Haley
Me estaba volviendo loca. O no estaba bien de la cabeza. Debía ser algo así, porque no podía pensar en Daxen Westler de forma romántica.
No podía.
Dejé caer mi cabeza en el asiento del auto y cerré los ojos. Mi cabeza no tenía cabida para estas cosas, tampoco se supone que debería tener tiempo, pero él parecía dispuesto a colarse en mi sistema con su humor seco, su forma de tocarme y su encanto por desequilibrarme.
Trataba de mantenerme templada para no perder el enfoque en mi plan, pero era complicado conseguirlo si Daxen me hacía percibir cosas que no debería y que no estaban antes ahí.
«Eres vulnerable, todos lo somos, no podemos ser de hierro todo el tiempo, y está bien. No voy a usar un momento tan doloroso para ti en tu contra, puedes confiar en mí».
¿En verdad podía confiar en él?
Era mi socio, teníamos un objetivo en común, eso lo tenía claro. El problema era que no sabía cuánto de lo que fingíamos era una mentira y cuánto era verdad. Ese momento en la playa, cuando se recostó sobre en mí en la tumbona y me dejó acariciar su cabello, ¿fue real? ¿Fue actuación? ¿O solo estábamos pretendiendo que pretendíamos?
Solté un gruñido, abrí los ojos y mi chófer me lanzó una ojeada a través del retrovisor que ignoré. Apenas regresaba de Hawái, pero todo lo que vivimos en el congreso no había abandonado mi cabeza ni un segundo: el anillo de papel que me regaló para hacerme sentir mejor luego de ver a Caitlyn usando el que era mío; las confesiones que compartimos en la fogata; la manera en que me ayudó durante mi ataque de pánico y se quedó conmigo, consolándome en la tina.
Mi corazón se apretó al recordar ese último acontecimiento y algo revoloteó en mi estómago. Fue un momento íntimo en el que me sentí completamente segura, como si nada malo pudiera alcanzarme en esa quietud que compartía con él, pero ahora me sentía terrible y llena de incertidumbre porque, ¿cuánto de lo que me dijo era verdad? ¿Hasta qué punto estaba pretendiendo que yo le importaba?
«No puedes enamorarte de él. Si pones tu corazón en el juego, pierdes». Me repetí una y otra vez, como un mantra, para amortiguar mis pensamientos y alejarlos de mi verdugo.
—Hemos llegado, señorita—me avisó el conductor y bajé sin ánimo.
—Gracias—me despedí y cerré la puerta del auto.
Subí las escaleras de piedra de la mansión de los Colbourn y entré a casa. La mujer de servicio me recibió con una sonrisa.
—Bienvenida, señorita.
—Gracias.
La mujer me miró de forma extraña.
—¿Qué sucede? ¿Han llegado mis padres?
—No, señorita. Pero sí tiene una visita—informó la mujer.
Enarqué ambas cejas.
—Que yo recuerde, no tengo ninguna visita programada para hoy.
—Está esperando por usted en el estudio de su padre—dijo la chica de servicio y se marchó.
Mi pulso aumentó y la inquietud se asentó en mi cuerpo. Caminé a paso decidido por el recibidor y anduve por el pasillo que llevaba al estudio. Las visitas sorpresa nunca eran una buena señal, y si el idiota de Ian había venido hasta acá solo para seguir hostigándome, iba a romperle yo misma la nariz.
Con pasos firmes, llegué hasta la puerta y la abrí con brusquedad. Mi huésped se puso en pie y mi boca se abrió por la impresión.
—¿Agnes?
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Irresistible Acierto [+18]
RomanceLa nueva generación de los Colbourn McCartney está aquí. La hija menor de Leah McCartney y Alexander Colbourn llegaron para enamorarnos. ¿Te atreves a sumergirte en su historia? Deseosa por probar el dulzor de la venganza, Haley acude a la única pe...