a la nutricionista y luego ver al ginecólogo —le dijo mientras se sacaba las lágrimas de los ojos.

Le era imposible no llorar con la situación que estaba atravesando.

—Está bien.

—¿Nate?

Él estaba tan serio, frío, distante, que no parecía el mismo muchacho de siempre. Tal vez la estaba culpando por lo que había pasado por Nieve, ella sabía muy bien como amaba a ese perro.

—¿Estás molesto conmigo?

Negó con la cabeza y la tomó del rostro, secando suavemente las lágrimas que mojaban su piel.

—No, no estoy molesto contigo —le dijo antes de darle un beso en los labios, y susurrar sobre ellos—. Pero no podemos hablar aquí.

—Tengo miedo —susurró con lágrimas en los ojos.

—Yo estoy contigo, voy a protegerte.

—Tú no conoces a mi familia, Nate. No tienes idea de lo que Kenneth puede hacer. Yo... No entiendo porqué te acercaste a él.

—Cometí el error de venderle Sunrock. Pero no tiene sentido hablar de eso ahora. Tomarás un baño y luego preparé algo para comer, no has comido nada en todo el día.

Ella asintió con la cabeza y Nate volvió a besarla. No sabía aún como, pero se irían de allí de algún modo.

🌘🌘🌘

—Semanas después—

Estaban los dos caminando hacia la clínica, dejando a Nieve en el auto hasta que regresaran. Nate sabía que ni su perro estaba seguro ya, por lo que estaba buscando la forma de enviarlo a PurpleSnow, a casa de Brenda.

Hoy finalmente le harían la primera ecografía a Milena, para saber de cuánto tiempo exacto estaba de embarazo. En las dos semanas que habían pasado desde el conocimiento de su gestación, su vientre había crecido bastante.

Se veía más "hinchado".

—Tengo a mi hermano viviendo en el bosque, Samir, el que te conté que se unió a una híbrido.

—¿Crees que él podría ayudarnos? —le preguntó en un tono bajo, en la puerta de la clínica.

—No lo sé, pero podríamos intentarlo. Pensé en la idea de escribirle una carta, dudo que ellos puedan rastrearla, no lo sé.

—Quizás... Pero no sé hasta donde llegan los contactos de tu hermano tampoco.

Entraron a la clínica, y fueron directo a la sala de ecografias, esperando que llamaran a Milena.

—Milena, pasa por favor —pronunció el médico de la familia, quien la atendía de forma exclusiva.

—¿Crees que sea más de uno? —le preguntó en un tono bajo a Nate, entrando ambos al consultorio.

—Yo sólo quiero que tú estés bien.

—Puedes subirte a la camilla. Levántate la camiseta y baja un poco tu pantalón, dejando tu vientre al descubierto.

Nate la ayudó a subirse, y luego la castaña hizo lo que el médico le pidió, acostándose en la camilla. Observó a su pareja, mientras el médico encendía el ecógrafo y luego tomaba el gel para ponerle en su vientre.

—¿Cómo has estado estos días?

—Bien, cansada y hambrienta. Me la paso con sueño y mucho hambre —le dijo en un tono bajo, desanimada.

—Es normal en algunas embarazadas —pronunció pasando el transductor por su vientre—. ¿Hay embarazos múltiples en tu familia, Nate?

—Sí, tengo dos hermanas gemelas. Creo que son normales los embarazos múltiples en nuestra especie, raro sería que nazca uno nomás.

El médico frunció el ceño, observando las imágenes obtenidas. Tomó varias capturas, y continuó moviendo el transductor.

—¿Cuántos son? ¿Más de dos? —preguntó serio Nate.

Milena observó el monitor, sin entender bien que es lo que la imagen mostraba.

—Sí, pero eso no es todo —pronunció con el ceño fruncido—. Veo varias alteraciones.

—¿A-Alteraciones? ¿Qué quiere decir con eso? —le preguntó con temor Milena.

—¿Corre riesgo la vida de mi mujer? —gruñó Nate.

—No, pero los fetos no son compatibles con la vida —les dijo en un tono bajo—. Les daré una cita para la tarde, para realizarle otro tipo de ecografía más precisa y con mejor imagen. Un equipo más moderno es lo aconsejable en estos casos.

—De acuerdo —murmuró Nate.

Ayudó a Milena a sentarse en la camilla, mientras la castaña se limpiaba el gel de la panza.

—Creo que deberían hablar con Kenneth.

—Claro —pronunció con fastidio el rubio, antes de salir ambos del consultorio—. Es increíble que tengamos que notificarle todo a tu hermano. Ni que fuera nuestro dueño.

—Nate ¿Tú escuchaste lo que dijo? Los bebés tienen problemas, no podrán nacer.

—Sí, y tampoco nos dijo cuántos son... Fue lo mejor, Milena, traer hijos en estas condiciones, dónde serían títeres de tu hermano, sería una mierda.

—S-Sí, sólo... Espero que no me culpe —pronunció afligida.

—¿Por qué te culparía? Esto no lo provocaste, fue algo natural, biológico.

🌘🌘🌘

—Roger ¿Qué ocurre? —preguntó en un tono aburrido, mientras comía una manzana.

"—Hace media hora vino Milena a hacerse sus controles, y la ecografía para conocer el estado de su embarazo."

—Ajá ¿Y qué con eso? ¿Hay algo importante? ¿Cuántos cachorros son?

"—Kenneth, conté al menos seis sacos."

—¿Seis? Wou, eso es sorprendente ¿Pero podrá ella llegar a término con seis?

"—Te dije seis sacos, no seis fetos. Fetos hay cuatro, y no son viables para la vida."

—¿Cómo que no son viables? ¿Qué mierda quieres decir con eso? —bramó furioso.

"—Le pedí que viniera esta tarde para hacerle una ecografía con el equipo más avanzado, de ese modo podré verlos mejor. Pero por lo que ví en el ecógrafo clásico, tienen malformaciones."

—No puede ser posible —gruñó—. ¿Los cuatro son deformes? ¿Cómo mierda ocurrió eso?

"—No estoy seguro, le realizaré una autopsia cuando interrumpa el embarazo. Pero sospecho... Qué fue por los fármacos y hormonas a las que Milena fue sometida."

...

Hoy fue un un día asqueroso... Casi doce horas fuera de casa, para ir a la facultad, esperar horas para rendir y encima, desaprobar.

Creo que me voy a dedicar a la escritura mejor...

NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora