XX

2.9K 479 53
                                    

Era la primera vez que sentía esa oleada de sensaciones en su interior, y se sentía tan confundido con todo lo que estaba ocurriendo. Pero el aroma de Milena no lo dejaba pensar de forma racional.

No podía pensar realmente, era su lado salvaje el que estaba a flote, el único que estaba respondiendo a los estímulos de ambos, gracias a sus hormonas.

—N-No pares —gimió bajo él, al sentir que el rubio bajaba el ritmo de sus embestida.

Y para Milena no era muy diferente, ella tampoco entendía bien lo que estaba ocurriendo con su cuerpo, pero tenía una necesidad imperiosa de que él no se detuviera.

Ni siquiera había servido que él se hubiese corrido ya, porque de todos modos, ambos sentían que no era suficiente.

Nate se sentó con ella sobre sus muslos, y Milena lo tomó de los hombros, antes de comenzar a marcar ella el ritmo, y que él la abrazara con fuerza por la cintura, escuchándola gemir.

Gemidos que se mezclaban con sus jadeos pesados en la habitación.

La tomó del rostro con una de sus manos, y la miró a los ojos... Ella estaba tan sumida en el placer como él.

—Di mi nombre.

Lo observó, más confundida si es que era posible.

—¿Q-Qué?

—Dilo, Milena.

—Nate —jadeó, cuando él la bajó con fuerza, haciéndola cerrar los ojos.

La abrazó a su cuerpo, y Milena se abrazó a él, jadeando, apoyando su frente contra el hombro de Nate.

—Sabes quien soy —gruñó, hundiendo su rostro en el hueco que quedaba entre su cuello y hombro.

—Sí —gimió, enterrando sus uñas en la piel de su espalda, cuando sintió que él aumentaba el ritmo.

Pasó suavemente su lengua por su piel, probando su dulce sabor nuevamente... Sí, ella sabía quién era, no lo estaba confundiendo con otro.

🌘🌘🌘

—Quiero noticias de la perra estúpida de mi hermanita y el alfa.

—Según dijeron los betas, si se unieron anoche, y más de una vez.

—Perfecto —sonrió, emocionado.

—¿Crees que ellos logren llevarse bien después de esto? ¿Qué no será un problema?

—Lo creo, Roger lleva trabajando en esta droga hace décadas. Lo que si fue experimental, fue causar ese efecto de "unión" entre ambos. No sé si en ellos habrá funcionado o no, pero después de todo, lo único que me interesaba a mí, es que se unieran —pronunció despreocupado.

Lev observó a su hermano, pensativo.

—Dijiste que un embarazo estaba cien por ciento asegurado, pero ¿Qué tan seguro es que nazca el cachorro o los cachorros? Es decir ¿Serán sanos?

—Supongo que sí, no veo porqué no lo serían.

—Tal vez por el hecho de todas las mierdas que le dieron a Milena para poder cambiar el aroma de sus feromonas e inducirle un celo.

—Ah, eso. Sí, todo está bajo control.

🌘🌘🌘

Se despertó adolorida, sintiendo su cuerpo entero pesado... O tal vez tenía esa sensación porque tenía a alguien encima abrazándola.

Abrió los ojos y observó desconcertada a ese rubio sobre ella. Apretó sus dientes, y antes de poder gruñir de rabia y echarlo, el aroma de él, de algún modo, la calmó.

¿Qué demonios estaba pasando?

—Nate, despierta.

Él se quejó bajo y luego dejó de abrazarla, para darse vuelta en la cama y seguir durmiendo.

Le observó la espalda, dónde estaban las marcas de sus uñas de la noche anterior y luego miró hacia abajo, comprobando que su cuerpo también tenía marcas por la piel.

Se llevó una de sus manos hacia su intimidad y sintió el estómago revuelto. Con dificultad salió de la cama y con pasos torpes, tomándose de las paredes, fue hasta el baño, sintiendo como algo se escurría entre sus muslos con cada paso que daba.

Cerró la puerta y no hizo más que levantar la tapa del inodoro, que devolvió lo poco que había en su estómago.

¡¿Qué demonios habían hecho?! ¡¿Por qué no había podido detenerse?! No le podía estar pasando aquello, no podía haberse acostado con un tipo que ni conocía.

Se había unido a un macho extraño.

Escuchó unos pasos detrás de ella, y Nate abrió la puerta.

—Milena.

Al sentir su aroma, nuevamente la náuseas regresaron, tomándose del inodoro cuando las arcadas fueron más fuertes.

Nate le sujetó del cabello con cuidado, cuando ella comenzó a vomitar, temblando. Y cuando vio que se tambaleaba al intentar levantarse y caminar, se sentó en el suelo con ella sobre sus muslos.

—D-Dios ¿Qué hicimos? —le preguntó histérica, temblando, antes de comenzar a llorar—. ¡¿Q-Qué demonios hicimos?!

—No lo sé —murmuró, abrazándola.

—No me p-puede estar pasando esto, no puede ser.

—Lo siento.

—Necesito ir al médico, por favor llévame cuando antes —le pidió suplicante, llorando—. No puedo tener un cachorro ahora, en unos meses entraré en la universidad. Mi padre estará furioso si se entera.

—Tranquila, cálmate, yo te llevaré.

—Está bien —sollozó, apoyando su mejilla en el pecho de él.

—Pero si no funciona.

—No digas eso —lloró angustiada.

Angustia que él ahora podía sentir por estar unido a ella.

—No voy a dejarte si eso ocurre, Milena —le dijo en un tono bajo, acariciándole el cabello—. Te ayudaré, incluso, podrías asistir a clases hasta que naciera, luego yo me haré cargo de él.

—Pero yo no quiero un cachorro ahora. Mi padre... Mi padre estará tan decepcionado de mí.

...

NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora