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Había sido muy triste despedirse de su familia, especialmente porque Biel había regresado, después de tantos años volvían a verlo... Pero entendía que ya era momento de irse a su nuevo hogar.

—¿A dónde vamos? —le preguntó curiosa.

—Vamos a visitar el pueblo ¿Has sido ya? —sonrió.

—Sí, algunas veces acompañé a Natalie, cuando tenía que ir a hablar con su familia.

—Ahora se ha puesto más bonito, así que quiero que lo recorramos juntos. Y además, comer algo rico también.

—Me gustaría comer, mm, no recuerdo el nombre.

—Dime cómo era.

—Como un sándwich de carne.

—Oh, hamburguesas.

—Sí, eso —sonrió.

—De acuerdo, iremos a comprar unas hamburguesas, luego podemos ir por helado también —sonrió.

Cala sonrió suavemente y apoyó su mejilla contra la espalda de él. Sí, aún seguía triste por lo que había pasado, pero... Tal vez él tenía razón.

Extendió una de sus manos hacia adelante, y acarició suavemente a Nieve que iba adelante en la moto, sentando en un canastito de madera que Nate le había hecho, sujetado a una especie de cinturón al rubio.

—Creo que nunca te pregunté ¿Conocieron en algún momento a la familia de Natalie?

—Sí, vinieron un par de veces cuando éramos niños, pero... Era un poco incómodo, ya que para ellos no era normal la forma en la que vivíamos.

—Pues no, después de todo, es humana.

—Sí, pero además nosotros no teníamos electricidad y esas cosas que para ellos eran normales, y nosotros no las teníamos.

—Bueno, no vamos a negar tampoco que ustedes vivían un poco de forma primitiva —sonrió divertido—. No sé porqué tu padre se negaba a instalar la electricidad.

—No confiaba en los humanos supongo.

Y después de una hora casi de viaje, finalmente llegaron al pueblo, estacionando Nate la moto, y tomando la correa de Nieve.

—Daremos una vuelta, y luego iremos a comer —sonrió, tomándola de la mano.

🌘🌘🌘

—Que rico se siente esta cama —sonrió acostándose, abrazando una almohada.

Nate había alquilado una cabaña del pueblo para poder pasar la noche, ya que el viaje a Sunrock era muy largo, y no quería viajar de madrugada por el bosque.

—Me alegra que te guste, amor. Yo iré a tomar un baño primero —le dijo buscando una muda de ropa dentro de su mochila.

—Está bien, aquí te esperamos con Nieve —sonrió.

—Adentro de esa bolsa está lo que compramos para la cena, si te da hambre, come —le dijo antes de ir al baño.

Se quitó la ropa y se metió a la ducha, abriendo el grifo, dejando que el agua lavara su cabello... No, no era fácil para él tampoco haber pasado aquellos días en el bosque.

Había asesinado a un hombre... Era la primera persona que mataba en su vida, y esperaba jamás tener que volver a hacerlo, porque sólo había actuado bajo la rabia que sentía, había sido un impulso de estupidez realmente.

Al igual que haber decidido por Cala sobre su embarazo. Aunque ahora intentaba distraerla, hacerla sentir bien, sabía que la había dañado con aquello.

Estaba haciendo todo mal.

Se sentó un momento en la ducha, dejando que el agua lavara su cuerpo, como si con eso... Pudiese lavar sus delitos, la sangre que manchaba sus manos.

¿Cómo hacían sus primos para vivir tranquilos? ¿Para poder dormir por las noches? Brenda había asesinado a tantas personas, y estaba seguro que Blake también. ¿Cómo hacían para continuar?

Escuchó a Cala reír, haciendo jugar a Nieve, y quizás allí estaba la respuesta. Tenían motivos de sobra para continuar viviendo.

Se bañó rápidamente y salió del baño unos minutos después, viendo a Nieve en la cama, comiendo pizza con Cala.

—No se quiso bajar —sonrió.

La observó, esa sonrisa tan hermosa, y supo que ella era la razón para todo en su vida.

Se acercó a la cama y la tomó del rostro, para darle un suave beso en la frente.

—Te amo mucho, Cala, jamás lo olvides ¿De acuerdo? Ni cuando me equivoque creyendo que hago lo mejor para ti, y la cague —pronunció bajo.

Ella se abrazó al pecho de él y asintió con la cabeza.

—Yo también te amo, Nate.

Sonrió y la abrazó también, dándole un beso en la cabeza.

—¿Qué tal está la pizza?

—Rica —sonrió, separándose de él para acercarle una porción a la boca, así la probaba también.

—Mm, sí, está buena.

—Y a Nieve le gustó mucho también —sonrió divertida, viendo como el cachorro lamía la masa, a la cual le había comido todo el queso y salsa.

—Igual no le des más, amor, porque puede hacerle mal.

—Oh, no lo sabía.

—No te preocupes —sonrió, sentándose junto a ella para continuar cenando.

—¿Y qué haces en Sunrock, Nate? ¿Vive alguien más por la zona? ¿O sólo seremos nosotros dos?

—No, dónde viviremos, no vive nadie más, pero bajando la montaña si hay algunas personas.

—Oh ¿Y cómo te llevas con ellos?

—No me agradan —le dijo con simpleza—. Así que intento evitarlos. De todos modos yo no pasaba mucho tiempo en la cabaña.

—¿Por qué? —le inquirió, tomando un poco de refresco.

—Porque me la pasaba talando árboles, vendo leña a los humanos que suben a buscarla. Y así es como consigo dinero también.

...

NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora