24| Nosotras

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Haley

—Entonces, ¿moviste todo un congreso para poder estar con él en Hawái?—asiento dando un sorbo a mi frappé— ¡¿Y pretendes que crea que no te gusta?!

Me ahogué con el líquido tras la pregunta de June y tosí. Sus ojos oscuros resplandecieron con un brillo triunfal. Era mi mejor amiga. Por muy buena que fuese mintiendo a los demás, a ella no podía engañarla. Y no quería hacerlo.

—Nunca dije que no me gustara—aclaré y me apresuré a cortar la sonrisa que comenzaba a expandirse sobre su rostro—. Pero ese no es el motivo por el que cambié la locación. En realidad, lo hice por Ian.

Hizo una mueca de asco.

—¿Esa rata aún vive?—solté una risita.

—Sí y también irá al congreso. Será un lugar más idóneo para mantenerlo vigilado y evitar que se aproveche de mis ideas. Recuerda que teníamos negocios juntos antes de que todo se fuera a la mierda

Movió la pajilla para batir su bebida con un gesto malicioso.

—La princesa, el caballero y la rata. Suena como un típico cuento de hadas—mencionó y esta vez me arrancó una carcajada que murió apenas recordé porqué Daxen era todo a excepción de lo que ella decía.

—En ese cuento no hay ningún caballero—rebatí y la malicia se asentó de nuevo en sus ojos carbón.

—¿Ah no? ¿Y por qué? ¿Te molestaría compartir los detalles?—me incita batiendo sus pestañas y la ignoro, a diferencia de las palabras que Daxen me dijo durante nuestros primeros encuentros que permanecieron impresas en mi mente e iniciaron una estela de fuegos en mi interior.

«—No pensarías lo mismo si esto fuera una relación de verdad.

—¿Por qué?

—Porque entonces el sexo no estaría prohibido, y ahí soy todo, menos un caballero».

Una ola intensa de calor se instaló entre mis muslos y sentí esa misma calidez ascender hasta mis mejillas. Esperaba no verme tan afectada como me sentía tras el simple recuerdo de las veces que habíamos tenido sexo y que confirmaron de manera deliciosa y sucia que no era un caballero.

Daxen sabía exactamente lo que quería de mí y sabía aún mejor cómo conseguirlo. Si deseaba el control, conocía el modo de doblegarme a sus deseos y arrebatármelo. Si anhelaba ser quien recibía, no dudaba en obedecer. Era una versatilidad que me volvía loca y me encendía como un farol cada vez que estábamos juntos pues nunca sabía qué posición tendría, pero las disfrutaba igual.

Era increíble los estragos que unas cuantas palabras incitantes y unos cuantos toques podían ocasionar si se hacían correctamente. Nuestra última conversación sobre corbatas e insinuaciones había estimulado mi imaginación y mi cuerpo más que cualquier otra con mis parejas anteriores.

Di otro trago a mi frappé para enfriar mi cabeza y mi interior o a este paso incluso June percibiría las ondas de calor sexuales que emitía.

—Solo no lo es—respondí al caer en cuenta que aún me miraba expectante.

No me creyó a juzgar por su expresión escéptica, pero no mencionó nada más al respecto y cambió de tema.

—Bien, ya que hablamos de parejas...

—Él no es mi pareja—repliqué y enarcó ambas cejas.

—¿Ah no?

—No realmente.

—Como sea, tú sigue en negación, yo estaré aquí para decir «te lo dije» cuando se casen y tengan seis hijos.

—¡June!—la reprendí pero solo sirvió para sacarle una risotada.

Irresistible Acierto [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora