Daxen
Era malo.
Todo esto era malo.
Puta mierda.
La sangre corría por mis oídos con la misma velocidad con la que mis pies se movían para subir las escaleras a trote. Mi visión se desenfocó un momento al tiempo que entraba en el baño y cerraba de un portazo.
Me quité la camiseta como si quemara, lanzándola sin mucho cuidado a la canasta de ropa sucia junto al lavabo seguida por mis pantalones de ejercicio y bóxers. El torrente de agua fría chocó con mi cuerpo, desvaneciendo los rastros de sueño, pero no la esencia de Haley que me envolvía de la cabeza a los pies.
Carajo.
Me froté el rostro esperando que ayudara a liberar la frustración que sentía, pero lo único que conseguí fue una punzada de dolor en mi muñeca. Había olvidado que la luxación seguía ahí, igual que la vehemente necesidad de tenerla que latía furiosa en mi interior.
No estaba preparado para ese escenario. Ni siquiera sabía cómo terminamos así, enredados junto al otro como un maldito nudo. No era nada profesional despertar con una erección por tu socio de negocios.
Tampoco lo era soñar que te la cogías en ese maldito sofá, pero su presencia no ayudaba, su indeseable cercanía mucho menos. Cada cosa referente a Haley me empujaba más cerca de un borde por el que no estaba dispuesto a caer, pero ella parecía perseguirme por todas partes desde que iniciamos esa tontería del trato, capturando todos mis sentidos: olía su perfume de lilas y lavanda en la regadera, mi ropa, mi casa; percibía el sabor de sus besos en mi boca, tan fuertes como su personalidad; la veía en mi mente si no estaba conmigo; sentía sus caricias en mi espalda y mi rostro como algo cómodo.
Era un maldito fantasma asediándome, robándose todo mi tiempo, mi energía y mi atención.
De nuevo percibí el tenue perfume que dejó en el baño y una oleada de lujuria me golpeó con la fuerza de un tsunami, tan duro que hizo mis rodillas temblar y mi verga pulsar, deseosa por una liberación dentro de un coño en el que nunca se abriría camino.
¿Qué habría hecho ella si dejaba fluir las cosas y movía su mano hasta meterla dentro de mis pantalones para ordenarle que me diera un buen apretón? No era tonta, había sentido la erección frotándose descarada contra su centro, que irradiaba calor. Un nuevo sonido de malestar se abrió paso por mi pecho y rebotó en las paredes de la ducha.
¿Qué habría hecho si yo deslizaba la mano dentro de sus shorts para descubrir si estaba tan húmeda y dispuesta como parecía?
«Estás desviándote del objetivo, amigo».
Sí, estaba desviándome para concentrarme en la dolorosa erección que empalmaba mi verga en ese momento. Apoyé la espalda en los fríos azulejos sin que la sensación gélida ayudara a calmar el fuego que ardía en mi interior.
«¿Qué? ¿Me lo estabas entregando para que resolviera el asunto con mis manos?»
Su tono desafiante y su boca moviéndose mientras recitaba esas palabras solo sirvieron para aumentar mi deseo. Haley era coqueta por naturaleza y amaba dotar a las cosas de un doble sentido para molestarme y quedarse en mi mente.
Para ella, todo en la vida era una broma de la que podía reírse, incluyéndome. Por esa razón no debía dar a sus bromas una connotación sexual que en realidad no existía, pero era imposible cuando hacía cosas como desnudarme, entrar a mi ducha y lavar mi espalda.
Cerré los ojos con fuerza en un fútil intento de domar mi lujuria, pero cuanto más pensaba, más se remontaba mi mente a memorias con la princesa de los Colbourn: el calor de su cuerpo contra el mío, la intimidad de la ducha que compartimos; la forma en que sus pezones se erguían contra la tela de mi camiseta, clamando ser tomados.
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Irresistible Acierto [+18]
RomanceLa nueva generación de los Colbourn McCartney está aquí. La hija menor de Leah McCartney y Alexander Colbourn llegaron para enamorarnos. ¿Te atreves a sumergirte en su historia? Deseosa por probar el dulzor de la venganza, Haley acude a la única pe...