XXIV

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—Entonces ¿Por qué están aquí?

—Doctor, la última semana no me he sentido muy bien —le contó la castaña—. Por la mañana me despierto con muchas náuseas, y no había vomitado hasta hoy, luego de comer unos huevos revueltos en el desayuno.

—También ha sentido molestias en el vientre y los pechos hinchados —le explicó Nate, que estaba sentado junto a Milena.

—De acuerdo, te haré el pedido para unos exámenes —le dijo escribiéndolo—. ¿Te has realizado una prueba de embarazo?

—No ¿Por qué lo haría?

—¿Se han cuidado durante el sexo?

—Sí.

—Pero hace un mes viniste por una emergencia.

—Sí, pero usted me dió una inyección para eso.

—No siempre es efectiva.

La jovencita al escuchar aquello se puso pálida, y Nate la tomó de la mano, acariciándola suavemente.

—No creemos que pueda estar embarazada, pero por descarte se hará la prueba —pronunció el rubio.

—Está bien, eso agilizará mucho las cosas. Lleven estos pedidos para que les den los turnos, y pidan en la farmacia de la clínica una prueba de embarazo. Se la puede hacer ahora mismo. Si el resultado es positivo, pidan un turno con el ginecólogo.

Milena asintió con la cabeza, y ambos salieron del consultorio, ella agarrada del brazo de Nate.

—Tranquila, no tiene porqué ser un embarazo, de seguro son los nervios por tus exámenes. Sólo te quedan dos meses para terminar el secundario.

—N-No lo sé, Nate ¿Y si lo fuera? —le inquirió en un tono tembloroso de voz.

—Pediremos una interrupción.

—Aquí no está permitido eso, el aborto es ilegal.

—En dónde yo vivía no, podríamos ir hasta allí. El compañero de mi prima es médico, el puede ayudarnos.

—Está bien —pronunció en un tono bajo, caminando ambos hasta la farmacia de la clínica.

Al llegar, Milena le explicó la situación a la farmacéutica, y ésta le entregó una cajita blanca, no sin antes darle las instrucciones de uso. Nate la acompañó hasta el baño de mujeres, esperando del otro lado de la puerta del cubículo a qué orinara.

—¿Entonces?

—Dice que hay que esperar unos cinco minutos para que sea preciso, pero ya se ha marcado una línea.

El rubio observó la tirilla también, curioso.

—Una es negativo, así que no hay que preocuparse.

—No quiero un cachorro ahora, recién nos estamos conociendo —pronunció ella afligida—. Y aunque no sería imposible, quiero ir a la universidad.

—Y lo harás, Mile, esto no es un impedimento.

—Sí, pero que si llegan a... Son dos —murmuró en un hilo de voz, al ver cómo suavemente comenzaba a marcarse a la segunda—. N-No, no, no puede ser.

Nate se la quitó de las manos, y al comprobar que eran dos, la arrojó a un cesto de papeles.

—Milena, podemos interrumpir el embarazo ¿De acuerdo? Tranquila.

—N-No me siento b-bien, siento que me falta el aire.

La abrazó a él, acariciándole el cabello y la espalda.

—Tranquila, todo estará bien.

—Tenemos que irnos.

—¿A dónde?

—A PurpleSnow, d-dijiste que allí estaba el médico que nos ayudaría.

—Sí, Blake.

—S-Sí, debemos ir cuánto antes —le dijo con lágrimas en los ojos—. P-Por favor, Nate.

🌘🌘🌘

—Quiero que los mantengan vigilados, y si intentan huir de la ciudad, lo impiden. Ella tendrá esos cachorros quiera o no —gruñó Kenneth, antes de cortar la llamada.

—Por los vídeos de seguridad del hospital, no se veía para nada feliz con la noticia del embarazo —pronunció Lev.

—Lo sé, es por eso que les dije que los vigilaran. Aquí sabe que no puede quitárselo, pero quizás quiera ir a otro lugar a hacerlo.

—El problema está en qué si quiere hacerlo de forma casera, luego de saber que no podrá huir.

—Tampoco es tan estúpida. Roger debe seguir atendiéndola.

🌘🌘🌘

—Mile, debemos salir ahora —le dijo en un tono suave Nate, despertándola—. Sé que es muy temprano, pero debemos irnos ahora sí no quieres que lleguemos muy tarde a PurpleSnow.

—De acuerdo —bostezó, sentándose en la cama.

—Dejé tu ropa aquí preparada. Ya guardé lo más importante en el auto, cuando tú estés lista, nos vamos.

—Está bien —murmuró desperezándose.

Últimamente tenía tanto sueño, que le era imposible no dormir gran parte del día. Y levantarse de madrugada, no era una opción viable.

Salió de la cama y se colocó la ropa que Nate le había preparado, yendo al baño a hacer sus necesidades, para luego cepillar sus dientes y recoger todo su cabello en un moño alto.

Se colocó la capucha de la campera y salió de la habitación, dónde Nate la estaba esperando con Nieve.

La observó y sonrió suavemente.

—Tienes mucho sueño ¿Verdad?

—Sí —bostezó.

Nate se acercó a ella y le dió un beso corto en los labios.

—Vayan al auto, me encargaré de apagar las luces y voy.

—Está bien.

Cuándo la castaña salió de la casa con Nieve, Nate fue hasta la habitación y tomó una almohada pequeña y una manta, apagando las luces luego.

Cerró la puerta de la casa y se subió al auto también.

Se inclinó sobre el asiento de Milena y bajó su asiento, para luego colocarle la almohada bajo la cabeza, y cubrirla con la manta.

—Duerme, yo te despierto cuando estemos cerca.

—Eres un amor —sonrió con los ojos cerrados, acurrucándose en el asiento.

Él sonrió y le dió un beso en la frente, y cuando estaba por encender el auto, un tipo vestido de negro se acercó a él, golpeándole la ventanilla.

—Bajen del auto ahora, no creo que quieran saber lo que les hará Kenneth si intentan huir.

...

NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora