Haley
Qué. Acababa. De. Suceder.
Fijé la vista en las tazas perfectamente colocadas dentro de su alacena, y cuanto más las miraba, más irreal me parecía lo que acababa de pasar en la ducha.
¡Entré en la ducha! ¡Con él! Eso calificaba como romper al menos diez reglas de nuestro inexorable contrato.
Apoyé las manos en el granito que recubría la barra de la cocina y agaché la cabeza sin asimilarlo.
Sería buen idea comenzar a colocar un límite en mi impertinencia e insensatez. Había entrado con él a la ducha. ¡Y en bóxers! El tipo estaba prácticamente desnudo mientras le tallaba la espalda como si estuviéramos dentro de una escena de película erótica barata.
Mi estómago se hizo un nudo y la gravedad de mi estupidez me golpeó como una bofetada. No teníamos ni siquiera un mes con este maldito acuerdo y ya estábamos saltándonos las reglas primordiales: nada de situaciones comprometedoras en privado. ¿Y qué era lo primero que hacía yo? Enredarme con él en una situación comprometedora en privado.
Inspiré para recuperar la compostura cuando caí en cuenta que estaba perdiéndola. No podía permitir que algo tan fuera de lugar pero insignificante impactara así en mis planes.
Conté mis pulsaciones y me concentré en ralentizarlas. Daxen ya había tenido el privilegio de encontrarme hecha un desastre en el baño de la oficina una vez, no le obsequiaría una segunda ocasión.
Era una Colbourn McCartney, por Dios. Se suponía que yo debía tener siempre el control de la situación, no entregarlo. Yo era la calculadora y la que mantenía siempre la cabeza fría sin importar qué sucediera.
Solté el aire en una trémula bocanada y me aferré a esa imagen indestructible que había proyectado toda mi vida. El chillido de la tetera me regresó a mi agitada realidad y me acerqué a la sofisticada estufa para...
—Haley—la profunda y suave voz de Daxen despertó mi sentido de alerta y acarició mi piel como seda en la misma medida.
Me giré para encararlo con toda la indiferencia posible, pero la misión falló apenas mis ojos aterrizaron sobre él.
Madre mía, quién diría que el estoico de Westler tendría un cuerpo digno de admirar debajo de esos trajes rígidos y aburridos. Llevaba el cabello húmedo peinado hacia atrás con un aire despreocupado y la camiseta de deporte se pegaba como una calcomanía a su trabajado pecho. Si lo golpeaba en el abdomen, seguro me fracturaría al menos dos dedos. Los pantalones de ejercicio no eran ajustados, pero se pegaban a su cuerpo lo suficiente para distinguir la forma de su...
Oh Dios, estaba perdiendo el enfoque.
—¿Qué?—posé una mano sobre mi cintura con toda la impasibilidad que pude reunir mientras un calor abrasador me quemaba el abdomen y escurría hasta mi entrepierna.
Estrechó los ojos curioso por mi nada natural reacción, pero si se dio cuenta que estaba teniendo un tiempo difícil decidiendo si sus pantalones eran muy justos o su verga muy grande para marcarse en la tela, no dijo nada.
—La tetera, ¿vas a apagarla o tu plan es sofocarme con gas para después huir?—inquirió seco, aunque capté el toque de la broma escondida en su voz.
—Lo siento—presione el botón de apagado y el chillido se detuvo—. Estaba por hacerlo cuando me llamaste.
Se cruzó de brazos y los músculos se marcaron en su piel como si quisiesen desgarrarla, como si...
Me detuve justo ahí. Esos pensamientos estaban muy lejos de ser profesionales y yo solo podía tener pensamientos profesionales con Daxen.
Me aclaré la garganta cuando la tensión en el ambiente por poco chilló como la tetera entre nosotros.
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Irresistible Acierto [+18]
RomanceLa nueva generación de los Colbourn McCartney está aquí. La hija menor de Leah McCartney y Alexander Colbourn llegaron para enamorarnos. ¿Te atreves a sumergirte en su historia? Deseosa por probar el dulzor de la venganza, Haley acude a la única pe...