Capítulo 18

24 4 7
                                    

Caminamos hacia casa. Pol, yo... y el gatito. Va envuelto en una bufanda que he cogido de casa. Acabamos de salir del veterinario. Nos ha dado una crema antibiótica para aplicarle en los ojitos para tratar la infección y nos ha dicho que quitando eso, está completamente sano y ha dado negativo a todas las enfermedades felinas. Le hemos comprado también leche para cachorritos, una camita, unos juguetes y un rascador enorme, para montar.

Cuando la veterinaria nos preguntó por nuestra decisión... ninguno dudó. Y más, cuando entramos en la sala donde estaba, durmiendo en su camita, y vino corriendo a saludarnos cuando nos vio, restregándose entre nuestras piernas y ronroneando cuando lo cogí en mis brazos.

—Pol. Estoy un poco nerviosa. Nacho nos va a matar.

—Qué va. Si Nacho tiene carácter de gato.

Lo admiro de reojo, con su semblante divertido y no puedo evitar reír. Siempre me contagia su buen rollo.

—Es verdad —continúa Pol—.Independiente, serio, altivo... pero en el fondo, un cachito de pan. Estoy seguro de que también ronronea si le acaricias detrás de las orejas.

Suelto una carcajada.

—Vale. ¿Y cómo se lo decimos?

Pol se encoge de hombros.

—Improvisamos, Sarita. Igual tenemos suerte y cuando lleguemos, no están en casa.

Subimos los escalones del piso en silencio. Yo necesitaría una tila antes de entrar. ¿Y si se enfadan? Yo ya no puedo despedirme de esta bolita naranja, que ronronea ahora mismo, en mi pecho, dormido.

Pol abre la puerta. Y antes de entrar, escuchamos voces en el salón. Parece que no nos vamos a librar.

Pol entra, decidido, saluda alegre, y se apoya en la estantería, frente a Ainhoa y Nacho.

Yo, temblando como un flan, me siento en una esquina del sofá.

Ainhoa nos analiza. A esta tía no se le escapa ni una.

—¿Qué os pasa? —pregunta Nacho.

—Nada —contestamos los dos a la vez.

—¿Qué nos ocultan? —pregunta Ainhoa a Nacho.

Echo una mirada rápida al gato, completamente oculto en la bufanda, que he apoyado en mi regazo.

—Sara. Pol disimula mejor. Pero tú eres mala actriz. ¿Qué pasa? —Abre la boca y dirige su mirada a Pol, a mí, y de nuevo a Pol —. ¿Ya os habéis vuelto a liar?

Pol se ríe y yo me pongo roja.

—No, Ainhoa. Sara y yo solos somos amigos —sentencia Pol, tranquilo.

—Ya. Seguro... ¿Entonces?

Miauuu...

Mierda.

—¿Qué...? ¿Qué es eso? —Nacho va elevando su tono en cada palabra.

Voy a contestar, no sé el que, cuando la bolita se mueve y sus orejitas quedan a la vista.

Ainhoa es la primera en reaccionar. De nuevo, abre la boca y se levanta del sofá, directa a mí.

—Pero... chicos... ¿Y estoooooo?

Se lanza a coger al gatito, decidida.

—¡Oh! Si tiene los ojitos mal. ¿Es para nosotros, chicos? —murmura, ilusionada, como esa niña de cinco años que lleva meses rogando un cachorrito y por fin lo tiene enfrente.

Observo a Pol, sorprendida. No me habría esperado para nada esta reacción. Me hubiese esperado gritos y enfados, no sorpresa y alegría.

Bien. Toma esa.

La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora