Capítulo 10

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Es seis de enero. Uno de lo días mas esperados y ansiados por todos los niños y niñas menores de doce años. 

Y de Ainhoa, también.

Obviamente, es la primera en levantarse. Apuesto lo que sea a que no ha pegado ojo en toda la noche, por los nervios.

Cuando acude a mi habitación, entra gritando.

—¡Regaaaaaaaalos! ¡Arriba, Sarita!

Me levanto a regañadientes. Son las ocho de la mañana. Reconozco que a mí también me hace ilusión desenvolver regalos... pero también preferiría dormir una horita más. 

Me arrastro por el pasillo.

Cuando llego al salón, Nacho ya está vestido y sentado en su sitio del sofá. Pol, en cambio, sigue en calzoncillos. Se frota los ojos, aún somnoliento. No puedo evitar fijar mi vista en su piel al desnudo. Solo unos segundos, lo prometo. Me dedica una mirada, pero no dice nada. Normal, después de la situación de ayer.

—¿Quién empieza? —pregunta Ainhoa. Los regalos están rodeando el árbol de Navidad que reina en una esquina del salón. Hemos acordado dejarlo todos allí, con el nombre del destinatario, pero sin poner quién compro cada uno.

—Venga, canija, empieza tú —sentencia Pol.

Ainhoa va abriendo sus regalos, ilusionada. Unas planchas nuevas del pelo, un conjuntito precioso para su bebé, una novela romántica, y los míos. El vestido le encanta. Los libros sobre maternidad también, aunque me lanza una mirada directa y firme.

—Ya podrás leerlos conmigo y hacerme un resumen de cada capítulo.

—Eh —protesto, sorprendida —. ¿Quién te ha dicho que los he comprado yo?

Pone los ojos en blanco, riéndose.

Después es el turno de Nacho. Comienza con los míos. La máquina de hacer pasta le gusta, pero el kit de gastronomía molecular... le flipa. Nos da las gracias mil veces, y sigue abriendo los demás.

—¿Quién va ahora?

Pol y yo nos miramos.

—Ábrelos tú, Pol —contesto, un poco nerviosa, por entablar conversación con él después de la discusión de ayer.

Pol coge el primero. Un chándal de Adidas -vaya, que sorpresa-. Unas deportivas. Otro chándal de estampados imposibles. Y, por último, el tocadiscos que le compré yo.

—Vaya... —exclama sorprendido —. Es precioso. Me encanta.

Su primera reacción es dirigir su mirada a Ainhoa, pero esta niega con la cabeza.

—A mí no me mires, chico. Yo soy más de Spotify.

Sus ojos se posan ahora en el rostro serio de Nacho.

—Yo no tengo tan buen gusto —sentencia, con una sonrisa.

Solo quedo yo. Pol me observa y asiente.

—Gracias, Sara —murmura, aunque sin tanta emoción en la voz.

No digo nada. En otra ocasión, le hubiese dicho tantas cosas... pero después de lo de ayer, me he quedado sin palabras que salgan de mis cuerdas vocales.

—Venga, me toca.

El primero que abro, sé que es de Ainhoa.

Un bolso, precioso de Guess.

—Te has pasado, tía... — susurro, sorprendida.

—Pero te encanta, ¿verdad? —murmura, feliz.

La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora