Daxen
Haley no estaba a mi lado al despertar.
Una parte de mí resintió el pinchazo de la decepción al no encontrarla, mientras la otra se sintió extrañada de percibir la sensación en primer lugar.
Me removí entre las sábanas y me senté en la cama intentando procesar los eventos de las últimas horas: la aparición de Ciara en el vestíbulo del complejo, la información que me compartió sobre los Crakehall, mi enfrentamiento con Haley y la confesión que le hice.
Las imágenes se agolpaban en mi mente como una serie de filminas corridas en cámara rápida y mis ojos ardieron como si tuviera resaca, las dudas punzando en mi cabeza como el aviso de un dolor inminente. ¿Fue buena idea decírselo? ¿Cuánto podía confiar en ella para que no lo usara en mi contra? Ahora que lo sabía, ¿estaba realmente de mi lado o solo pretendía estarlo?
Me froté el rostro para desaparecer las preguntas. No tenía caso desgastarme buscando respuestas dentro de mi propia cabeza, no obtendría nada, solo más dudas.
Miré su lado vacío. Tendría que confiar en que ella apostaría por mí en esta partida.
Con eso en mente, me puse en pie y marché hasta la sala de estar. Haley se giró con el auricular de su teléfono pegado a la oreja cuando entré en la estancia y me sonrió. Una sonrisa de reconocimiento luminosa que me desconcertó lo suficiente para pensar que tal vez seguía dormido y estaba soñando.
—Te llamo luego, ¿de acuerdo?—dijo a quien sea que fuera su interlocutor y aproveché esos segundos para detallarla a mi antojo.
El vestido que escogí para que mi asistente lo comprara y lo trajera como equipaje no fue una mala elección. De hecho, fue la mejor que hice hasta ahora. Todos los colores le sentaban bien, pero cuando usaba erojo, parecía una reina del infierno lista para conducirte a sus profundidades.
La hacía lucir altiva como una monarca, preciosa como el tesoro más codiciado por el hombre.
Y mía.
Al menos por ahora, al menos mientras estuviésemos dentro de esta ilusión.
—¿Trabajo?—inquirí cruzándome de brazos cuando terminó su llamada.
Bloqueó el teléfono con rapidez y sonrió de nuevo con cierto aire inocente, como si la hubiese atrapado en medio de una travesura.
—Sí. He desaparecido por...—miró el reloj Bulgari en su muñeca antes de responder—. Treinta y ocho horas. Mis empleados se están volviendo locos.
—¿Tienes prisa por irte?—un toque de decepción que se coló en mi voz sin que me diera cuenta.
Se encogió de hombros.
—¿Tienes una razón para no irte?—cuestionó a su vez.
Lo consideré seriamente. Lo cierto era que no estaba listo para regresar a la agitada vida de Londres.
«¿Seguro que quieres quedarte aquí para evitar responsabilidades o para pasar más tiempo con ella?».
Aplasté ese pensamiento como se aplastaba una mosca, pero no lo suficientemente rápido para evitar decir:
—Puede ser.
El vestido rojo revoloteó alrededor de sus piernas cuando caminó hacia el balcón del apartamento. Atravesó el portal, hacia la pequeña mesita de metal dispuesta en el centro y destapó algunos platillos.
—¿Ordenaste servicio a la habitación?—anduve con pereza hasta colocarme a su lado, a una distancia prudente. Reparé en el montón de fruta, panqueques y croissants dispuestos sobre de la mesa, junto a dos tazas para café y una cafetera.
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Irresistible Acierto [+18]
RomanceLa nueva generación de los Colbourn McCartney está aquí. La hija menor de Leah McCartney y Alexander Colbourn llegaron para enamorarnos. ¿Te atreves a sumergirte en su historia? Deseosa por probar el dulzor de la venganza, Haley acude a la única pe...