No me gusta ir de compras. No me gustan los centros comerciales. Y no me gusta la navidad. Por eso, aunque llevamos solo 10 minutos en el área de tiendas, ya estoy harta y deseando largarme.
Al final, decido dividirme con Simón dentro de la misma tienda, una multimarca con variedad de productos. Él tiene que coger un jersey para su padre y una camisa para su cuñado. Yo buscaré algo de decoración para su madre.
Recorro los pasillos, analizando todo lo que veo. A la madre de Simón le encantan los adornos para casa, pero no tengo claro qué elegir. Voy añadiendo al cesto de la tienda cosas que creo que le pueden gustar. Un espejo ovalado con borde de madera. Un jarrón de gres rosáceo. Encuentro una escalera decorativa de roble, preciosa. Recuerdo en una ocasión, que su madre dijo que quería una para el dormitorio. Pero no sé si se la llegó a comprar. La cojo, con las dos manos y el cesto enganchado el hombro. Busco a Simón con la mirada, para ir a junto él y enseñársela. Lo localizo entre dos pasillos expositores, al otro lado de la tienda. Está concentrado, con dos jerséis en la mano. Me dirijo hacia donde está. Pero me freno de golpe cuando veo a una chica con una sonrisa en la cara yendo también en su dirección, directa a él.
La reconozco al instante. Es Sylvia, su compañera del bufete. Con la que Nerea lo vio paseando por Samil. Y con quién subió la foto a sus redes sociales. No sé por qué, pero me escondo levemente tras un expositor de la tienda. No me juzgues. Solo quiero ver cómo reaccionan al encontrarse. Me puede la vena cotilla, como siempre.
Sylvia se acerca a él, decidida. La verdad, es que es de esas mujeres que llaman la atención. Es preciosa. Cuando Simón se percata de su presencia, la mira, sorprendido. Después, gira la cabeza a un lado y a otro. ¿Estará buscándome? ¿O asegurándose de que no lo veo? Me muevo ligeramente, buscando un ángulo donde pueda verlos mejor. Y no sé si hubiese preferido no hacerlo. Porque veo a Simón y reconozco perfectamente su expresión. Leo en sus ojos su mirada, el movimiento de sus labios, el destello de su sonrisa. Sylvia se acerca más él, también sonriendo, y él se inclina un poco hacia ella. Observo como Simón le aparta un mechón de pelo. Sylvia se ríe. Ese tipo de risa tan de coqueteo. Y posa sus manos en Simón. Una en su hombro y la otra en su torso. Él lleva una mano a su rostro, a su mejilla y le habla con una sonrisa en la cara, acercándose mucho a su oído... Solo les falta besarse delante mí.
No necesito ver nada más. Reconozco esas miradas. Y esos gestos. La realidad me da una ostia en toda la cara.
Creo que nunca podría haberme imaginado cómo iba a reaccionar en una situación así. Sólo sé que el corazón me va a mil por hora. Me tiemblan las manos. Y una ráfaga de calor me recorre todo el cuerpo y se queda atravesada en mi garganta. Echo a andar. O a correr, no lo tengo claro. No me siento dueña de mi cuerpo en este momento. Solo sé que cuando estoy llegando a su altura, Silvya me ve. Y automáticamente, me reconoce. Su expresión dulce cambia por una de susto. E instintivamente se aleja un poco de Simón. Este no tiene tanto tiempo para reaccionar. Cuando llego, le lanzo la bolsa con el jarrón y el espejo, con todas mis fuerzas. Sylvia pega un grito y se lleva las manos a la boca. Simón tarda unos segundos en reponerse. Le he dado en todo el torso. Una pena, porque yo había apuntado a su cara.
—Pero ¿¡qué haces!? ¿Te has vuelto loca?
Me cuesta responder. Me cuesta hablar. Y pensar. Y respirar.
—¿Pero a qué cojones ha venido eso? —protesta.
—No te hagas el tonto, Simón —grito. Y creo que grito mucho —. No te hagas el tonto porque te juro que cojo la bolsa y te la vuelvo a lanzar.
Simón me mira directamente. Sylvia se esconde ligeramente detrás de él.
—Tranquilízate, Sara —se acerca a mí —. No sé qué estás pensando, pero...
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La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]
RomanceSegunda parte de la biología. _____ Sara lleva tres meses en Madrid. Sara ha reído, ha vivido, ha soñado y se ha enamorado. Sara ha besado a Pol. Y luego ha huido. Pol lleva tres meses ensanchando su colección de sonrisas. Pol ha fluido, ha luchado...