Haley
Okay, de acuerdo, esto no podía pasarme otra vez.
Miré mi reflejo en el enorme espejo del baño. Los aplausos se escuchaban distantes, embotados en el salón, pero resonaban en mi interior amenazando con demoler mi confianza.
Aparentaba ser una persona segura la mayor parte del tiempo porque odiaba parecer débil, pero esto comenzaba a rebasar mi control. Esto de encerrarme en los baños se estaba volviendo una mala costumbre.
Cerré los ojos e inhalé, sostuve el aire tres segundos y exhalé. Los ojos de todos estarían sobre nosotros y no hablaba solo de los asistentes a la rueda de prensa, hablaba de toda la nación. El mundo entero nos tendría en la mira como una de las parejas más poderosas pero controversiales de los últimos años.
¿Una Colbourn con un Westler condenado? Eso sí que era algo digno de apreciar. Mis padres se habían esforzado por mantener nuestro apellido impoluto, hasta que yo tuve esta la brillante idea.
Inspiré de nueva cuenta y detuve mi mano a tiempo para no arruinar el elaborado peinado que sostenía mi cabello. El maquillaje delicado con bordes oscuros y los labios claros me dotaban de una imagen segura y devastadora, era así como debía sentirme, no como un venadillo asustadizo.
Debía hacer esto. Debía arruinar a Ian hasta que no quedara nada de su engreída imagen para ser admirada.
Inspiré una última vez para mantener mis nervios a raya, alisé arrugas inexistentes en mi vestido y me avoqué a regresar para llegar a tiempo a la entrega del premio de Daxen. No quería que nada arruinara mi perfecto plan.
Caminé por el largo pasillo con paredes de madera pulida mientras la voz del presentador se volvía más clara y cercana. A lo lejos, frente de las puertas, distinguí una figura que conocía muy bien.
—¿Qué quieres, Ian?—me detuve a unos metros de distancia adoptando una pose defensiva con los brazos cruzados sobre el pecho.
Mi ex me escrutó de la cabeza a los pies, sus ojos verdes atentos. Mi corazón se estrujó al comprobar que vestía la corbata que le regalé en su primer triunfo como empresario. ¿Qué pretendía?
—Te ves preciosa, Haley. Nunca dejas de sorprenderme—me halagó, un verdadero cumplido, nada parecido al «te ves adecuada». Idiota.
Aunque acarició mi ego, no cedí.
—Gracias, ahora dime qué quieres. No tengo tiempo.
Hizo una mueca y en su rostro se asentó una sombra de pesar.
—Sé que fui un idiota contigo en muchas ocasiones y no lo merecías. Lo de engañarte... fue una tontería.
Enarqué ambas cejas.
—¿Y apenas lo notas?
Ian se pasó la lengua por los labios, nervioso.
—Todo se terminó con Caitlyn—declaró y la cuerda de la sospecha se tensó.
—Ya, yo los vi muy juntos en el club hace una semana, no parecía que nada hubiera terminado entre ustedes.
—Pero así fue. No quiero tener nada qué ver con ella—acotó con firmeza.
—Bien por ti. Ahora si me disculpas, tengo que volver con mi novio.
Di un paso adelante y se apresuró a bloquearme el camino. La exasperación me invadió junto con la molestia. Aún seguía tan enojada con él como el primer día.
—Sé que lo tuyo con Westler no es real—la seguridad en su voz me dejó helada, pero luché por ocultarlo—. Así que ya puedes dejar el teatro.
Bufé con el nerviosismo subiendo por mi estómago.
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Irresistible Acierto [+18]
RomanceLa nueva generación de los Colbourn McCartney está aquí. La hija menor de Leah McCartney y Alexander Colbourn llegaron para enamorarnos. ¿Te atreves a sumergirte en su historia? Deseosa por probar el dulzor de la venganza, Haley acude a la única pe...