XXII

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—¿Has tenido parejas ya?

—No, nunca quise involucrarme emocionalmente con nadie —le contó, mientras el preparaba la cena—. En mi familia no están bien vistas ese tipo de uniones. Nosotros sólo nos unimos por bienes económicos o políticos.

—No es muy diferente de dónde yo vengo —le dijo preparando un puré de papas.

—¿Entonces tú tampoco has tenido pareja?

—Sí, yo tuve... Algo así, de hecho, hace sólo unas semanas nos separamos.

—Ah, entiendo.

—Viví cinco años intentando que ella me eligiera y se quedara conmigo. Pero de todos modos se unión a un omega, incluso después de que le dijera que había pasado la competencia de alfa con territorios ganados para poder vivir juntos.

—¿En serio prefirió un Omega a un alfa? Que idiota.

—Sólo quería complacer a su padre... Después de eso, ellos se separaron y ella se vino a vivir conmigo. Estuvimos dos meses juntos, y un día despertó con mucha fiebre y débil. Creí que estaba enferma por las bajas temperaturas de Sunrock, dónde vivíamos, y no, no fue por eso. Sólo había entrado en celo por otro macho, su luna.

Terminó de preparar el puré y tomó con una cuchara un poco, para darle a Milena para que lo probara.

—¿Te duele aún lo que ocurrió con ella? —le preguntó tomando la cuchara.

—Intento no pensar en ella, me duelen más los años perdidos tras una mujer que nunca me quiso.

—Está rico —murmuró luego de probarlo—. Entonces ¿En verdad eras virgen?

—Sí, yo sólo me guardé para ella, no tenía ojos para nadie más. Y esos dos meses que estuvimos juntos, nunca pasó nada. Ella aún estaba mal por lo que había pasado. El Omega con el que se había unido, había abusado de ella.

—Estaba traumatizada aún.

—Es eso o simplemente no sentía atracción por mí —le dijo sacando el pollo del horno.

—Tú eres el primer hombre por el que siento atracción, yo nunca... Había besado a nadie, mucho menos tenido sexo —pronunció bajo—. Quería ser como Cecilia, ella no tiene pareja, ni hijos, y es la que controla el clan Wildwolf.

—Es alguien muy importante.

—Sí, por eso quería ser como mi hermana, que mi padre se sintiera orgulloso de mí. Pero ahora, él nunca me mirará del mismo modo.

—¿Y tú ibas a ser feliz con eso? ¿Qué es lo que realmente quieres tú, Milena? ¿Querías ir a la universidad para estudiar algo que te gusta? ¿O sólo cumplir las expectativas de tu padre?

—Iba a estudiar gestión de empresa, pero a mí me... Gusta más el arte. De seguro piensas que es una estupidez.

—No, no lo creo. ¿Qué tipo de cosas te gusta del arte? ¿Pintar? ¿Tocar algún instrumento?

—Me gusta dibujar —sonrió levemente—. Mis cosas quedaron en casa de Kenneth, sino te hubiese mostrado mi cuaderno de dibujos.

Él sonrió y le sirvió una porción de puré y pollo en un plato, acercándoselo.

—Sin haberlo visto, estoy seguro que lo haces muy bien.

—Lo dudo mucho, pero sé que no es lo mío.

—Bueno ya no dependes económicamente de tu familia, y además eres mayor de edad, así qué, no estás obligada a estudiar lo que ellos esperaban de ti.

—Tal vez tienes razón —murmuró, mirando hacia abajo.

—¿Cuándo comienzan las inscripciones en la universidad de arte?

—No lo sé.

—Mañana podríamos ir a averiguar entonces —sonrió, sirviéndole un poco de jugo en una copa—. Tendrás que decirme tú dónde queda, porque yo conozco la ciudad.

—No tengo dinero para pagarla.

—Pero mi dinero es tuyo ahora también, ya que eres mi compañera. Y si tú eres feliz, yo también lo seré, recuerda que nuestros corazones están unidos —sonrió.

🌘🌘🌘

Lo miró insegura y luego se subió a la cama, gateando hasta él, para acostarse a su lado. Nate la observó y la abrazó a su pecho.

—¿Qué pasa?

—¿Crees que deberíamos dormir juntos? No creo que estemos obligado a hacerlo.

—No, ¿Tú quieres dormir sola?

—No lo sé, es extraño lo que siento, pero... Me gusta estar contigo.

—A mi también —le dijo mirándola a los ojos.

—¿Qué sientes cuando me ves?

—Que quiero besarte —pronunció bajo—. ¿Y tú?

—También —murmuró—. Pero se siente extraño a la vez, porque no nos conocemos. Y es como si los sentimientos fueran ajenos.

—Sí, es raro, pero no lo sé, siento que así debía ser.

—Para ti debe ser mucho más raro y difícil porque tenías pareja.

—No pienso en ella cuando estamos juntos, o sea, desde anoche —sonrió, haciéndola sonreír también—. ¿Por qué pensaría en alguien más si estoy contigo?

—¿Por qué la querías quizás?

—Tal vez todo fue una ilusión, y a ti pueda llegar a quererte —le dijo mirándola a los labios—. Y quizás, tú también podrías llegar a quererme.

Milena lo tomó del rostro, y lo acarició suavemente.

—Quiero volver a estar contigo —susurró en un tono cargado de deseo, aumentando la temperatura en ambos—. Te necesito en este momento.

—Yo también —pronunció rozando sus labios con los de ella, sintiendo su respiración pesada contra la suya.

—¿Podemos olvidarnos de todo por un rato?

...

NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora